lunes, 20 de junio de 2011
¿Contracepción secreta en México?
Las consecuencias para nuestro país o cualquier otro que implemente estas acciones pueden vislumbrarse si no emprendemos una batalla. En Inglaterra la lucha llevó el nombre de Victoria Guillick, en España salió al paso el Foro Español de la Familia; ¿y en
Autor: Norma Barba de Muñoz | Fuente: Yo influyo.com
¿Tú sabes si tu hija de entre 10 y 19 años ha tenido relaciones sexuales y si ya ha experimentado la pérdida de un hijo por aborto?
Desde hace dos años en México, con la activación de la llamada nueva cartilla de vacunación, emitida por la Secretaría de Salud (Ssa), nuestros niños y adolescentes pueden acceder como un "derecho de salud" al suministro de métodos anticonceptivos y abortivos como la píldora del día después, sin que para ello medie autorización o conocimiento de sus padres o tutores.
Acción gubernamental que no sólo pone en riesgo la salud de quienes toman la píldora -pues las secuelas que llegan a presentarse van desde infecciones y crisis nerviosas hasta la infertilidad-, sino que además vulnera su derecho prioritario de ser atendidas con diligencia por sus padres, a quienes arbitrariamente se les viola su derecho legítimo de educar y cuidar a sus hijos.
Derechos consagrados por la declaración de los Derechos del Hombre (artículo 26,3) y la Declaración de los Derechos de los Niños (artículo 2), de los cuales se desprende que los padres o tutores, en relación con sus hijos menores de edad, tienen una obligación cuyo cumplimiento confiere derechos frente a la sociedad y el Estado.
Paradójicamente, esta omisión a la que obliga el gobierno a los padres está tipificada como un delito penal por "omisión de cuidados". Sin embargo, ¿cómo podrían ejercer su papel de orientadores y protectores cuando el Estado incentiva la situación de riesgo del menor y los secretos entre ellos, y asume el rol de orientador a sus espaldas?
Engañar a un menor de edad con la promesa de "sexo seguro" a través del uso el condón o la píldora del día después, sin señalar las consecuencias físicas y emocionales a las que se exponen, lo pone en un estado de vulnerabilidad, por lo que requiere de una protección y atención especial del Estado que no sólo no ofrece sino que le niega bajo el secreto médico.
Esta "contracepción secreta" (el delito de administrar anticonceptivos a menores sin el consentimiento de sus tutores legales), pese a que ha sido una acción de reciente aplicación en México, no responde a necesidades y modelos propios, sino a una estrategia internacional hedonista, montada desde hace más de 20 años en diversos países europeos y cuya expansión ha proliferado en los últimos cinco años.
Ya por los años 70, el Reino Unido aprobó a través de los "consultorios especiales de natalidad para chicas" la distribución de la píldora del día después por el Servicio Nacional de Salud. De igual manera fue implementada a discreción de la sociedad en un acto unilateral del gobierno. Igual que hace aquí ahora el gobierno mexicano.
Las motivaciones para su uso fueron las mismas que hoy aquí, como en el resto del mundo se aducen: la disminución de embarazos en menores y evitar la muerte de las madres por la provocación de abortos insalubres.
Sólo que los datos estadísticos ingleses demostraron el fracaso de esta estrategia, pues en tan solo cinco años los embarazos entre menores se incrementaron en un 19.3 por ciento al pasar de siete mil 600 a nueve mil 300 y las defunciones por abortos en un 176 por ciento (de dos mil 500 a cuatro mil 400).
Mientras que en España, desde el 2001, comunidades autónomas como la andaluza contemplaba el "derecho a decidir" para chicas de 16 años. Año en que el Servicio Andaluz de Salud (SAS) repartió en la región 25 mil 785 píldoras y registrando 11 mil defunciones por aborto, y incrementándose para el 2008 en 66 mil 777 y 20 mil, respectivamente.
Pero no fue sino hasta el año 2009 que se aprobó en todo España la comercialización sin receta médica de la píldora del día después a menores de edad, disparando su consumo y el riesgo que conlleva, al registrar una venta diaria de 2 mil 100 unidades, superando incluso las ventas de los preservativos, según datos de Cofares, la mayor distribuidora farmacéutica española.
Su presidente, Carlos González Bosch, calificó semejante incremento en el uso de la píldora como un hecho "escandaloso" e invitó a las autoridades y a la sociedad "a reflexionar si éste es objetivo que perseguían".
Con todo ello, las consecuencias para nuestro país o cualquier otro que implemente estas acciones pueden vislumbrarse si no emprendemos una batalla ante las autoridades, tribunales y cámaras por las que sustraigamos de la situación de riesgo a nuestros hijos, respetemos su derecho a ser orientados y acompañados, y por supuesto hagamos efectivo el nuestro como padres de protegerlos y educarlos.
En Inglaterra la lucha llevó el nombre de Victoria Guillick, en España salió al paso el Foro Español de la Familia; ¿y en México?
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miércoles, 1 de junio de 2011
Gran parte de la atracción entre los sexos es química
Según una investigación tomar píldoras anticonceptivas puede apagar las señales que hacen que los sexos se atraigan
Autor: Shirley S Wang | Fuente: Washington Post
Según una investigación tomar píldoras anticonceptivas puede apagar las señales que hacen que los sexos se atraigan.
Gran parte de la atracción entre los sexos es química. Nuevos estudios sugieren que cuando las mujeres usan anticonceptivos hormonales, como las pastillas anticonceptivas, se alteran algunas de estas señales químicas, que afectan su atractivo hacia los hombres, así como las preferencias de las propias mujeres para escoger a sus compañeros de romance.
El tipo de hombre con el que una mujer se identifica, se sabe que cambia durante su ciclo mensual; por ejemplo, cuando una mujer es fértil, podría buscar un hombre con rasgos más masculinos.
Tomar la píldora o cualquier otro tipo de anticonceptivos hormonales cambia esta dinámica natural, por lo que los hombres menos masculinos parecen más atractivos, según una pequeña pero creciente evidencia.
Los hallazgos han llevado a los investigadores a cuestionarse acerca de las implicaciones para la elección de pareja, calidad de la relación e incluso sobre la salud de los niños concebidos por estos encuentros.
Los psicólogos y biólogos que estudian la evolución, durante mucho tiempo, se han interesado en los factores que conducen a las personas a elegir sus compañeros. Un estudio que influyó en la década de 1990, conocido como el estudio de la camiseta, pidió a las mujeres responder acerca de su atracción hacia miembros del sexo opuesto por el olor de las camisetas de los hombres. Los resultados mostraron que los seres humanos,--al igual que muchos otros animales--, transmiten y reconocen la
información relativa a la atracción sexual, a través de los olores químicos conocidos como feromonas.
El estudio también mostró que las mujeres parecían preferir los olores de los hombres cuyos sistemas inmunológicos eran más diferentes al propio sistema imunológico genético conocido como MHC. Los genes de una persona le permiten reconocer cuales bacterias son invasores extraños y le proporciona protección contra esas bacterias. Progresivamente, los científicos creen que los niños deberían ser más saludables, si los genes de sus padres MHC son distintos, ya que los hijos estarían mas protegidos de
agentes patógenos.
Más de 92 millones de recetas de anticonceptivos hormonales, incluyendo píldoras, parches e inyecciones, se hicieron el año pasado en los EE.UU., según datos de IMS Health-tracker.
Los investigadores dicen que su objetivo no es asustar a las mujeres para que dejen de tomar anticonceptivos hormonales. "Sólo queremos saber lo que estamos haciendo", al tomar la píldora, dice Alexandra Alvergne, investigadora en antropología biológica de la University College London en el Reino Unido. "Si hay un riesgo que afecta a nuestra vida romántica y el estado de salud de nuestros niños, lo queremos saber." La Dra. Alvergne publicó el año pasado, un estudio que detalla la bibliografía existente sobre el tema en la revista "Trends in Ecology and Evolution" (Tendencias en Ecología y Evolución)
La investigación ha demostrado, que ambos, hombres y mujeres, cambian sus preferencia para elegir compañero, cuando la mujer está ovulando, que es el período en que ella es fértil.
Algunos estudios han rastreado las respuestas de las mujeres a fotos de hombres diferentes, mientras que otros estudios han entrevistado a las mujeres acerca de sus sentimientos por los hombres durante varias semanas.
Entre las conclusiones se encontró:
Que cuando la mujer está ovulando, tienden a ser atraídas por los hombres con mayor simetría facial y más señales de la masculinidad, tales como el tono muscular, una voz más masculina y comportamientos dominantes. Las mujeres también parecía estar bien familiarizados con la diversidad del MHC-gen. Desde una perspectiva evolutiva, estas señales se supone que indican que los hombres son más fértiles y tienen mejores genes para otorgar a la descendencia.
Las mujeres tienden a mostrar señales sutiles cuando están ovulando, y los hombres tienden a encontrarlas más atractivas en este momento. Las mujeres tratan de verse más atractivas, tal vez usando ropa más ajustada o reveladora, dice Martie Haselton, una profesora de psicología y comunicación, de la Universidad de California, Los Angeles. La investigación sobre esto, incluye estudios en los que se mostró, a los grupos que juzgaron, diferentes opciones de ropa para mujer, en diferentes momentos del mes.
Las mujeres también emiten señales químicas cuando son fértiles, los investigadores han medido varios olores del cuerpo, lo que tiene un impacto en la capacidad del hombre para detectar la ovulación, dice la Dra. Haselton en la revista "Current Directions in Psychological Science"
La investigación ha demostrado, que tales preferencias naturales se borran cuando la mujer está tomando anticonceptivos hormonales. Las mujeres que están tomando la píldora, ya no experimentan mayor deseo por los hombres tradicionalmente masculinos durante su ovulación. Su preferencia por compañeros que tienen diferentes inmunidades a las de ellas también desaparece. Además, dicen los científicos, que los hombres no muestran cambios de interés por las mujeres en función de su ciclo menstrual, quizá porque las señales de señalización de la ovulación ya no están presentes.
Algunas mujeres que usan píldoras anticonceptivas, han informado desde hace tiempo de cambios en su libido y en su estado de ánimo. La investigación está todavía en las primeras etapas, buscando las implicaciones de tomar anticonceptivos hormonales, en la elección por las mujeres de sus compañeros y en la fidelidad de sus relaciones. Los investigadores especulan que las mujeres con parejas menos masculinos, pueden llegar a sentirse menos interesadas en su pareja, cuando dejan el control de natalidad, lo que contribuye a la insatisfacción de su relación. Y sugieren, que si los anticonceptivos están enmascarando la capacidad natural de las mujeres para detectar la diversidad genética del varón, entonces los hijos concebidos por padres que se conocieron cuando la mujer estaba bajo pastillas hormonales como método de control natal, podrían ser genéticamente menos sanos.
"No tenemos suficientes investigaciones como para sacar una conclusión firme todavía ", dice la la Dra. Haselton. "Es ciertamente posible que si las mujeres no experimentan ese deseo de un hombre masculino ellas acabarán eligiendo compañeros muchos menos masculinos."
La investigación sugiere, que esto podría provocar a algunas mujeres a alejarse. El psicólogo Steven Gangestad y su equipo de la Universidad de Nuevo México demostró en un estudio del 2010, que las mujeres con parejas menos masculinos, reportaron un aumento de atracción por otros hombres durante su fase de fertilidad. Las mujeres relacionadas con compañeros tradicionalmente masculinos no tienen tales impulsos, según el estudio de 60 parejas.
En otro estudio, los investigadores analizaron el gen MHC en muestras de 48 parejas. Las mujeres relacionadas con hombres, con quienes ellas compartían una menor diversidad genética reportaron responder sexualmente menos a sus parejas. El estudio fue publicado en el año 2006 en la revista
Psychological Science.
También hay bastante evidencia que indica que los hombres reaccionan de manera diferente hacia las mujeres cuando éstas están bajo control natal. Un estudio realizado en el 2004, publicado en la revista Behavioral Ecology, utilizando el estudio de la camiseta, pero poniendo las camisas en 81 mujeres. Un grupo de 31 hombres, al oler las camisetas, experimentaron mayor atracción por las mujeres que no usaban la píldora, cuando éstas estaban ovulando. Doce mujeres en el panel, no detectaron ninguna diferencia.
Un estudio con primates parece apoyar la idea de que los anticonceptivos hormonales cambian las preferencias de apareamiento. Investigadores de la Universidad de Duke, estudiaron las hormonas secretadas por los lémures hembra antes y después de que recibieran un anticonceptivo hormonal. También estudiaron las preferencias de los varones en estos olores.
Los resultados, publicados en la revista Proceedings de la Royal Society de Ciencias Biológicas de este año, mostró que la inyección de Depo-Provera,un anticonceptivo de larga duración que ha sido aprobado para uso en seres humanos, altera dramáticamente los químicos que los lémures hembra emiten para indicar su identidad y cuan genéticamente sanas son.
Las hembras, a las que se les dio la anticoncepción, se convirtieron en general menos atractivas para los machos que antes de recibir la inyección, dice Christine Drea, profesora en el departamento de antropología evolutiva de Duke y autora principal del estudio. El anticonceptivo borra toda la información normal que las señales de olor transmiten, dice ella.
Aunque el estudio tendría que llevarse a cabo en los seres humanos para extraer conclusiones directas, hay un paralelismo potencial para las personas, la Dra. Drea dice que los métodos del control natal "podrían confundir las propias [señales] y otros no podrían oler al verdadero usted", dice.
Si deseas leer el artículo original en inglés:
http://online.wsj.com/article/SB10001424052748704681904576313243579677316.html Sigue leyendo
lunes, 30 de mayo de 2011
Si, el reír rejuvenece... ¡Y qué poco reímos!
¡Qué afortunados quienes tienen un ser amado en cuyo rostro aparece con frecuencia el fulgor maravilloso de la sonrisa!
Autor: Ma Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net
¿La risa, la sonrisa? algo que muchos considerarán intrascendente, pero sin embargo es de gran importancia y valor.
Valioso e importante para nuestro caminar por la vida, para nuestro trato con los demás, para nuestro beneficio y hasta para nuestra salud.
La risa y la sonrisa. Según una terapeuta que realizó estudios en los Estados Unidos relativos a los beneficios de la risa para la mente y el cuerpo humano, así como las terapias adicionales a la misma, tales como la respiración consciente, la expresión corporal, el canto y la conversación eran factores importantísimos, aparte de un signo externo de alegría, para prevenir las enfermedades cardiovasculares, calmar los dolores físicos, regular el sistema nervioso y aliviar el stres.
No sabemos que es lo que pensarán los médicos al respecto pero lo que si sabemos todos es que reír es algo que nos deja el alma aligerada, que es una sensación extraordinaria de bienestar y gozo que como algo mágico nos transporta un poco a nuestros tiempos infantiles y por eso el reír rejuvenece. Si, el reír rejuvenece... ¡Y qué poco reímos!
Al sentirnos adultos nos revestimos de una gran austeridad y de una propiedad tan seria y formal que vamos olvidando poco a poco lo que es el reír y podemos decir que pasan días y días sin que la risa vigorice nuestra personalidad y alegre nuestra existencia y la de los demás. Ceño fruncido, mirada torva y reconcentrada, gesto adusto, labios apretados... eso hace daño al corazón y al espíritu.
La Madre Teresa de Calcuta solía decir: "Familia que reza unida, permanece unida" y estamos de completo acuerdo pero también nos atrevemos a decir que : "Familia que ríe unida, permanece unida"
Y reírnos un poco de nosotros mismos es el mejor antídoto para sobrellevar con buen ánimo todos nuestros errores y fallas que como seres humanos tenemos.
Es cierto que no siempre hay motivos para reír, pero de lo que no podemos prescindir es de la sonrisa. La sonrisa no es carcajada, es algo más sutil, es como dice de ella Martín Descalzo: "Si yo tuviera que pedirle a Dios un DON, le pediría que me concediera el supremo arte de la sonrisa. Es lo que más envidio en algunas personas. Es, me parece, la cima de la expresión humana. Debe ser, por ello, muy fácil enamorarse de personas que poseen una buena sonrisa. Y ¡qué afortunados quienes tienen un ser amado en cuyo rostro aparece con frecuencia ese fulgor maravilloso!".
Cuando alguien nos sonríe nos está mandando un mensaje de paz, de equilibrio interior, de dulzura y de amor. Quién sabe amar sonríe fácilmente Las personas amargadas, egoístas, envidiosas, no saben sonreír y mucho menos si son orgullosas.
Reír es bueno para la salud porque la alegría es cosa sana y provechosa. Sonreír es ir derramando un haz luminoso de calor y ternura para los demás, es como un destello del mismo Dios que brota como agua fresca para las almas sedientas que se nos acercan.
Que nuestra sonrisa no sea un gesto forzado, sino algo espontáneo y natural que dará a nuestra personalidad un relieve maravillosamente profundo y humano. Sigue leyendo
miércoles, 18 de mayo de 2011
¿FANÁTICO?... NO, TAN SÓLO SOY CATÓLICO
Durante una reunión social, me dijeron que soy un fanático.
Francamente, mi primera reacción ¿casi tentación? hubiera sido de protesta y enojo. En mi léxico personal, como en el de muchas personas, la palabra fanático abarca una serie de conceptos que van de la gama de lo irracional a la de la violencia.
¿Me había exasperado ante una opinión contraria? No, había estado de lo más tranquilo. ¿Había gritado o ridiculizado a alguien? Menos, además de no ser caritativo. ¿Había decidido defender a ultranza a algún político, equipo de fútbol o propuesto alguna violencia? Nada de eso.
Uds. juzguen: sencillamente lo que expresé, en diversos momentos de la reunión, fue una serie de puntos de vista, no muy originales por cierto:
Que el matrimonio es para toda la vida.
Que las relaciones fuera del matrimonio están mal.
Que la vida es sagrada y el aborto es un asesinato aún en caso de violación.
Que la homosexualidad es un desorden moral grave y dista mucho de ser normal.
Como les decía, ideas no muy originales pues todas ellas se encuentran en el Catecismo de la Iglesia Católica. Consideraciones que la Iglesia y los católicos han mantenido durante siglos.
Lo curioso es que no me encontraba en una reunión de librepensadores u otro tipo de aquelarre bohemio. Se encontraban muchos católicos y algunos de más de una misa de domingo. ¿Qué es lo que había pasado entonces?
Algo muy sencillo y preocupante: los católicos se van mimetizando con una sociedad secularizada, la cual va minando sutil pero inexorablemente su fe hasta amoldarla a una especie de buenas costumbres sociales. Y como la sociedad se encuentra en un desvarío donde cada uno tiene su opinión, ellos, irresponsablemente, van perdiendo su identidad católica hasta terminar creyendo que ser católico es más un compromiso con las buenas costumbres de la sociedad que con el Dios de Jesucristo.
Por eso ya no reconocen lo que significa ser católico.
Por eso cuando expresé mi manera de ver la realidad las reacciones fueron varias. Algunos apuraron lo que estaban bebiendo. Otro hizo un gesto de disgusto y una pareja me dijo (ellos sí levantando la voz): ¡eres un fanático!, con el mismo tono que hubieran empleado para referirse a que era un grosero o un enfermo sexual.
Los miré un poco sorprendidos y les dije tranquilamente: ¿Fanático?... no, tan sólo católico.
Autor: Andrés Tapia Arbulú Sigue leyendo
domingo, 24 de abril de 2011
Jessica Council: de la muerte a la vida
Autor: Juan Antonio Ruiz J., L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org
Jessica Council: de la muerte a la vida
Jessica Council ha demostrado cómo, de su muerte –heroica, generosa, materna–, ha brotado la vida en todo su esplendor.
Jessica Council sintió las primeras molestias en la garganta en agosto del año pasado. Fue a ver el médico. Tras revisar dos veces a su paciente, declaró que no había por qué alarmarse. Pero el 22 de noviembre tuvo que ingresar al hospital por insuficiencia respiratoria. Al día siguiente, los médicos le dieron dos noticias: tenía cáncer y estaba esperando un hijo.
Mientras su esposo Clint experimentó «todas las emociones que puedas imaginarte… excepto gozo», la reacción de Jessica fue de «una mezcla de miedo y sorpresa», pensando que la amenaza recaía también en el bebé que estaba esperando.
El 25 de noviembre el hospital ofreció a la pareja la posibilidad de abortar, pero «nunca fue una opción. Eso es como el blanco y el negro». Pero ¿y los tratamientos para el cáncer? Jessica se giró hacia Clint y se negó en rotundo aceptar la quimioterapia.
Los días pasaban y en el tercer trimestre los doctores volvieron a la carga: el niño está ya casi desarrollado, se podría hacer una quimioterapia… Jessica no lo dudó: la vida del niño era más importante.
«Ella sabía que de todas maneras iba a morir –dice Clint–. No me lo confió sino hasta casi el día de su muerte… pero creo que ella lo sabía y que por eso debía darle al bebé todas las posibilidades que ella pudiese». Y aunque probaron otro tipo de métodos menos ofensivos, el cáncer no cejó en su avance.
La noche del 5 de febrero, Jessica se fue a dormir con un fuerte dolor de cabeza y nauseas… y ya no se levantó. Al día siguiente, el hospital dio su veredicto: muerte cerebral.
Y entonces sucedió un pequeño milagro. Los doctores pensaban que Jessica estaba embarazada de 25 semanas, pero tras su muerte comprobaron que el embarazo sólo contaba con veintitrés semanas y media, fecha límite para sacar al bebé y ponerlo en una incubadora. ¿Coincidencia?
«Yo sólo puedo agradecer a Dios por eso, pues Jessica murió justo cuando el bebé pudo vivir fuera de su vientre», dice un emocionado Clint en la entrevista.
Y hablando de Clint, ¿cómo vivió él todo este momento? «Algunas veces es más fácil ser generoso cuando te suceden a ti las cosas, pero es muy difícil serlo cuando pierdes a quien tú más amas […] Y siendo muy sincero, debo decir que durante el primer mes tras la muerte de mi esposa no podía abrir mi Biblia o rezar». No le fue fácil.
Ahora ha superado ya ese paso… pero aún debe llorar más a su mujer. Y, sin embargo, se empieza a ver luz en el camino.
«Amigos míos, Dios debe ser alabado. No dudéis de Dios; no os enojéis con Él por mí. He sido un privilegiado por haber tenido una esposa tan llena de amor al Padre. Alegraos conmigo. Dios ha bendecido a Jessica para llevársela a un lugar de perfecta paz y sin dolor. Debo ser agradecido por el tiempo que estuve con ella más que demostrar ingratitud por las cosas que nunca hicimos juntos».
No sé a ustedes, pero para mí el domingo de Resurrección de este año se me presenta de un color distinto. Jessica Council me ha demostrado cómo, de su muerte –heroica, generosa, materna–, ha brotado la vida en todo su esplendor. No, ella no ha muerto. Vive en los ojos cálidos de su hijo recién nacido; vive en la esperanza inquebrantable de su marido; y, sobre todo, vive, junto con su Señor Resucitado, en la Eternidad.
¡Felices Pascuas de Resurrección!
Con datos de LifeSiteNews, 20 de abril de 2011. Sigue leyendo
miércoles, 20 de abril de 2011
Enojados con Dios
El enojo no es sino la manifestación de que lo que está sucediendo nos duele y la mayoría de las veces lo que nos duele tiene mucha razón para que así sea.
Autor: Cipriano Sánchez, L.C. | Fuente: Virtudes y Valores
¿Quién no se ha sentido enojado con Dios cuando algo no le ha salido bien, cuando su vida se llena de contradicciones, cuando levanta la mirada para decir ¿por qué a mí? ¿Quién no ha sentido hervir su interior cuando tiene ante los ojos la tragedia de los inocentes, o cuando la perversidad humana se desborda? Los seres humanos no siempre tenemos respuestas, o las respuestas que tenemos son muy insuficientes. En todas estas situaciones sentimos un enojo interior que orientamos no solo a las circunstancias, sino también a Dios. Curiosamente esto es algo positivo pues quiere decir que creemos en un Dios bueno, del que no entendemos cómo en su providencia se puede permitir algo malo. Para poder entender a Dios tendríamos que ser Dios, cosa que obviamente no sucede. Sin embargo, hay caminos que podemos intentar recorrer no para solucionar los problemas, sino para buscar el modo de dar un cauce a ese sentimiento de enojo con Dios.
Lo primero es que no nos tiene que extrañar que nos enojemos con Dios. Seríamos de piedra o de hielo si no fuera así. El enojo no es sino la manifestación de que lo que está sucediendo nos duele y la mayoría de las veces lo que nos duele tiene mucha razón para que así sea. Eso no tiene que inquietar nuestra conciencia. Lo que tenemos que saber es qué hacer con ese sentimiento, cómo lo tenemos que canalizar. Por ejemplo, nos tendríamos que preguntar si nosotros podemos hacer algo ante el mal que estamos contemplando y no solo quejarnos o cruzarnos de brazos. Otras veces tendremos que darnos cuenta de que los males son fruto de la libertad humana y no tanto de lo que Dios decide. Esos males Dios sabrá como reconducirlos hacia el bien y nosotros tendremos que hacernos responsables del uso de nuestra libertad. También habrá ocasiones en las que ni podemos hacer nada, ni lo que sucede es fruto de la libertad. ¿Qué pasa cuando se trata de una enfermedad que se lleva a un muchacho joven o a una madre que tiene a su cargo varios hijos? Ahí sí que el misterio es grande. Y aunque tenemos que ser conscientes de que el ser humano es frágil y que nuestra vida es limitada, estas situaciones no dejan de dolernos.
Hay una palabra que a mí no me gusta mucho que es la palabra resignación. Y sin embargo es una palabra con un hondo significado, pues proveniente del latín, significa abrir un sello, y aceptar una contrariedad. Y me gustaron los dos significados. Lo de aceptar la contrariedad, porque es poner mi libertad ante la contrariedad y decidir qué voy a hacer, si permitir que la contrariedad sea más fuerte o que mis convicciones lo sean. Y en segundo lugar, porque atravesar el misterio del dolor es como romper un sello, el sello de lo desconocido, el sello de lo que nunca llegamos a saber bien. Pero ese sello no lo rompemos solos. No lo rompemos con un Dios soluciona problemas, sino con un Dios compañero de problemas. El no nos suelta, nos abraza, y entiende que estemos enojados, y nos quiere más por el hecho de sabernos enojados. Tener a Dios como compañero es tener al lado a quien, en nuestro enojo, nos hace fuertes, porque con él podemos vencer la sin razón del dolor, con la razón del amor. Sigue leyendo
lunes, 11 de abril de 2011
Secarse las lágrimas del pasado
Convertirlas en agradecimiento, y seguir caminando con esperanza, hay que guardarse una sonrisa pues para Dios nada hay imposible.
Autor: P. Pascual Soarin | Fuente: Catholic.net
Hay una canción preciosa de Juan Manuel Serrat que habla de una experiencia creo que común a toda persona con un poco de sensibilidad: la de la añoranza de los tiempos pasados, que de repente irrumpen en nuestra vida enganchados en pequeños detalles insignificantes, ante los cuales pasamos todos los días sin que nos digan nada, pero que un día, sin saber cómo ni porqué, son capaces de hacernos volver al pasado por unos instante y revivir unos momentos dulces que nunca volverán. Me permito el lujo de copiar algunos de esas estrofas tan simples como profundas y cargadas de vida:
“Uno se cree que los mató el tiempo y la ausencia,
pero su tren vendió boleto de ida vuelta.
Son aquellas pequeñas cosas
Que nos dejó un tiempo de rosas,
En un rincón, en un papel o en un cajón.
Son las que nos hacen llorar cuando nadie nos ve”.
¿Quien no ha sucumbido alguna vez ante un inesperado aroma que nos transporta a lo olores de nuestra niñez y juventud? ¿Quién no se ha emocionado alguna vez ante la letra o la música de una vieja canción que automáticamente nos hace pensar en los tiempos en los que no era tan vieja y a los momentos intensos bañados por ella? ¿O quien no se ha sorprendido abriendo una vieja caja de cartón o un viejo baúl, ante cien formas distintas de recuerdos prendidos en trozos de papel o de tela, en viejos juguetes, fotos o prendas de personas ya desaparecidas...?
Esta experiencia está cargada a la vez de una doble sensación: por una lado la recuperación agradable y placentera de un pasado, de unos momentos felices generalmente ligados a nuestra niñez o adolescencia, el agradecimiento por aquellos momentos y la constatación de que el tiempo transcurrido nos une a ellos.
No cabe la menor duda de que en un principio este suspiro del corazón pinta una leve sonrisa en nuestros labios, pero una sonrisa que es rápidamente apagada por la segunda y terrible experiencia, la de constatar que esos tiempos felices del pasado nunca volverán, la de caer en la cuenta de lo dramática y cruel que es la vida, que como un río incapaz de volver sobre su curso y abocado inexorablemente a morir en el mar del olvido, transcurre sin vuelta atrás.
Por un momento nos cautivó, nos dejó jugar de nuevo a ser niños, cerrar los ojos y viajar en el tiempo disfrutando del paisaje. Pero cuando los ojos se vuelven a abrir la realidad nos golpea con una agresividad brutal, pues ese viaje es sólo un espejismo que nos deja con lágrimas en los ojos y con el corazón lleno de melancolía.
He de confesar que durante mucho tiempo me hice el hombre duro y fuerte, incluso me atreví a dar consejo a aquel que sufría esta experiencia. Por mi trabajo me he visto abocado muchas veces a acompañar los momentos emocionalmente más intensos de la vida de las personas: el amanecer de una vida, el amor, la experiencia del dolor y de la muerte... Sólo cuando quedé al margen de esa “profesión” aparecieron en mi vida esos viejos fantasmas, caí en la cuenta de que el viejo Moisés también estaba en el desierto y de que él, al igual que su pueblo, también añoraba las cebollas de Egipto; tal vez no lo aparentara ni lo dijera, salvo en lo secreto de su oración, cuando a solas clamaba a Yahvé en lo alto de la montaña, sin dar pie a que su pueblo tuviera ni la más mínima sombra de sospecha de que su líder y jefe espiritual también suspiraba por el pasado como ellos. ¿Qué clase de líder sería? ¿Quién podría confiar en él?
Frente a esta experiencia también cabe dos opciones distintas que parecen claras: una sería la de tratar de volver atrás en el tiempo y si no es posible revivirlo, al menos intentar recuperar sus recuerdos creando otros nuevos lo más parecidos posibles. Sería algo así como dejar de caminar, buscar en el desierto el oasis o el paisaje que más recuerde a Egipto e instalarse en él para rehacer la vida.
La otra alternativa requiere algo de más fe, pues supone saber secarse las lágrimas del pasado, es más, convertirlas en lágrimas de agradecimiento, y seguir caminando únicamente apoyado en la promesa de una nueva tierra en la que no hay más garantía que una creencia y un camino que en si mismo está cargado de lecciones y de vida.
Parece claro que la única vía posible para recuperar la felicidad es la segunda, sin duda también la más difícil. Dejar pasar el tiempo de la tempestad es todo un arte que ha de hacerse con una entrega total, con absoluto abandono, lo cual no es difícil cuando nos vemos derrotados, hundidos, desesperados.
El sufrimiento sólo aparece mientras quedan restos de prepotencia en nosotros, mientras que nuestro orgullo no se ha agotado, pero cuando se ha llegado a este punto uno descubre misteriosamente que sólo queda la esperanza. Algunos se resisten a llamarla así y prefieren ver en este momento una proyección de nuestros sueños que no por consoladores son verdaderos, algo así como un autoengaño. Esa no es mi experiencia y es así que la ofrezco como un verdadero tesoro.
Si bien en nuestra vida hay problemas que nos llevan al fracaso, en nuestro espíritu no ocurre lo mismo y uno siempre puede abrirse a la dicha de ver como nuestros ojos se cierran mirando a lo alto, a un futuro en el que se cree por que se intuye, casi se palpa.
Moisés murió sin ver la tierra prometida pero consciente de que su pueblo entraría en ella y de que él también lo haría en el corazón de cada uno de sus hermanos. Es este un concepto precioso que en estos tiempos de individualismo no se valora lo suficiente. Me refiero al hecho de que somos PUEBLO, asamblea, de que nadie sufre ni goza solo y que el mayor de los desastres sobreviene cuando se trata de experimentar esta experiencia al margen de la familia en la que estamos entroncados, de los nuestros.
Ahora bien, qué hay cuando se entrega la vida sin sombra de futuro, cuando se cierra los ojos en el más absoluto de los fracasos. Dios no está ausente en esta experiencia. Cuando el desastre se escribe con mayúsculas y es definitivo todavía hay que guardarse una sonrisa para llevárnosla con nosotros, pues para Dios NADA hay que sea imposible. El que crea, que entregue su vida con confianza.
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Autor: P. Pascual Soarin | Fuente: Catholic.net
Hay una canción preciosa de Juan Manuel Serrat que habla de una experiencia creo que común a toda persona con un poco de sensibilidad: la de la añoranza de los tiempos pasados, que de repente irrumpen en nuestra vida enganchados en pequeños detalles insignificantes, ante los cuales pasamos todos los días sin que nos digan nada, pero que un día, sin saber cómo ni porqué, son capaces de hacernos volver al pasado por unos instante y revivir unos momentos dulces que nunca volverán. Me permito el lujo de copiar algunos de esas estrofas tan simples como profundas y cargadas de vida:
“Uno se cree que los mató el tiempo y la ausencia,
pero su tren vendió boleto de ida vuelta.
Son aquellas pequeñas cosas
Que nos dejó un tiempo de rosas,
En un rincón, en un papel o en un cajón.
Son las que nos hacen llorar cuando nadie nos ve”.
¿Quien no ha sucumbido alguna vez ante un inesperado aroma que nos transporta a lo olores de nuestra niñez y juventud? ¿Quién no se ha emocionado alguna vez ante la letra o la música de una vieja canción que automáticamente nos hace pensar en los tiempos en los que no era tan vieja y a los momentos intensos bañados por ella? ¿O quien no se ha sorprendido abriendo una vieja caja de cartón o un viejo baúl, ante cien formas distintas de recuerdos prendidos en trozos de papel o de tela, en viejos juguetes, fotos o prendas de personas ya desaparecidas...?
Esta experiencia está cargada a la vez de una doble sensación: por una lado la recuperación agradable y placentera de un pasado, de unos momentos felices generalmente ligados a nuestra niñez o adolescencia, el agradecimiento por aquellos momentos y la constatación de que el tiempo transcurrido nos une a ellos.
No cabe la menor duda de que en un principio este suspiro del corazón pinta una leve sonrisa en nuestros labios, pero una sonrisa que es rápidamente apagada por la segunda y terrible experiencia, la de constatar que esos tiempos felices del pasado nunca volverán, la de caer en la cuenta de lo dramática y cruel que es la vida, que como un río incapaz de volver sobre su curso y abocado inexorablemente a morir en el mar del olvido, transcurre sin vuelta atrás.
Por un momento nos cautivó, nos dejó jugar de nuevo a ser niños, cerrar los ojos y viajar en el tiempo disfrutando del paisaje. Pero cuando los ojos se vuelven a abrir la realidad nos golpea con una agresividad brutal, pues ese viaje es sólo un espejismo que nos deja con lágrimas en los ojos y con el corazón lleno de melancolía.
He de confesar que durante mucho tiempo me hice el hombre duro y fuerte, incluso me atreví a dar consejo a aquel que sufría esta experiencia. Por mi trabajo me he visto abocado muchas veces a acompañar los momentos emocionalmente más intensos de la vida de las personas: el amanecer de una vida, el amor, la experiencia del dolor y de la muerte... Sólo cuando quedé al margen de esa “profesión” aparecieron en mi vida esos viejos fantasmas, caí en la cuenta de que el viejo Moisés también estaba en el desierto y de que él, al igual que su pueblo, también añoraba las cebollas de Egipto; tal vez no lo aparentara ni lo dijera, salvo en lo secreto de su oración, cuando a solas clamaba a Yahvé en lo alto de la montaña, sin dar pie a que su pueblo tuviera ni la más mínima sombra de sospecha de que su líder y jefe espiritual también suspiraba por el pasado como ellos. ¿Qué clase de líder sería? ¿Quién podría confiar en él?
Frente a esta experiencia también cabe dos opciones distintas que parecen claras: una sería la de tratar de volver atrás en el tiempo y si no es posible revivirlo, al menos intentar recuperar sus recuerdos creando otros nuevos lo más parecidos posibles. Sería algo así como dejar de caminar, buscar en el desierto el oasis o el paisaje que más recuerde a Egipto e instalarse en él para rehacer la vida.
La otra alternativa requiere algo de más fe, pues supone saber secarse las lágrimas del pasado, es más, convertirlas en lágrimas de agradecimiento, y seguir caminando únicamente apoyado en la promesa de una nueva tierra en la que no hay más garantía que una creencia y un camino que en si mismo está cargado de lecciones y de vida.
Parece claro que la única vía posible para recuperar la felicidad es la segunda, sin duda también la más difícil. Dejar pasar el tiempo de la tempestad es todo un arte que ha de hacerse con una entrega total, con absoluto abandono, lo cual no es difícil cuando nos vemos derrotados, hundidos, desesperados.
El sufrimiento sólo aparece mientras quedan restos de prepotencia en nosotros, mientras que nuestro orgullo no se ha agotado, pero cuando se ha llegado a este punto uno descubre misteriosamente que sólo queda la esperanza. Algunos se resisten a llamarla así y prefieren ver en este momento una proyección de nuestros sueños que no por consoladores son verdaderos, algo así como un autoengaño. Esa no es mi experiencia y es así que la ofrezco como un verdadero tesoro.
Si bien en nuestra vida hay problemas que nos llevan al fracaso, en nuestro espíritu no ocurre lo mismo y uno siempre puede abrirse a la dicha de ver como nuestros ojos se cierran mirando a lo alto, a un futuro en el que se cree por que se intuye, casi se palpa.
Moisés murió sin ver la tierra prometida pero consciente de que su pueblo entraría en ella y de que él también lo haría en el corazón de cada uno de sus hermanos. Es este un concepto precioso que en estos tiempos de individualismo no se valora lo suficiente. Me refiero al hecho de que somos PUEBLO, asamblea, de que nadie sufre ni goza solo y que el mayor de los desastres sobreviene cuando se trata de experimentar esta experiencia al margen de la familia en la que estamos entroncados, de los nuestros.
Ahora bien, qué hay cuando se entrega la vida sin sombra de futuro, cuando se cierra los ojos en el más absoluto de los fracasos. Dios no está ausente en esta experiencia. Cuando el desastre se escribe con mayúsculas y es definitivo todavía hay que guardarse una sonrisa para llevárnosla con nosotros, pues para Dios NADA hay que sea imposible. El que crea, que entregue su vida con confianza.
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