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viernes, 29 de marzo de 2019

Defender el principal de los derechos

Hace unos días, en una publicación sobre las declaraciones de un científico mexicano, el cuál declaraba:
"No se puede decir que se trate de una persona o individuo en potencia (un embrión), sino de una masa de células vivas que no son una persona, no tienen derechos sociales"
Por lo que daba a entender que no tenia derecho a vivir, a nacer, a ser protegido, etc.. no tenia derechos.
En los comentarios de dicha publicación cuestione, ¿Porqué se deberían de proteger entonces los huevos de las tortugas?, ya que, un huevo, no es una tortuga aún, alguien me respondió:
"¿Por qué crees se protegen las especies en peligro de extinción?"
A lo cuál le respondí, ¿acaso un ser humano no está en peligro de extinción al ser único e irrepetible?
Hoy vi este vídeo.. y me pregunto, ¿cuantos seres humanos como los personajes que se muestran en este vídeo no hemos extinguido?
Y aunque no fueran famosos.. se les ha negado el derecho de vivir, de existir, de soñar, de jugar, de cantar, bailar, de llorar, de reír... de amar.. se les ha negado el PRINCIPAL DE LOS DERECHO.. el derecho a VIVIR.
Ese derecho que a todos se nos dio pero que muchos que están disfrutando de ese derecho quieren negarselo a otros..

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viernes, 11 de enero de 2013

Los Triunfadores

A veces los triunfadores no son aquellos a los que todo el mundo aplaude y reconoce. No son los que construyeron grandes obras,  dejaron constancia de su liderazgo o viajaron, en primera clase.

A veces los triunfadores no son los administradores geniales, ni los visionarios del futuro, o los grandes emprendedores. Por ello, tal vez no los reconoceríamos en medio de tanto pensador, filósofo o tecnólogo, que supuestamente conducen a este mundo por la senda del progreso.

A veces el triunfador no es el negociador internacional, o el hacedor de empresas de clase mundial o el deslumbrante estadista que asiste a reuniones cumbre. No es el que se afana por exportar mucho, sino el que todavía se importa a sí mismo. 

Porque el triunfador puede ser también el que calladamente lucha por la justicia, aunque no sea un gran orador o un brillante diplomático.

El triunfador puede ser igualmente el que venció la ambición desmedida y no fue seducido por la vanidad o el poder.


Es triunfador el que no obstante que no viajó mucho al extranjero, con frecuencia hizo travesías hacia el interior de sí mismo para dimensionar las posibilidades de su corazón. Es el que quizás nunca alzó soberbio su mano en el podium de los vencedores, pero triunfó calladamente en su familia y con sus amigos y los cercanos a su alma.


Es, quizá, el que nunca apareció en las páginas de los periódicos, pero sí en el diario de Dios; el que no recibió reconocimientos, pero siempre obtuvo el de los suyos; el que nunca escribió libros, pero sí cartas de amor a sus hijos y el que pensó en redimir a su país a través de la asfixiante aventura de su trabajo común y rutinario y aquel que prefirió la sombra, porque, finalmente, es tan importante como la luz.


A veces el triunfador no es el que tiene una esplendorosa oficina, ni una secretaria ejecutiva, ni posee tres maestrías; no hace planeación estratégica ni elabora reportes o evalúa proyectos, pero su vida tiene un sentido, hace planes con su familia, tiene tiempo para sus hijos y encuentra fascinante disfrutar de la hermosa danza de la vida.


A veces el triunfador no es el pasa a la historia, sino el que hace posible la historia; el que encuentra gratificante convencer y no sólo vencer y el que de una manera apacible y decidida lucha por hacer de este mundo un mejor lugar para vivir. Es el que sabe que aunque sólo vivirá una vez, si lo hace con maestría, con una vez le bastará.


A veces el triunfador no tiene que ser el que construyó grandes andamiajes y estructuras administrativas, pero supo cómo construir un hogar; no es el que tiene un celular, pero platica con sus hijos, no tiene correo electrónico, pero conoce y saluda a sus vecinos, no ha ido al espacio exterior, pero es capaz de ir hacia su espacio interior y sin haber realizado grandes obras arquitectónicas, supo construirse a sí mismo y fue, como dice el poeta, el cómplice de su
propio destino.


A veces el triunfador suele ser Teresa de Calcuta, o Francisco de Asís o Nelson Mandela, o tal vez la enfermera callada, el obrero sencillo y el campesino olvidado, porque como personas triunfaron sobre la apatía o el desencanto y con su esfuerzo cotidiano  establecieron la diferencia.


A veces el triunfador puede ser el carpintero pobre de un lugar ignorado, o una mujer sencilla de pueblo o un niño humilde que nació en un pesebre, porque no había para él lugar en la posada...


Autor: Rubén Núñez
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jueves, 29 de septiembre de 2011

La Ética del Aborto: Derechos de las Mujeres, Vida Humana y la Cuestión de la Justiciamiento de sí mismo‏

La Ética del Aborto: Derechos de las Mujeres, Vida Humana y la Cuestión de la Justicia
Aunque la religión proporciona sólidos argumentos en este debate, los argumentos no son sólo religiosos, como constata este libro de reciente publicación
Autor: Christopher Kaczor | Fuente: Vatican Information Service 

Los defensores del derecho al aborto suelen criticar a quienes apoyan la vida por intentar imponer sus creencias religiosas a los demás. Aunque la religión proporciona sólidos argumentos en este debate, los argumentos no son sólo religiosos, como constata un libro de reciente publicación.

Christopher Kaczor, en "The Ethics of Abortion: Women´s Rights, Human Life and the Question of Justice" (La Ética del Aborto: Derechos de las Mujeres, Vida Humana y la Cuestión de la Justicia), toma una postura filosófica ante el aborto y explica por qué no es justificable éticamente.


Uno de los puntos clave que afronta Kaczor es cuándo comienza el ser persona. Algunos defensores del aborto sostienen que se puede distinguir a los humanos de las personas. Uno ejemplo que aporta es el de Mary Anne Warren, que ofrece algunos criterios a tener en cuenta antes de decir de alguien que es una persona.

Propone que las personas tienen conciencia de los objetos y de los acontecimientos y la capacidad de sentir dolor. Tienen también la fuerza de la razón y la capacidad para actividad auto motivada, junto a la capacidad para la comunicación.

Como respuesta a tales argumentos, Kaczor señalaba que, usando dichos criterios, sería difícil tener razones en contra del infanticidio, puesto que un bebé recién nacido no cumple estos criterios más de lo que pueda hacerlo un feto no nacido.

Por otro lado, no dejamos de ser personas cuando estamos dormidos o sedados en una operación quirúrgica, aunque en esos momentos no seamos conscientes ni estemos en movimiento. De igual forma, quienes sufren demencia o los discapacitados no satisfacen los criterios de Warren para ser personas.

Una cuestión de lugar

Otro posicionamiento para justificar el aborto es el que se basa en la localización, es decir, si se está fuera o dentro del útero. Kaczor afirmaba que la persona va mucho más allá de la simple localización. Si admitimos este argumento, se sigue que cuando hay una fecundación artificial fuera del útero, el nuevo ser tendría el estatus de persona, pero luego la pierde cuando es implantado, volviéndola a ganar cuando sale del mismo.

Hay también casos de cirugía fetal abierta, durante los que el feto humano es extraído del útero. Si determinamos el ser persona por una existencia fuera del útero, nos veríamos en la inverosímil situación de que en tales casos el feto es una no persona que luego se convierte en persona, y después vuelve a ser una no persona otra vez al volver al útero, volviendo a ser persona sólo cuando nazca.

Excluyendo por tanto la localización como criterio para ser considerado persona, Kaczor afrontaba la cuestión de si la condición de persona se establece en algún punto entre la concepción y el nacimiento. Observaba que la viabilidad, es decir si el feto en el útero es potencialmente capaz de vivir fuera del vientre materno, era citada por el Tribunal Supremo de Estados Unidos en Roe v. Wade, como un modo de determinar si los fetos humanos merecen alguna protección legal.

Con todo, según Kaczor, esta postura tiene sus problemas. Por ejemplo, los gemelos unidos dependen en ocasiones el uno del otro para vivir y, aún así, ambos son considerados personas.

La viabilidad también plantea un problema, porque en los países ricos, con avanzados cuidados médicos, los fetos se vuelven viables antes que en los países pobres. Y los fetos femeninos son viables antes que los masculinos. ¿Deberían las diferencias de sexo y de riqueza influir en quién es persona o no?

Otra idea es considerar que la capacidad para sufrir dolor o gozar del placer es lo que podría marcar el comienzo del derecho a la vida, continuaba Kaczor. Esto tampoco es suficiente, respondía. Esto excluye a quienes están bajo anestesia o en coma. Además, indicaba, algunos animales tienen esta capacidad pero no consideramos que tengan un derecho a la vida.

Un posible replanteamiento de esta posición es decir que no todos los seres tienen la capacidad de sentir placer o dolor, si no sólo aquellos que tienen un grado muy alto de sensibilidad y una capacidad más desarrollada de perseguir sus intereses deben ser considerados personas, explicaba Kaczor.

El problema con esto, señalaba, es que las personas difieren mucho unas de otras en su capacidad para el dolor o el placer y a duras penas podemos concluir que esto proporcione una base para considerar diferencias radicales en términos de persona o derechos.

Ética gradualista

La respuesta proabortista a las anteriores críticas adopta la forma del punto de vista gradualista. Kaczor explicaba que esto consiste en sostener que el derecho a la vida aumenta en fuerza de modo gradual conforme se desarrolla el embarazo, y cuanto más similar es un feto a una persona como nosotros mayor protección debería tener.

Sin embargo, Kaczor observaba que hay una diferencia entre el derecho a la vida y el resto de los derechos. Hay restricciones de edad para votar, conducir, o ser elegido para un cargo público. Esto sucede porque el derecho en cuestión exige una capacidad para asumir las responsabilidades que conlleva.

Por el contrario, el derecho a la vida no contiene implícitamente ninguna responsabilidad y, por lo mismo, puede gozarse sin tener en cuenta la edad o las capacidades mentales.

Otro problema de la postura gradualista es que el desarrollo humano no termina ni mucho menos con el nacimiento. Si el estatus moral se vincula al desarrollo psicológico, matar a alguien de 14 años requerirá una justificación mayor que a uno de 6.

Kaczor afirmaba que el error de estos argumentos nos lleva a la conclusión de que, si no hay diferencias éticamente relevantes entre los seres humanos en sus diversas etapas de desarrollo que haga que alguien no sea una persona, la dignidad y el valor de una persona no comienza por tanto tras su nacimiento, ni en momento alguno de su gestación. Todo ser humano es también una persona humana.

La historia nos presenta muchos ejemplos de la necesidad de respetar a todo ser humano como persona portadora de dignidad. Kaczor argumentaba que en teoría nadie actualmente, al menos en Occidente, defendería la esclavitud, la misoginia o el antisemitismo. ¿Tenemos de verdad justificación para tratar a algunos seres humanos como si fueran menos que personas, o seremos juzgados por la historia como un episodio más en larga línea de explotación del débil por parte del poderoso?

¿La persona comienza con la concepción?

Esto plantea la cuestión de si los seres humanos empiezan a existir en la concepción. Según Kaczor, esto no es, en principio, una cuestión moral, sino científica.

Cita a continuación algunos textos científicos y médicos que afirman, todos, que con la concepción hay un comienzo de nueva vida humana y un cambio fundamental con la creación de un ser con 46 cromosomas.

Tras la fecundación no hay presencia de ningún agente exterior que cambie el organismo recién concebido en algo que sea distinto. Por el contrario, el embrión humano se auto desarrolla hacia futuras etapas.

"Haciendo una analogía, el embrión humano no es un mero modelo detallado de la casa que se construirá sino una casa minúscula que se hace a sí misma cada vez mayor y más compleja a través de su auto desarrollo activo hacia la madurez", aclaraba Kaczor.

Tras esto, los últimos capítulos del libro analizan algunos argumentos utilizados por los defensores del aborto. Los examina uno por uno mostrando sus debilidades.

Por ejemplo, se ha sostenido que, puesto que en las primeras etapas hay posibilidades de que tenga lugar una división en dos hermanos, el embrión no es un ser humano individual. Kaczor replicaba a esto diciendo que aunque un ser pueda dividirse en dos seres esto no significa que no sea un ser individual.

Después de todo, añadía, la mayoría de las plantas pueden dar lugar a más plantas individuales, pero esto no significa que una planta no pueda ser una planta individual y distinta.

Analizaba también algunos casos difíciles, como los embarazos que han sido resultado de violación o incesto. La personalidad del feto, insistía Kaczor, no depende de la forma en que fue concebido. "Eres lo que eres sin importar las circunstancias de tu concepción y nacimiento", afirmaba.

El libro de Kaczor, con un razonamiento sólido, contiene muchos argumentos cuidadosamente planteados, que lo hacen una valiosa fuente de inspiración para quienes tengan la preocupación de defender la vida humana.

Traducción de Justo Amado
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viernes, 12 de agosto de 2011

La soledad compañera de la vida

La soledad está en nuestras vidas, pero hay que saber amarla. Nos llevará al encuentro con Dios que llenará nuestras vidas porque El es todo amor.
Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net

La soledad es un sentimiento que nos llena el alma de un silencio frío y oscuro si no la sabemos encauzar. Hay rostros surcados de arrugas, de piel marchita, de labios sin frescura, de ojos empequeñecidos, turbios y apagados que nos hablan por si solos de la soledad. Si sus voces nos llegaran nos dirían de su cansancio, de su miedo, pero sobre todo de su soledad....

Pero no hace falta que seamos ancianos para que en la vida nos acompañe la soledad.


La soledad del sacerdote, aún los más jóvenes, con sus votos de obediencia, pobreza y castidad, pero a veces es más dura la soledad de su propio corazón, que aunque ayudado por la Gracia de Dios no deja de ser humano. Tienen que consolar a los seres que llegan hasta ellos con sus penas, con sus problemas pero su corazón no puede aferrarse a ninguna criatura de la tierra y a veces se sienten solos, muy solos, tan solo acompañados de una gran soledad

La soledad en la adolescencia, duele profundamente por nueva, por incomprensible...Los padres se están divorciando, se quiere a los dos, se necesita a los dos, pero para ellos parece que no existe ese ser que no acaba de comprender y que está muy solo. Ellos tienen sus pleitos, su mal humor. La mamá siempre llorando, el papá alzando la voz... para él nada... tal vez sientan hasta que haya nacido. Si se divorcian será un problema ¿Qué será de él?¡Qué gran soledad, qué amarga soledad!

Las monjas misioneras, los misioneros, lejos de sus seres queridos y en tierras extrañas.

Y la soledad en algunos matrimonios, esa soledad que ahoga, que asfixia...que como dice el poeta: "es más grande la soledad de dos en compañía". El hombre de grandes negocios, empresario importante, magnate en la sociedad que parece que lo tiene todo pero que en el fondo vive una gran soledad.

La soledad de las grandes luminarias siempre rodeadas de personas y siempre solas... Las esposas de los pilotos, de los marinos, de los médicos, saben de una gran soledad y ellos a su vez, en medio del cumplimiento del deber, también están solos. La soledad de las personas que han perdido al compañero o compañera de su vida, ese quedarse como partido en dos porque falta la otra mitad, ese no saber cómo vivir esas horas, ahora tan vacías, tan tristes, tan solas...

Si no convertimos esa soledad en compañía para otros seres quizá, más solos aún que nosotros mismos, si no llenamos ese vacío y esas horas con el fuego de nuestro amor para los que nos rodean y nos necesitan, esa soledad acabará por aniquilarnos, ahogándonos en el pozo de las más profunda depresión.

En realidad todos los seres humanos estamos solos. La soledad está en nuestras vidas pero hay que saber amarla. Si le tenemos miedo, si no la amamos y no aprendemos a vivir con ella, ella nos destruirá. Si le sabemos dar su verdadero sentido, ella nos enriquecerá y será la compañera perfecta para nuestro espíritu. Con ella podremos entrar en nuestra alma, con ella podremos hablar con nuestros más íntimos sentimientos.

Ella nos ayudará, ella, la soledad bien amada y deseada a veces, nos llevará al encuentro de nuestra propia identidad y luego al mejor conocimiento de Dios, que llenará nuestras vidas porque El es todo amor.
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domingo, 24 de abril de 2011

Jessica Council: de la muerte a la vida


Autor: Juan Antonio Ruiz J., L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org
Jessica Council: de la muerte a la vida
Jessica Council ha demostrado cómo, de su muerte –heroica, generosa, materna–, ha brotado la vida en todo su esplendor.



Jessica Council sintió las primeras molestias en la garganta en agosto del año pasado. Fue a ver el médico. Tras revisar dos veces a su paciente, declaró que no había por qué alarmarse. Pero el 22 de noviembre tuvo que ingresar al hospital por insuficiencia respiratoria. Al día siguiente, los médicos le dieron dos noticias: tenía cáncer y estaba esperando un hijo.

Mientras su esposo Clint experimentó «todas las emociones que puedas imaginarte… excepto gozo», la reacción de Jessica fue de «una mezcla de miedo y sorpresa», pensando que la amenaza recaía también en el bebé que estaba esperando.

El 25 de noviembre el hospital ofreció a la pareja la posibilidad de abortar, pero «nunca fue una opción. Eso es como el blanco y el negro». Pero ¿y los tratamientos para el cáncer? Jessica se giró hacia Clint y se negó en rotundo aceptar la quimioterapia.

Los días pasaban y en el tercer trimestre los doctores volvieron a la carga: el niño está ya casi desarrollado, se podría hacer una quimioterapia… Jessica no lo dudó: la vida del niño era más importante.

«Ella sabía que de todas maneras iba a morir –dice Clint–. No me lo confió sino hasta casi el día de su muerte… pero creo que ella lo sabía y que por eso debía darle al bebé todas las posibilidades que ella pudiese». Y aunque probaron otro tipo de métodos menos ofensivos, el cáncer no cejó en su avance.

La noche del 5 de febrero, Jessica se fue a dormir con un fuerte dolor de cabeza y nauseas… y ya no se levantó. Al día siguiente, el hospital dio su veredicto: muerte cerebral.

Y entonces sucedió un pequeño milagro. Los doctores pensaban que Jessica estaba embarazada de 25 semanas, pero tras su muerte comprobaron que el embarazo sólo contaba con veintitrés semanas y media, fecha límite para sacar al bebé y ponerlo en una incubadora. ¿Coincidencia?

«Yo sólo puedo agradecer a Dios por eso, pues Jessica murió justo cuando el bebé pudo vivir fuera de su vientre», dice un emocionado Clint en la entrevista.

Y hablando de Clint, ¿cómo vivió él todo este momento? «Algunas veces es más fácil ser generoso cuando te suceden a ti las cosas, pero es muy difícil serlo cuando pierdes a quien tú más amas […] Y siendo muy sincero, debo decir que durante el primer mes tras la muerte de mi esposa no podía abrir mi Biblia o rezar». No le fue fácil.

Ahora ha superado ya ese paso… pero aún debe llorar más a su mujer. Y, sin embargo, se empieza a ver luz en el camino.

«Amigos míos, Dios debe ser alabado. No dudéis de Dios; no os enojéis con Él por mí. He sido un privilegiado por haber tenido una esposa tan llena de amor al Padre. Alegraos conmigo. Dios ha bendecido a Jessica para llevársela a un lugar de perfecta paz y sin dolor. Debo ser agradecido por el tiempo que estuve con ella más que demostrar ingratitud por las cosas que nunca hicimos juntos».

No sé a ustedes, pero para mí el domingo de Resurrección de este año se me presenta de un color distinto. Jessica Council me ha demostrado cómo, de su muerte –heroica, generosa, materna–, ha brotado la vida en todo su esplendor. No, ella no ha muerto. Vive en los ojos cálidos de su hijo recién nacido; vive en la esperanza inquebrantable de su marido; y, sobre todo, vive, junto con su Señor Resucitado, en la Eternidad.

¡Felices Pascuas de Resurrección!

Con datos de LifeSiteNews, 20 de abril de 2011.
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domingo, 3 de abril de 2011

Los 50 de Fukushima

Ya no podemos ver Fukushima de cualquier manera: su historia ha cambiado.
Autor: Juan Alejandro Palacios, LC | Fuente: www.buenas-noticias.org


Ha impactado a todos la noticia: una ola enorme arrastró consigo la vida y las ilusiones de miles de japoneses. En un abrir y cerrar de ojos la fuerza del agua arrancó casas, arrastró barcos y coches, destruyó carreteras, rompió familias... Todo lo hizo sin pedir permiso, no tuvo compasión. Y así como llegó, se marchó.

Una de las ciudades más afectadas por el tsunami del pasado 11 de marzo fue la tristemente recordada Fukushima. Este lugar quedará en la historia como el blanco donde en 1945 cayera la primer bomba nuclear, donde el hombre se daría cuenta de su capacidad destructiva y salvaje. Ahora, uno de los reactores nucleares, que se encuentra en la planta nuclear Tokyo Electric Power (TEPCO), también sufrió los efectos del desastre natural y ha comenzado a emitir altas radiaciones.


Solamente pocas personas pueden saber lo que significa estar expuesto a radiaciones. Los efectos son inmediatos: pérdida de pelo, náuseas, vómitos, quemaduras y desplome del sistema inmunitario. Gran parte del agua potable ha quedado totalmente contaminada, en los supermercados la comida se vende por raciones.

Ante esta perspectiva, la única solución es controlar y regular los reactores nucleares, manteniendo activos los sistemas de refrigeración, un error puede generar una explosión y aumentar el tamaño de la catástrofe. Pero, ¿quién lo hace?

Cincuenta voluntarios de la compañía TEPCO, personas que también tienen familia, ideales, futuro, a las que tal vez nunca les hemos visto el rostro y que se ganan la vida día a día. Pero son conscientes de la situación general del país y asumen el riesgo de exponerse a las radiaciones para salvar a millones de personas que podrían verse afectadas por una posible explosión nuclear.

Uno de ellos, el francés Marc Faugeas, ha tomado este riesgo: «forma parte de mi trabajo, de mi responsabilidad. Es un riesgo asumido y conocido».

Mykola, un ingeniero, que hace 25 años presenció el desastre nuclear de Chernobil y que pudo escapar con vida, también ha querido poner su mano para este trabajo: «El general vino y dijo: “prefiero que se contaminen 2 mil personas y salvar a 200 millones”. Nos mandaron a trabajar al reactor, a limpiar los escombros. Ahora sólo la mitad de los hombres de mi unidad están vivos».

Lección de responsabilidad, de generosidad y de una valentía sin medida. Entre estos héroes hay un hombre con 59 años de edad que está a un año y medio de su jubilación.

Desde este momento, al recordar a Fukushima, quedará en la memoria la valentía y el tesón de estos cincuenta ingenieros. Tal vez su heroísmo pueda borrar la huella de la ciudad que había sido devastada por una explosión atómica 55 años atrás. Esta tarea les llevará semanas, tal vez meses; y probablemente las consecuencias de este riesgo les deje una honda huella en sus cuerpos, pero su corazón y su voluntad quedarán fortalecidas.

Detrás de cada uno de estos hombres se refleja el anhelo del corazón que busca, sin intenciones personales ni recompensas, el bien de personas que probablemente jamás en su vida han visto ni verán. Es ese anhelo de poner a los demás en primer lugar por encima de los propios intereses. No cabe duda que en todo hombre resuena esa voz: «no hay mayor amor que aquel que da la vida por sus amigos». Ya no podemos ver Fukushima de cualquier manera: su historia ha cambiado.

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viernes, 25 de marzo de 2011

Mensaje con motivo del Día de la Vida 2011: Reeducarnos en la cultura de la vida

Esta acción educativa debe darse en todo ambiente pero, de manera especial, en la familia, pues nuestro Dios, que es Dios de la Vida, confió este don sagrado desde el principio al amor responsable del esposo y la esposa
Autor: Rodrigo Aguilar Martínez, Obispo de Tehuacán, Responsable de la Dimensión Episcopal de Vida | Fuente: Conferencia del Episcopado Mexicano, Dimensión Episcopal de Vida

25 de marzo de 2011
“Reeducarnos en la cultura de la vida”

El Día de la Vida, instituido por el Episcopado mexicano desde el año 2000 para celebrarse anualmente en México el 25 de marzo, en la Fiesta de la Anunciación del Señor, tiene este año una fuerza de gravedad especial que nos remite hacia el núcleo del Evangelio mismo: la vida nueva y plena que Cristo nos ofrece y que hoy, en nuestra Patria, parece estar olvidada y aun directamente confrontada.

Las palabras que el Papa Juan Pablo II escribiera en la Encíclica Evangelium vitae, cobran fuerza en nuestra patria: “Este horizonte de luces y sombras debe hacernos a todos plenamente conscientes de que estamos ante un enorme y dramático choque entre el bien y el mal, la muerte y la vida, la « cultura de la muerte » y la « cultura de la vida ». Estamos no sólo « ante », sino necesariamente « en medio » de este conflicto: todos nos vemos implicados y obligados a participar, con la responsabilidad ineludible de elegir incondicionalmente en favor de la vida” (No. 28).

Una celebración viva y comprometida del Día de la Vida, con actitud de conversión y esperanza, nos exige previamente una reflexión profética sobre este escenario y sus causas: ¿cómo pudimos llegar hasta esta situación límite en la que unos pocos siembran el miedo y la sensación de impotencia ante la violencia y el crimen organizado? ¿Cómo es posible que se maneje el tema del aborto ya no como un delito sino como un derecho? “Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal; que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad” (Is 5, 20).


Los Obispos de México, en la Exhortación Pastoral “Que en Cristo nuestra paz México tenga vida digna”, afirmamos que “somos un pueblo que ama la vida”, y que “el comportamiento violento no es innato, se adquiere, se aprende y se desarrolla; en ello influye el contexto cultural en que crecen las personas” . En ese mismo documento analizamos las causas y los caminos que hay que emprender para construir todos y juntos la paz.

Después, en la Carta Pastoral “Conmemorar nuestra historia desde la Fe, para comprometernos hoy con nuestra patria”, recordamos que “la responsabilidad de promover la cultura y, especialmente, la cultura de la vida, debe ser una de las prioridades de nuestro trabajo pastoral” (No. 88), y que “junto con otros actores de la sociedad, participamos en la construcción de nuestra cultura. Ofrecemos la cultura de la vida, aportando lo que nos es más propio, a partir de la cosmovisión del mundo y sobre todo de la concepción que del hombre tenemos, que se caracteriza por su trascendencia, su dignidad inviolable y su realización eminentemente social” (No. 100).

De acuerdo a su naturaleza de ser buena nueva, el Evangelio de la Vida debe ser anunciado, celebrado y servido (cfr. EV, 28). Lo cual nos lleva a la pregunta: ante la situación que vivimos en México, ¿cómo podemos realizar esto? Si bien la acción evangelizadora que crea cultura de la vida es ante todo anuncio, la gravedad de los atentados de todo tipo que tienen lugar en México, exige una denuncia a nivel personal, eclesial y social, sobre todo para descubrir las causas de esta violencia, que no se reduce sólo a la delincuencia sino que alcanza hasta los ámbitos de la educación, la medicina y las legislaturas, ya que con la promoción y la realización de prácticas como la contracepción, el aborto y la eutanasia, y la legalización de algunas de ellas, violan la sacralidad de la vida, de la que sólo Dios es Autor y Dueño. No se excluyen los atentados contra la creación y la dignidad del ser humano en todas las etapas de su vida. Quizá lo más inquietante hoy día es que todo este ambiente contra la vida se puede llegar a ver como algo “normal”, pasando a la resignación y a la pasividad, lo cual podría ser una complicidad y un pecado de omisión por la sordera ante el grito de quien no puede defenderse; más grave todavía es que dichas prácticas se vean como signo de civilización y de progreso.

La celebración de la vida comienza con la valoración de la vida humana como algo sagrado, don gratuito del amor de Dios, Quien no sólo la ha creado sino que también en Cristo la ha redimido y llevado a su plenitud trascendente. Por eso debemos tener siempre la actitud de gratitud y de respeto a la vida en todas sus manifestaciones. Creemos en el “verdadero Dios por quien se vive” como nos lo anunció Santa María de Guadalupe; confesamos en el Credo que el Espíritu Santo es Señor y Dador de Vida, por lo que la preocupación por la promoción y defensa de la vida humana en todas sus etapas es expresión de la autenticidad de esta fe.

Hay muchas formas de servir la vida y, entre ellas, queremos recalcar la necesidad, especialmente entre los católicos, de reeducarnos para la cultura de la vida, reforzar el amor que le tenemos a la vida y asumir el desafío de empeñarnos decididamente en educar en la plenitud de la vida humana, en el respeto a ella en todas sus manifestaciones y etapas, comprometiéndonos a formar una nueva generación que conozca, ame y promueva la cultura de la vida, que la acoge y la custodie desde la concepción hasta su término natural, que la favorezca siempre, más aún si es débil o necesitada de ayuda. Esta acción educativa debe darse en todo ambiente pero, de manera especial, en la familia, pues nuestro Dios, que es Dios de la Vida, confió este don sagrado desde el principio al amor responsable del esposo y la esposa.

Para generar este ambiente de reeducación en la cultura de la vida, la Dimensión Episcopal para la Vida, invita a las Iglesias particulares a promover en todas las comunidades una reflexión sobre el tema, a suscitar asombro ante la gratuidad del don y generar una decidida opción y un generoso compromiso para trabajar por la vida; a suscitar alguna acción comunitaria que capte la atención de los medios: por ejemplo poner veladoras como signo de la vida en los atrios de las iglesias, elaborar algún distintivo sobre el valor de la vida para llevar en los coches o en la ropa o colocar en los muros. Animar a los católicos a que en los diferentes ambientes en donde se desenvuelvan en la vida cotidiana, promuevan acciones concretas a favor del amor y respeto a la vida humana. Se puede recurrir a campañas mediáticas, por ejemplo por mail, facebook, twitter, youtube, con mensajes para motivar a todos a reflexionar sobre la necesidad de promover, todos y juntos, la cultura de la vida.

Que el Espíritu Santo, Señor y Dador de Vida, inspire y anime innumerables iniciativas en nuestra Iglesia, pueblo de la vida y para la vida, que vayan madurando hasta consolidarse en sólidos procesos pastorales a favor de la vida.

Rodrigo Aguilar Martínez
Obispo de Tehuacán - Responsable de la
Dimensión Episcopal de Vida

Mons. Daniel Alberto Medina Pech
Secretario
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miércoles, 30 de junio de 2010

La vida es demasiado breve para ser mediocre

La vida es breve, para ti, para mi, para todos... ¿Cuál es tu prisa? es ahora o nunca.
Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net


Que la vida es breve, lo sabemos todos; quizá los jóvenes se imaginan que sí es larga, pero a la medida que pasan los años va penetrando en la mente la irrefutable sensación de que los años pasan, vuelan y no retornan.

Cuando una persona es abuelo por primera vez, es agridulce sorpresa, dulce por el nieto, agrio por lo de abuelo; pero... no hay más remedio que aceptarlo.

Ante esta realidad de la brevedad de la vida, muchos toman sus precauciones, se apresuran desde la juventud a sacarle jugo a la vida; creen con fe ciega que esa es la mejor forma de aprovechar la juventud; y en realidad hacen una sola cosa, dedicar los primeros años de la vida a hacer infeliz el resto de ella, hacen alianza con el vicio: la botella, la droga, el sexo, uno de ellos o los tres a la vez..., mejor los tres que uno; se triplica el placer.

No es infrecuente en estos jóvenes la pereza y el abandono en el estudio, la ligereza e inmadurez en el amor con toda clase de experiencias y el abandono de los restos de fe y valores morales de la infancia. La "ley", es el "placer"; a más placer más vida. Si uno es avanzado en años suele apresurarse aun más que los jóvenes, porque piensa: Estoy haciéndome viejo y no he disfrutado lo suficiente; comamos y bebamos, que mañana moriremos´, en el famoso adagio latino "Carpe diem": "Sácale jugo a la vida"... Y dicho y hecho, se dan prisa en apurar las copas, porque la fiesta se acaba.

Pero algunos piensan que la vida es demasiado breve para ser pequeña, para ser mediocre; ellos también tienen prisa, pero otra clase de prisa y afán, y por eso, desde la misma juventud ponen las bases para hacer constructivo el resto de esa vida. No esperan a ser adultos para sentar cabeza y así: Aprietan en el estudio, aunque les llamen mataditos; no juegan con el amor, porque saben que se queman; no dan un puntapié a sus valores morales, porque saben que los necesitan. Si al llegar a la madurez se percatan de que van rezagados, aprietan el paso porque les queda menos tiempo para hacer algo grande en este mundo.
Y si han llegado a la tercera edad, y ven su tarea bastante incumplida en esta vida, se apresuran a hacer y completar lo que no hicieron en la juventud y en la madurez, porque saben, porque ven que ya no tendrán más tiempo y que, ahora o nunca.

Cuando llegan al final de la vida lo que se dieron prisa en divertirse y nada más, y los que se dieron prisa en cumplir su misión, ambos, miran hacia atrás; uno para decirse a sí mismo: Más me valiera no haber nacido, el otro para decir: Valió la pena vivir´

La vida es breve, para ti, para mi, para todos... ¿Cuál es tu prisa? ¿"Carpe diem" o "aprovecha el tiempo" porque la vida es demasiado breve para ser mediocre.?

Si la vida es breve y además la maltratas, eres un pobre hombre. Se vive una vez, se cumplen quince años sólo una vez. Tu sabrás lo que haces con esa pequeña vida.
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lunes, 22 de febrero de 2010

Reflexionar sobre nuestra propia vida

Martes primera semana Cuaresma.
Que el Señor llegue a nuestro corazón y encuentre en él una tierra capaz de apoyarse en Dios.
Autor: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net

El tiempo de cuaresma, de una forma especial, nos urge a reflexionar sobre nuestra vida. Nos exige que cada uno de nosotros llegue al centro de sí mismo y se ponga a ver cuál es le recorrido de la propia vida. Porque cuando vemos la vida de otras gentes que caminan a nuestro lado, gente como nosotros, con defectos, debilidades, necesitadas, y en las que la gracia del Señor va dando plenitud a su existencia, la va fecundando, va haciendo de cada minuto de su vida un momento de fecundidad espiritual, deberíamos cuestionarnos muy seriamente sobre el modo en que debe realizarse en nosotros la acción de Dios. Es Dios quien realiza en nosotros el camino de transformación y de crecimiento; es Dios quien hace eficaz en nosotros la gracia.

La acción de Dios se realiza según la imagen del profeta Isaías: así como la lluvia y a la nieve bajan al cielo, empapan la tierra y después da haber hacho fecunda la tierra para poder sembrar suben otra vez al cielo.

La acción de Dios en al Cuaresma, de una forma muy particular, baja sobre todos los hombres para darnos a todos y a cada uno una muy especial ayuda de cara a la fecundidad personal.

La semilla que se siembra y el pan que se come, realmente es nuestro trabajo, lo que nosotros nos toca poner, pero necesita de la gracia de Dios. Esto es una verdad que no tenemos que olvidar: es Dios quien hace eficaz la semilla, de nada serviría la semilla o la tierra si no fuesen fecundadas, empapadas por la gracia de Dios.

Nosotros tenemos que llegar a entender esto y a no mirar tanto las semillas que nosotros tenemos, cuanto la gracia, la lluvia que las fecunda. No tenemos que mirar las semillas que tenemos en las manos, sino la fecundidad que viene de Dios Nuestro Señor. Es una ley fundamental de la Cuaresma el aprender a recibir en nuestro corazón la gracia de Dios, el esfuerzo que Dios está haciendo con cada uno de nosotros.

Jesucristo, en el Evangelio también nos da otro dinamismo muy importante de la Cuaresma, que es la respuesta de cada uno de nosotros a la gracia de Dios. No basta la acción de la gracia, porque la acción de la gracia no sustituye nuestra libertad, no sustituye el esfuerzo que tiene que brotar de uno mismo. Cristo nos pone guardia sobre la autosuficiencia, pero también sobre la pasividad. Nos dice que tenemos que aprender a vivir la recepción de la gracia en nosotros, sin autosuficiencia y pasividad.

Contra la autosuficiencia nos dice el Señor en el Evangelio: “No oréis como oran los paganos que piensan que con mucho hablar van a ser escuchados”. Jesús nos dice: “tienen que permitir que su corazón se abra, que tu corazón sea el que habla a Dios Nuestro Señor. Porque Él, antes de que pidas algo, ya sabe que es lo que necesitas”. Pero al mismo tiempo hay que cuidar la pasividad. A nosotros nos toca actuar, hacer las cosas, nos toca llevar las situaciones tal y como Dios nos lo va pidiendo. Esto es, quizá, un esfuerzo muy difícil, muy serio, pero nosotros tenemos que actuar a imitación de Dios Nuestro Señor. De Nuestro Padre que está en el Cielo. Este camino supone para todos nosotros la capacidad de ir trabajando apoyados en la oración.

Escuchábamos el Salmo que nos habla de dos tipos de personas: “ Los ojos del Señor cuidan al justo y a su clamor están atentos a sus oídos; contra el malvado, en cambio esta el Señor, para borrar de la tierra su recuerdo”. Si nosotros aprendiéramos a ver así todo el trabajo espiritual, del cual la Cuaresma es un momento muy privilegiado. Si aprendiéramos a ver todo esto como un trabajo que Dios va realizando en el alma y que al mismo tiempo va produciendo en nuestro interior un dinamismo de transformación, de confianza, de escucha de Dios, de camino de vida; un dinamismo de acercamiento a los demás, de perdón, de apertura del corazón. Si esto lo tuviésemos claro, también nosotros estaríamos realizando lo que dice el Salmo: “el Señor libra al justo de sus angustias”.

¿Cuántas veces la angustia que hay en el alma, proviene, por encima de todo, de que nosotros queremos ser quien realiza las cosas, las situaciones y nos olvidamos de que no somos nosotros, sino Dios? ¿Pero cuántas veces también, la angustia viene al alma porque queremos dejarle todo a Dios, cuando a nosotros nos toca poner mucho de nuestra parte? Incluso, cuando a nosotros nos toca poner algo que nos arriesga, que nos compromete; algo que nos hace decir: ¿será así o no será así?, y sin embargo yo sé que tengo que hacerlo. Es la semilla que hay que sembrar.

Cuando el sembrador, tiene una semilla y la pone en el campo, no sabe qué va a pasar con ella. Se fía de la lluvia y de la nieve que le va a hacer fecundar. ¿Cuántas veces a nosotros nos podría pasar que tenemos la semilla pero preferimos no enterrarla, preferimos no fiarnos de la lluvia, porque si falla, qué hacemos?

Sin embargo Dios vuelve a repetir: “ El Señor libra al justo de todas sus angustias” ¿Cuáles son las angustias? ¿De autosuficiencia? ¿De pasividad? ¿De miedo? Aprendamos en esta Cuaresma permitir que el Señor llegue a nuestro corazón y encuentre en él una tierra que es capaz de apoyarse plenamente en Dios, pero al mismo tiempo, capaz de arriesgarse por Dios Nuestro Señor.
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