Señor, daños un
Gobernante que te obedezca y que te sea fiel en todo momento, como
Moisés. Que genere leyes que permitan que se establezca tú Reino,
un Reino de justicia y de paz. Que tenga una fe tan grande como para
hacer que se abran no sólo los mares, sino los corazones; que pueda
hacer brotar de la roca de la injusticia el agua viva de la caridad,
de manera que no falte nada a nadie, así los que poco tienen, así
los que poco tienen no les faltará y los que mucho tienen no les
sobrará.
Señor, daños un Gobernante que nos gobierne como Samuel. Un Gobernante que tenga intimidad contigo, que te conozca y respete. Que pueda conducir al pueblo en está etapa tan importante por la que pasa la humanidad, una etapa de transición hacia un mundo cibernético y tecnologizado, que corre el peligro del individualismo y la alineación. De un mundo que se encierra en sí mismo y no ve más allá de lo material. Danos un Gobernante que nos ayude a volver a centrar nuestros ojos en lo espiritual, en lo trascendente, en lo eterno.
Danos Señor, un Gobernante que te ame por sobre todas las cosas y que sea valiente para pelear tus batallas como lo hizo David. Que tenga tú fuerza y tú Espíritu para guiar al pueblo y establecer la paz. Que tenga un corazón humilde para que confíe sólo en ti. Un Gobernante como David, que ame profundamente a tú pueblo y que, aún en situaciones difíciles, sepa conservar la fe.
Señor, daños un Gobernante que nos gobierne como Samuel. Un Gobernante que tenga intimidad contigo, que te conozca y respete. Que pueda conducir al pueblo en está etapa tan importante por la que pasa la humanidad, una etapa de transición hacia un mundo cibernético y tecnologizado, que corre el peligro del individualismo y la alineación. De un mundo que se encierra en sí mismo y no ve más allá de lo material. Danos un Gobernante que nos ayude a volver a centrar nuestros ojos en lo espiritual, en lo trascendente, en lo eterno.
Danos Señor, un Gobernante que te ame por sobre todas las cosas y que sea valiente para pelear tus batallas como lo hizo David. Que tenga tú fuerza y tú Espíritu para guiar al pueblo y establecer la paz. Que tenga un corazón humilde para que confíe sólo en ti. Un Gobernante como David, que ame profundamente a tú pueblo y que, aún en situaciones difíciles, sepa conservar la fe.
Danos, Señor, un
Gobernante como Salomón, que tenga sabiduría y juicio para conducir
a tu pueblo. Que con su sabiduría lleve a nuestro pueblo a gozar,
como en tiempos de Salomón, de bienestar económico y de progreso,
de tal suerte que hasta las naciones lejanas se admiren de lo que tú
has hecho a través de un Gobernante tan sabio.
Finalmente, danos un
Gobernante como Judas Macabeo, que nos impulse a combatir a los
enemigos del pueblo: La injusticia, la pasividad, la corrupción, el
abuso, Que nos conduzca en esta guerra contra nuestras pasiones y
restablezca la soberanía de tu amor entre nosotros. Que podamos
desterrar de nosotros el materialismo que nos destruye para poder
volver a ponerte al centro de nuestras vidas.
Señor, hoy más que nunca
necesitamos de tu ayuda. Guía por medio de tu Espíritu Santo
nuestro corazón y ayúdanos a elegir conforme a tu voluntad. Nos
abrimos a tu amor para que seas tú quien elija, a través de
nosotros, a la persona que nos guiará y nos ayudará a construir tu
Reino aquí en nuestro amado país.
Escucha a tu pueblo,
Señor, te lo pedimos, por la intercesión de nuestra Madre
Santísima, la Virgen de Guadalupe, quien nos prometió tu asistencia
en nuestros momentos más importantes.
Amén.
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