Mostrando entradas con la etiqueta Navidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Navidad. Mostrar todas las entradas

sábado, 24 de diciembre de 2011

¿Una Navidad sin Cristo o un Cristo sin Navidad?

Hoy en esta Navidad, no les deseo que se la pasen de lo mejor, no les deseo que se llenen de regalos, hoy banda, no les deseo una "navidad" llena de regalos materiales, de cenas y reuniones, no bandera...


No les deseo eso hoy en esta Navidad... porque hoy me pregunto ¿en que cumpleaños se festeja más a los invitados que al festejado?, ¿En que fiesta se le llena de regalos a los invitados en lugar que al festejado?, ¿En que fiesta se hace una cena para festejar al cumpleañero y no se le invita y ni se le recuerda?...


Hoy no les deseo todo esto bandera, hoy no les deseo que se la pasen rodeados de sus seres queridos...

Hoy banda... les deseo de todo corazón, que le ofrezcan el corazón al Amor, al unico Amor, a Él Amor, que le demos ese regalo al niño que nacerá, les deseo que en verdad lo dejemos actuar en nuestras vidas, que ese niño nazca en nuestros corazones y crezca en nuestras vidas, les deseo que en esta Navidad, en nuestras vidas el verdadero festejado sea ese niño, que siendo Dios se hizo hombre por amor a toda la bandera y que nos invita a abrir nuestro corazón a su Amor..

Hoy banda, les deseo que en verdad abramos nuestro corazón al niño Jesús para que rija en nuestras vidas, entonces y solamente entonces, tendremos Paz, Amor y Felicidad verdaderos, porque ese niño que nacerá es lo que nos ofrece cuando lo aceptamos en nuestras vidas y cuando en verdad le regalamos nuestro corazón y ponemos nuestra vida, proyectos, esperanzas y nuestra fe en el que ha de nacer.... si banda.. el que ha de nacer en nuestros corazones..

Si en verdad queremos vivir una Verdadera Navidad aceptemoslo en nuesto corazón...

Entonces banda.. mi más grande deseo para ustedes es una Verdadera Navidad con el Señor.

Es la Navidad que les desea el Tavares a toda la bandera....

“Mira que estoy a la puerta y llamo: si uno escucha mi voz y me abre, entraré en su casa y comeré con él y él conmigo. ” Apoc. 3, 20


Autor: P. Alberto Ramírez Mozqueda | Fuente: Catholic.net
¿Una Navidad sin Cristo o un Cristo sin Navidad?


Cristo vino porque Dios nos ama y porque quiere hacer sentir su amor entre nosotros. Yo me siento orgulloso porque mi Buen Padre Dios me ama.

Cristo en su Navidad es el puente tendido por Dios para acercarse a los hombres que él ama
Cuentan que dos hermanos Roger y Alfonso cuyos terrenos colindaban, divididos sólo por un caudaloso río, un día tuvieron un altercado muy grande, al grado que Alfonso el hermano mayor quedó fuertemente resentido. Llamó éste a un carpintero, le narró lo del enojo con su hermano, le indicó que estaría de viaje por algún tiempo y señalando los límites del terreno, le indicó que cerca del granero había suficiente madera, para que hiciera algo, porque no quería volver a ver por mucho tiempo a su hermano.

El tiempo pasó, y a su vuelta, lo primero que hizo fue ir hasta el límite de sus terrenos, y se encontró con gran sorpresa de su parte, que el carpintero había construido precisamente un puente en el río que separaba su terreno del de su hermano. Y más grande fue su sorpresa, al darse cuenta de que su hermano Roger estaba cruzando el puente con paso firme y decidido y cuando estuvo cerca, lo abrazó efusivamente y le manifestó que cuando comenzaron a construir el puente, él percibió la señal del perdón de su hermano, y que ahora que él, Alfonso volvía, quería manifestarle su vergüenza por haberlo ofendido y quería pedirle perdón por la ofensa cometida.

La fábula no es lo mejor para situarnos, pero así quiero imaginarme hoy la llegada del Hijo de Dios, Jesucristo, hasta nuestra carne, hasta nuestra morada, convirtiéndose él mismo en el puente que uniría para siempre a nuestra humanidad caída, pecadora, desquiciada por su propio pecado, al Padre que dolorido, vio que el hombre, su creación máxima, en quien había puesto todo su amor y todo su cariño al crearle al frente de todo el universo, se le escapaba de sus manos.

Los teólogos dicen que Cristo vino a causa de nuestro pecado, yo prefiero decir que Cristo vino porque Dios nos amaba y porque quería hacer sentir precisamente su amor entre nosotros. Yo me siento orgulloso porque mi Buen Padre Dios me ama, y estoy seguro de que si no hubiera habido ninguna otra persona en el mundo, por mí y por ti, Cristo Jesús se habría encarnado. De hecho hay quien afirma que la Creación no estaría completa sin la venida de Cristo al mundo. Así, Cristo Jesús llega a ser entonces el culmen de la obra de la Creación, y cuando éste se encarna en María, la Madre del Señor, todo está listo para la redención del género humano.

Para esta Navidad me había propuesto ser sumamente breve, para dar espacio a que en el interior del corazòn, cada uno de nosotros sepamos acoger el misterio de todo un Dios que quiere hacerse hombre entre los hombres para llevarlos hacia él. Reciban tres consideraciones.

Primera: Es interesantísimo como San Mateo y San Lucas construyen artificiosamente pero con todo realismo, la genealogía de Cristo. Hay que caer en la cuenta de cómo los evangelistas tuvieron buen cuidado de situar perfectamente a Cristo en la historia y en la geografía, y por eso hacen remontar a Cristo hasta situarlo como descendiente de Abraham e incluso de Adán, el primero de los mortales sobre la tierra, para indicarnos hasta el cansancio que él se convierte en el Salvador de todos los hombres. Y sorprende que en su genealogía, no se dieran a la tarea de “limpiar” los tipos indeseables y las mujeres que no aparecen en la Escritura como de lo mejor, así aparecen algunos incestuosos, adulterinos otros, y aparecen también cuatro mujeres, cosa inaudita, porque en la sociedad machista en que vivió, la mujer no tenia que ser situada para nada en una genealogìa, porque ella era solo la que “engendraba” para el hombre y nada más. Por cierto que esas mujeres, por lo menos tres de ellas, no tuvieron una conducta francamente recomendable. Y si se las nombra, es para que quede claro que siendo ellas pecadoras, le darán oportunidad a Cristo de venir a salvar a su pueblo de todos sus pecados, además, porque siendo ellas extranjeras, Cristo tendrá la oportunidad de decir que la salvación es para todos los hombres y no solo para los orgullosos hebreos, y finalmente, si se las cita es porque ellas realizaron hechos muy beneméritos para el pueblo de Israel, y quisieron situarse al lado de los que esperaban la promesa de un futuro salvador.

Segunda. Otra de las sorpresas que nos deparan los Evangelistas es que tratándose de un hecho tan singular que partió en dos la historia de los hombres, ellos le dediquen tan solo unos cuántos renglones. A nosotros nos hubieran gustado muchos de los detalles que rodearon el gran acontecimiento del Hijo de Dios que se hace hombre. Pero en cambio, se detienen a considerar que los primeros que conocen del nacimiento de Jesús son los pastores, considerados despreciables en ese tiempo, como símbolo de todos los hombres a los que Cristo viene a salvar. Ellos que recibieron la noticia del nacimiento del Salvador, confían en el Ángel que les invita a ir a buscarlo. Ellos le creen y encuentran al niño Dios en brazos de su Madre y lo aceptan como signo de Dios, confían en la palabra salvadora y glorifican al Señor ofreciendo sus propios dones. Es la actitud que se nos invita a adoptar en esta Navidad, conocer al Hijo de Dios, al hijo de María, amarlo con todas las fibras del corazón y comenzar a imitarle en su ternura y su predilección por los más pequeños de los hombres.

Tercera. Si vemos que los evangelistas conceden tan poco espacio al acontecimiento ocurrido en la oscura aldea de Belén, tiene que ser por alguna razón poderosa, y en ese sentido el que nos da la clave es el Apóstol San Juan, que en el prólogo de su Evangelio, nos sitúa ante el Cristo con las verdaderas dimensiones del Hijo de Dios.

San Juan nos va a situar a Cristo como el que tiene la Palabra, el que ES la Palabra, para responder a aquellos que piensan en un Dios lejano, ocupado en sus propias cosas, y casi como un perro mudo que tiene nada que decir a los hombres. Él es el que viene a dar respuesta a ese gran sector de la población que crece día con día, de hombres ateos, haciéndoles sentir la cercanía de un Dios que tiene muchas cosas que decir, que va a explicarnos nuestra vida y nuestra incorporación al Dios que tiene en Cristo un nombre, una historia, una geografía, un corazón para amar y una salvación que ofrecer. San Juan nos hablará entonces de Cristo visto como el Verbo, la Vida, la Luz, la Gloria y la verdad y sobre todo nos hablará de Cristo como el Resucitado, como el Cristo Pascual que invita a seguirlo rumbo al Padre.

Dime cómo celebras tu Navidad, y te diré que clase de cristiano eres. 
Sigue leyendo

miércoles, 8 de diciembre de 2010

¡Dime qué esperas y te diré quién eres!

Bueno... pues ahora es tiempo del Adviento... y que es el Adviento?? pues es simple... es la preparación que todo católico lleva para recibir al Salvador, al Hijo de Dios, para la Navidad del Señor, el nacimiento de Jesús, para la navidad...

ehhh esperense... aguanten... como que ya van de compras?? esperen... que "la cosa es calmadaaa!!"

hablamos de otro tipo de preparación, no tanto de comprar regalos, de preparar la cena de Navidad, de adornar el arbolito o el nacimiento, etc, etc....

de la preparación de mi persona, de mi corazón, de mi alma, de mi ser, de mi relación con los demás, de mi relación con Dios, esa es la preparación que todo católico lleva este tiempo de Adviento.

Nos han comercializado y materializado tanto la "navidad" que nos preocupamos mas por que vamos a regalar, que vamos a cenar, que si las esferas del arbolito ya están quebradas, que la serie ya se fundió, que nos olvidamos del festejado, decimos feliz navidad!! sin acordarnos del que ha nacido, porque?? porque en este tiempo de adviento no tuvimos la preparación para hacer que el milagro de la navidad se diera en nuestros corazones y es por eso que después salen frases como "amarga navidad", "esta navidad fue tan deprimente", "la época de navidad para muchos es la mas depresiva en el año", otros hasta se suicidan en navidad, porque?? por sienten ese vació en sus corazones, porque no dejamos que ese pequeño niño que nació hace 2010 años nazca en nuestros corazones, no le damos la oportunidad de que nos cambie, solo... solo dejamos que influencie en nuestras vidas de una manera muy superficial, en que sentido, en el sentido de que mientras dura "la época de la navidad" damos abrazos, sonreímos a otras personas, le hablamos aquel pariente que se encuentra lejos, damos regalos, para terminar pronto.. damos un poquito del amor que tenemos a los demás.. un poquito... pero que pasa después de "navidad"??, las sonrisas se van, porque ya se da uno cuenta de que: "no manches!!! gastamos mucho en regalos y cena de navidad" o ya no hay un pretexto "contagioso" para dar abrazos, sonrisas y buenos deseos a las personas, y todo porque?? porque nuestra "navidad superficial" se termino...

pues así es banda... creo que es mejor prepararse espiritualmente para recibir a nuestro Señor en nuestras vidas y en verdad ser testigos del Milagro de la Navidad recibiendo a Jesús en nuestros corazones y vidas...

los dejo con la siguiente reflexión...

cuídense y traten de ser felices!!

su amigo

JF Tavares




¡Dime qué esperas y te diré quién eres!
Recordar las maravillas de Dios en la historia
Autor: Fr. Thomas Rosica, C.S.B. | Fuente: zenit.org

La Iglesia ha entrado en el tiempo litúrgico de Adviento. Los cristianos proclaman que el Mesías ha venido realmente y que el reino de Dios está a nuestro alcance. El Adviento no cambia a Dios. El Adviento profundiza en nuestro deseo y en nuestra espera de que Dios realice lo que los profetas anunciaron. Rezamos para que Dios ceda a nuestra necesidad de ver y sentir la promesa de salvación aquí y ahora.

Durante este tiempo de deseo y de espera del Señor, se nos invita a rezar y a profundizar en la Palabra de Dios, pero estamos llamados ante todo a convertirnos en reflejo de la luz de Cristo, que en realidad es el mismo Cristo. De todas formas, todos sabemos lo difícil que es reflejar la luz de Cristo, especialmente cuando hemos perdido nuestras ilusiones, cuando nos hemos acostumbrado a una vida sin luz y ya no esperamos más que la mediocridad y el vacío. Adviento nos recuerda que tenemos que estar listos para encontrar al Señor en todo momento de nuestra vida. Como un despertador despierta a su propietario, Adviento despierta a los cristianos que corren el riesgo de dormirse en la vida diaria.

¿Qué esperamos de la vida o a quién esperamos? ¿Por qué regalos o virtudes rezamos en este año? ¿Deseamos reconciliarnos en nuestras relaciones rotas? En medio de nuestras oscuridades, de nuestras tristezas y secretos, ¿qué sentido deseamos encontrar? ¿Cómo queremos vivir las promesas de nuestro Bautismo? ¿Qué cualidades de Jesús buscaremos para nuestras propias vidas en este Adviento? Con frecuencia, las cosas, las cualidades, los regalos o las personas que buscamos y deseamos dicen mucho sobre quiénes somos realmente. ¡Dime qué esperas y te diré quién eres!

Adviento es un período para abrir los ojos, volver a centrarse, prestar atención, tomar conciencia de la presencia de Dios en el mundo y en nuestras vidas.

Nuestro Bautismo nos hace participar en la misión real y mesiánica de Jesús. Cada persona que participa en esta misión participa también en las responsabilidades regias, en particular, en el cuidado de los afligidos y de los heridos. Adviento ofrece la maravillosa oportunidad de realizar las promesas y el compromiso de nuestro Bautismo.

Benedicto XVI ha escrito que "el objetivo del año litúrgico consiste en recordar sin cesar la memoria de su gran historia, despertar la memoria del corazón para poder discernir la estrella de la esperanza. Esta es la hermosa tarea del Adviento: despertar en nosotros los recuerdos de la bondad, abriendo de este modo las puertas de la esperanza".

En este tiempo de Adviento, permítanme presentarles algunas sugerencias. Acaben con una riña. Hagan la paz. Busquen a un amigo olvidado. Despejen la sospecha y sustitúyanla por la confianza. Escriban una carta de amor.

Compartan un tesoro. Respondan con dulzura, aunque les gustara una respuesta brutal. Alienten a un joven a tener confianza en él mismo. Mantengan una promesa. Encuentren tiempo, tómense tiempo. No guarden rencor. Perdonen al enemigo. Celebren el sacramento de la reconciliación. Escuchen más a los otros. Pidan perdón si se han equivocado. ¡Sean gentiles aunque no se hayan equivocado! Traten de comprender. No sean envidiosos. Piensen antes en el otro.

Rían un poco. Ríanse un poco más. Gánense la confianza. Opónganse a la maldad. Sean agradecidos. Vayan a la iglesia. Quédense en la iglesia más tiempo de lo acostumbrado. Alegren el corazón de un niño. Contemplen la belleza y la maravilla de la tierra. Expresen su amor. Vuélvanlo a expresar. Exprésenlo más fuerte. Exprésenlo serenamente.

¡Alégrense porque el Señor está cerca!
Sigue leyendo

jueves, 7 de enero de 2010

EL REGALO DE LOS REYES MAGOS


Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escucharle como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta en voz algo baja, como con miedo, le dijo:
- ¿papá?
- Sí hija, cuéntame
- Oye quiero...que me digas la verdad
- Claro hija. Siempre te la digo.
- Respondió el padre un poco sorprendido
- Es que..- titubeó Cristina
- Dime hija, dime.-
- Papá ¿existen los Reyes Magos?.
- El padre de Cristina se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.
- Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?.
- La nueva pregunta de Cristina le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:
- ¿Y tú qué crees, hija?
- Yo no se, papá, que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tu no me engañas, pero como las niñas dicen eso.
- Mira hija efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero...
- ¿Entonces es verdad?- , cortó la niña con los ojos humedecidos.- ¡Me habéis engañado!
- No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen, - respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Cristina
- Entonces no lo entiendo papá.-
- Siéntate, cariño, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla.
- dijo el padre mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.
Cristina se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:
Cuando el Niño Dios nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño!. Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.-
- ¡Oh, sí!.- exclamó Gaspar.- Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.
- Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría comentó:
- Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.
Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo.
El Niño Jesús que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento sonrió y la voz de Dios se escuchó en el Portal:
- Sois muy buenos, queridos Reyes, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?
- ¡Oh, Señor!- dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas. Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero... no podemos tener tantos pajes... no existen tantos.-
- No os preocupéis por eso - dijo Dios - yo os voy a dar , no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.-
- ¡Sería fantástico! ¿pero cómo es posible? - dijeron a la vez los tres Reyes con cara de sorpresa y admiración.
- Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben de querer mucho a los niños ?- preguntó Dios.
- Sí claro, eso es fundamental - asistieron los tres Reyes.
- Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?-
- Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje - respondieron cada vez más entusiasmados los tres.
- Pues decidme, queridos Reyes, ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?
- Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando cuando la voz de nuevo se volvió a oír:
- Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, YO, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen.
También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y, alrededor del Belén, recordaran que gracias a los Tres Reyes Magos todos son mas felices.
- Cuando el padre de Cristina hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó y dando un beso a sus padres dijo:
- Ahora sí que lo entiendo todo papá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.
- Y corriendo se dirigió a su cuarto regresando con su hucha en la mano mientras decía:
- No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero.
- Y todos se abrazaron mientras a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.
Sigue leyendo

viernes, 25 de diciembre de 2009

RECUERDOS DE UNA NAVIDAD


No lo creí. El Niño Jesús tenia cosas más importantes que hacer con su tiempo que observar si yo era un niño bueno o malo. Aún con mi limitada sabiduría de un niño de siete años, había decidido que, en el mejor de los casos, sólo podía vigilar a dos o tres muchachos a la vez. Y, sin embargo, mamá, que sabía todo, me había repetido una y otra vez que? sabía, veía y evaluaba todas nuestras acciones y que no podíamos compararlo con cualquier cosa que pudiéramos entender nosotros, los seres humanos.

En esta Época navideña en particular, mi comportamiento de un niño siete años era todo menos ejemplar. Mis hermanos y hermanas, todos mayores que yo, por lo visto nunca causaban problemas. En cambio yo siempre estaba en medio de todos los problemas. En pocas palabras, era un niño malcriado.

Cuando menos un mes antes de la Navidad, mamá me advertía: "Te estás portando muy mal, Felice. De modo que me amonestaba, más vale que cambies tu comportamiento. Yo no puedo portarme bien por ti. Sólo tu puedes optar por ser un buen niño".

"¡Que me importa!", contestaba yo - . De todos modos el Niño Jesús nunca me trae lo que quiero.

Mis amigos recibían bicicletas, rompecabezas, bastones de caramelo y guantes de béisbol, yo recibía manzanas, naranjas, nueces surtidas y algunas castañas, tan duras como las piedras. Durante las siguientes semanas hacía muy poco para mejorar mi comportamiento.

Como sucede en la mayoría de los hogares, la Nochebuena era mágica. A pesar de que éramos muy pobres, siempre teníamos comida especial para la cena. Como somos una familia católica, todos íbamos a confesarnos y después nos dedicábamos a decorar el árbol. La noche terminaba con una pequeña copa del maravilloso ponche de mamá. No importaba que tuviera un poco de frutas; la Navidad sólo llegaba una vez al año!

Fue cuestión de minutos, después de escuchar los primeros movimientos, para que todos nos levantáramos y saliéramos disparados hacia el patio donde estaban colgadas nuestras medias y debajo de éstas se encontraban nuestros brillantes zapatos recién lustrados.

Todo estaba tal como lo habíamos dejado la noche anterior. Excepto que las medias y los zapatos estaban llenos hasta el tope con los generosos regalos... es decir, todos excepto los míos. Mis zapatos, muy brillantes, estaban vacíos. Mis medias colgaban sueltas en el tendedero y también estaban vacías.

Alcancé a ver las miradas de horror en los rostros de mi hermano y mis hermanas. Todos nos detuvimos paralizados. Todos los ojos se dirigieron hacia mamá y papá y luego regresaron a mí.

- Ah, lo sabía - dijo mamá -. A Jesús no se le va nada. El sólo nos deja lo que merecemos.

Mis ojos se llenaron de lágrimas. Mis hermanas trataron de abrazarme para consolarme, pero las rechacé con furia.
Me dejé caer en los brazos de mamá. Ella era una mujer voluminosa y su regazo me había salvado de la desesperación y de la soledad en muchas ocasiones. Noté que ella también lloraba mientras me consolaba. También papá. Los sollozos de mis hermanas y los lloriqueos de mi hermano llenaron el silencio de la mañana.

Después de un rato, mi madre dijo, como si estuviera hablando con ella misma:

- No le quedó alternativa a Jesús. Tal vez el próximo año Felice decida portarse mejor.

De inmediato todos vaciaron el contenido de sus zapatos y medias en mi regazo.

- Ten, me dijeron -, toma esto.

- Felice, -me dijo , ¿entiendes por qué Jesús no pudo dejarte regalos?

- Si, respondí.

- Jesús nos recuerda que siempre tendremos lo que merecemos. No podemos evadirlo. Algunas veces resulta difícil entenderlo y nos duele y lloramos. Pero nos enseña lo que está bien hecho y lo que está mal y, así, cada año seremos mejores.

No estoy muy seguro de haber entendido en aquellos momentos lo que mamá quiso decirme. Sólo estaba seguro de que yo era amado; que me habían perdonado por cualquier cosa que hubiese hecho y que siempre me darían otra oportunidad.

Jamás he olvidado aquella Navidad tan lejana. Desde entonces, he llegado a comprender que he sido egoísta, malcriado, imprudente y quizá, en ocasiones, hasta cruel... pero nunca olvidé que cuando hay perdón, cuando las cosas se comparten, cuando se da otra oportunidad y amor sin límite, ¡Jesús siempre está presente y siempre es Navidad.!



Anonimo
Sigue leyendo