jueves, 4 de febrero de 2010

Un propósito firme para vivir el Evangelio

Pidamos en la oración, la gracia de Dios para romper con el pecado y para vivir, en serio, el Evangelio.
Autor: P. Fernando Pascual LC Fuente: Catholic.net

Si reconocemos que el mundo es efímero y que no hay nada seguro en el reino de los átomos y la energía.

Si aceptamos que el cuerpo sufre un continuo desgaste y que no es posible mantener indefinidamente un buen nivel de salud y de habilidades psíquicas.

Si percibimos que los deseos a veces fluctúan en la propia alma, que pueden orientarnos hacia lo bueno y noble sólo si los guiamos con propósitos firmes y con ideas claras, o pueden llevarnos al pecado y la injusticia si seguimos nuestras pasiones más mezquinas.

Si nos toca sufrir el drama de perder la propia fama, o el trabajo, o la amistad, o los afectos de la familia.

Si abrimos los ojos al engaño de la avaricia y descubrimos que el dinero puede destruirnos con su fragilidad absurda.

Si salimos del sueño de placeres vanos, de imágenes brillantes y vacías, de músicas que embotan el corazón, de sustancias que provocan alucinaciones y que destruyen la nobleza del alma.

Si rompemos con ese egoísmo que lo centra todo en la búsqueda del propio bienestar y en la autoestima miserable, para descubrir que vale la pena dar la vida por quienes viven a nuestro lado.

Si dejamos que la inteligencia vuele alto, reconozca la belleza y la bondad de Dios, confiese que Cristo es el Hijo del Padre, y se lance a nadar en el mundo de las verdades eternas.

Si fortificamos la voluntad para que tome decisiones serias, orientadas hacia bienes verdaderos y hacia el amor sincero, capaces de ayudar a amigos y enemigos, con la energía necesaria para apartar los ojos y el corazón de los caprichos egoístas.

Si suplicamos, en la oración, la gracia de Dios para romper con el pecado y para vivir, en serio, el Evangelio.

Si usamos nuestras palabras y nuestro tiempo para anunciar desde las terrazas, como católicos, la gran noticia de la Muerte y de la Victoria de Jesucristo el Nazareno.

Entonces significa que hemos puesto la mano en el arado para no mirar nunca atrás: seremos verdaderos discípulos del Maestro, abriremos horizontes de esperanza para el corazón de tantas personas que serán tocadas por Dios gracias a la luz que brilla en nuestra vida nueva. Sigue leyendo

lunes, 25 de enero de 2010

Una abuelita en la cárcel por el aborto


El gravísimo delito de Linda Gibbons ha sido pararse, con una pancarta, fuera de clínicas abortistas en Canadá.

Autor: Jorge Enrique Mújica, L.C. Fuente: www.buenas-noticias.org

Tiene poco más de 60 años, no mide más de 1,50 metros y apenas si llega a los 50 kilos de peso. En los últimos 15 años ha estado en la cárcel alrededor de 75 meses, unos 7 años. Inclusive ha pasado ahí la Navidad. No, no asaltó a nadie, no golpeo tampoco a ninguno, ni mucho menos cometió o procuró un aborto. Se manifestó. Y se podría pensar que entonces lo hizo violentamente, gritando improperios, rompiendo a su paso ventanas de hogares y negocios e incendiando coches (como suele pasar en no pocas manifestaciones) estaríamos lejos de la realidad.


El gravísimo delito de Linda Gibbons ha sido pararse, con una pancarta, fuera de clínicas abortistas en Canadá, desde 1994, buscando también aconsejar. “Entonces la pancarta sería muy agresiva, y por eso la meterían a la cárcel”, podría venir a la mente. No. Por poner un ejemplo, una de sus últimas pancartas decía: “¿Por qué, mamá? Si tengo mucho amor que dar”.


En octubre de 1999, por citar un caso, la policía de Toronto usó métodos violentos para arrestar a Linda Gibbons. ¿Motivos? La abuelita estaba fuera de una clínica para asesinar niños, tratando de hacer reflexionar a las mujeres que iban a entrar. La policía también arrestó a los tres reporteros que cubrían la nota y les confiscó las cámaras fotográficas. En esa ocasión, después del arresto, Linda permaneció las primeras 26 horas sin comida, bebida o cobijas para pasar la noche. En otro momento, Gibbons fue condenada a seis meses de prisión por haberse manifestado pacíficamente. Paradójicamente, su compañera de celda había sido condenada a tres meses por una agresión con violencia, y que ciertamente no tenía que ver con la defensa de la vida.


Un artículo publicado por Nigel Hannaford en The Calgary Herald (cf. 04.10.2008) hacía notar un contraste en el trato dispensado a la abuelita Gibbons: “Si Gibbons fuera una sindicalista que participara en una huelga, podría gritar tanto como quisiera. En este país (Canadá), la policía se mantiene a distancia aunque rompan los cristales a los camioneros. Entonces, ¿dónde está el problema si una mujer se dirige pacíficamente a otra que va a una clínica abortista? Ah, dice el otro lado, nadie debe interferir en un asunto que tiene que ver con la salud del otro. Es verdad. Pero la mujer no está enferma, está embarazada. Dada la sangrienta realidad del aborto, preguntar a alguien si realmente sabe lo que va a hacer parece justo”.


Pero la cárcel no ha sido un obstáculo para Linda Gibbons. Sale y vuelve a la lucha: “Si estuviera toda una vida en la cárcel y sólo un niño hubiera sido salvado, habría merecido la pena”, ha dicho a los guardias y compañeras que le preguntan si vale de algo lo que hace si al final termina en prisión. De hecho en la misma cárcel el trabajo continúa y más de una presa ha decidido continuar su embarazo tras hablar con la abuelita Gibbons. “Un cristiano en la cárcel no es tiempo perdido”, también ha afirmado. Por fortuna, Linda Gibbons ya tiene la alegría de contar a un buen número de niños cuyas madres decidieron tenerlos después de toparse con ella.



La abuelita Gibbons es un testimonio de amor a la vida, también a la del prójimo y, sobre todo, a la del más indefenso; es un ejemplo de tesón, perseverancia, fe y esperanza. Suele decirse que son los pro-vida los que quieren meter mujeres a la cárcel por abortar (algo completamente falso, dicho sea de paso), pero el caso concreto de Linda Gibbons pone de manifiesto que realmente, en la práctica, sucede lo contrario. ¿Conoce usted a alguna mujer que por abortar esté en la cárcel? Sigue leyendo

jueves, 7 de enero de 2010

EL REGALO DE LOS REYES MAGOS


Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escucharle como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta en voz algo baja, como con miedo, le dijo:
- ¿papá?
- Sí hija, cuéntame
- Oye quiero...que me digas la verdad
- Claro hija. Siempre te la digo.
- Respondió el padre un poco sorprendido
- Es que..- titubeó Cristina
- Dime hija, dime.-
- Papá ¿existen los Reyes Magos?.
- El padre de Cristina se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.
- Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?.
- La nueva pregunta de Cristina le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:
- ¿Y tú qué crees, hija?
- Yo no se, papá, que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tu no me engañas, pero como las niñas dicen eso.
- Mira hija efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero...
- ¿Entonces es verdad?- , cortó la niña con los ojos humedecidos.- ¡Me habéis engañado!
- No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen, - respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Cristina
- Entonces no lo entiendo papá.-
- Siéntate, cariño, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla.
- dijo el padre mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.
Cristina se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:
Cuando el Niño Dios nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño!. Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.-
- ¡Oh, sí!.- exclamó Gaspar.- Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.
- Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría comentó:
- Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.
Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo.
El Niño Jesús que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento sonrió y la voz de Dios se escuchó en el Portal:
- Sois muy buenos, queridos Reyes, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?
- ¡Oh, Señor!- dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas. Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero... no podemos tener tantos pajes... no existen tantos.-
- No os preocupéis por eso - dijo Dios - yo os voy a dar , no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.-
- ¡Sería fantástico! ¿pero cómo es posible? - dijeron a la vez los tres Reyes con cara de sorpresa y admiración.
- Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben de querer mucho a los niños ?- preguntó Dios.
- Sí claro, eso es fundamental - asistieron los tres Reyes.
- Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?-
- Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje - respondieron cada vez más entusiasmados los tres.
- Pues decidme, queridos Reyes, ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?
- Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando cuando la voz de nuevo se volvió a oír:
- Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, YO, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen.
También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y, alrededor del Belén, recordaran que gracias a los Tres Reyes Magos todos son mas felices.
- Cuando el padre de Cristina hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó y dando un beso a sus padres dijo:
- Ahora sí que lo entiendo todo papá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.
- Y corriendo se dirigió a su cuarto regresando con su hucha en la mano mientras decía:
- No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero.
- Y todos se abrazaron mientras a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.
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domingo, 3 de enero de 2010

Mi hijo me dijo que tenía que cambiar mi comportamiento en el Chelsea‏


«Mi hijo me dijo que tenía que cambiar mi comportamiento en el Chelsea»
«Le dije a mi hijo que nunca hiciera lo que yo hice».
Autor: Jorge Ranninger, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org


Didier Drogba no pasa desapercibido en el mundo del fútbol y de la sociedad inglesa. Actualmente visto como uno de los delanteros punta con más “instinto asesino” en el área contraria.

Este ávido y habilísimo delantero central del equipo de fútbol inglés, Chelsea, ha hecho con sus goles que su equipo ocupe el primero lugar de dicha liga, por delante del Manchester United. Por otro lado, sus controvertidas reacciones, con algunos tintes de comportamientos descontrolados durante ciertos partidos, han marcado su fama. No menos llamativa es su actividad en favor de los menos favorecidos: es el primer promotor de la construcción de un hospital en Abidjan, capital de Costa de Marfil, país natal del Didier.

Este es el perfil de Didier, originario de Costa de Marfil, 31 años, capitán de su selección de fútbol y padre entre otros del pequeño Isaac, de ocho años de edad.

El 7 de noviembre en una entrevista que Didier concedió, abrió su corazón después de lo ocurrido en junio pasado en la semifinal de la Champions League contra el FC Barcelona. Éste último se alzaría finalmente con la copa de campeón de Europa.

En ese partido el Chelsea quedó eliminado de la Champions League gracias a un gol en el último minuto de Andrés Iniesta, jugador del Barcelona. Durante el enfrentamiento hubieron varias jugadas controvertidas en el área del Barcelona, pero en ninguna de ellas el árbitro, Tom Henning Ovrebo, marcó alguna infracción. Ya en los últimos minutos del partido y una vez terminado, varios jugadores del Chelsea acosaron fuertemente al árbitro, increpándole con violencia, entre ellos Didier.

«Este árbitro estaba comprado. Yo no sé si es un árbitro o un ladrón. No hay palabras para describir a la persona que arbitró hoy en el campo. La manera en que arbitró el partido no fue la manera más correcta. No debería de volver a arbitrar».

Éstas acusaciones de Drogba tuvieron fuerte impacto en los medios de comunicación. Posteriormente el jugador fue sancionado con tres partidos de castigo.

Isaac Drogba, hijo de ocho años de Didier, jugador de las categorías inferiores del Chelsea, es el fan número uno de su padre. El día del partido contra el Barcelona, estaba con sus amigos del colegio viendo el encuentro.

«Al final del partido mi hijo Isaac quedó muy avergonzado de mi comportamiento en el campo de fútbol. Lo mejor es que Isaac vino conmigo y me dijo: “Papá, no está bien lo que has hecho. Te deberían de haber pitado algunas faltas a favor, pero no está bien lo que le has hecho al árbitro”».

«Le dije a mi hijo que nunca hiciera lo que yo hice».

«Normalmente no me importa lo que gente piense de mí, pero en esta ocasión era realmente importante pedir disculpas, especialmente porque muchos niños estaban viendo el partido».

«Después del partido contra el Barcelona la situación se hizo difícil para mí. Cometí un error, pero estaba frustrado porque veía que la gente no había entendido porque había reaccionado. Pedí perdón y todo, pero también quería mostrar que no soy aquel tipo de personas piensan que soy. No soy una mala persona. Busco ganar y a veces reacciono. La pasión me arrastra. Es parte de mi forma de ser y que tengo que mejorar. Todos somos seres humanos».

Parece una historia con un final feliz. Y lo es. Pero todas las historias siempre tienen dos caras.

Por un lado te deja un pequeño sabor amargo, porque hay muchos jóvenes que endiosan a sus ídolos y todo lo que hacen se convierte en código de conducta para ellos. ¡Qué gran responsabilidad para los grandes deportistas tener en cuenta esto! Por otro lado surge inmediatamente una sensación de satisfacción porque vemos que a pesar de estar rodeado de fama y gloria, personas como Drogba se dan cuenta de sus propios errores y saben pedir disculpas.

Pero el detalle que marca la diferencia es que hay hijos como Isaac que no tienen endiosados a sus ídolos, aunque sea su propio padre. Se dan cuenta que también ellos pueden cometer errores, y estos no hay que imitarlos. Sigue leyendo

viernes, 1 de enero de 2010

GRACIAS SEÑOR



Que pasa Banda!!!... pues si... ya se termino el 2009 y llega un nuevo año, el 2010.. ahhhh... en serio??? se diran algunos... en serio que el Tavares es bien inteligente jejejeje... pero asi es banda... se va un gran año en nuestras vidas... bueno... al menos para mi asi lo fue.. no se para ustedes si lo fue o no, pero saben creo que asi es... por que si estan leyendo esto... es por que tienen vida, salud y sobre todo mucho paciencia para leer lo que escribe el Tavares jejejeje..... y como les decia, se nos fue un gran año.. un año en el que para mi me dejo muchas experiencias en mi vida, se fueron algunas personas de mi vida algunas por que el Señor las mando llamar, otras porque nuestros caminos se separaron, este año 2009 entonces se ha terminado con todo... con sus risas, alegrias, tristezas, depresiones, lagrimas, con algunos proyectos que se terminaron algunos que seguiran pendientes para el 2010, muchos amigos nuevos, nuevas vidas que nacieron, algunas otras como ya lo mencione que ya se adelantaron a la vida eterna, y asi con tantas experiencias buenas y otras que no fueron como esperabamos, se no va otro año y llegamos al inicio de uno nuevo que igual tendra todo lo que el 2009, tendra mas experiencias, mas alegrias, mas exitos, igualmente, tristezas, decepciones, corajes y muchas cosas mas y de igual forma dentro de un año estaremos diciendo los mismo que se ha ido con todo esto... pero saben banda... la vida me ha enseñado que solo Dios prevalece en nuestras vidas, el no pasa, ni lo dejamos atras, el siempre esta con toda la banda, y siempre nos da lo mejor y se banda que este año 2010 nos dara tantas cosas y todas son buenas... y es por eso que quiero compartir esta reflexion que dice todo de lo que quiero darle gracias a Dios y sobre todo lo que quiero que me de para este año que comenzamos... y les doy gracias a todos ustedes por permitirme compartir estos correos y espero poder compartir muchos mas este año... gracias banda... mis amigos...

cuidense mucho y traten de ser felices...

su amigo

JF Tavares

PD. Solo Dios basta...



GRACIAS SEÑOR

Por todo cuanto me diste en el año que termina, gracias por los días de sol y los nublados tristes, por las tardes tranquilas y las noches oscuras.

Gracias por la salud y por la enfermedad, por las penas y las alegrías.

Gracias por todo lo que me prestaste y luego me pediste.

Gracias Señor, por la sonrisa amable y por la mano amiga, por el amor y por todo lo hermoso y por todo lo dulce, por las flores y las estrellas, por la existencia de los niños y de las almas buenas.

Gracias por la soledad, por el trabajo, por las inquietudes, por las dificultades y las lágrimas.

Por todo lo que me acercó a Ti.

Gracias por haberme conservado la vida, y por haberme dado techo, abrigo y sustento

Gracias, Señor, porque naciste, viviste y moriste por nosotros, pero gracias especialmente, Señor, por las enseñanzas inolvidables que nos dejó tu paso por la tierra, por la humildad que nos mostraste al elegir el lugar de tu nacimiento, por el amor ilimitado en que está basada tu doctrina, por la ternura que representa tu madre, la virgen María, por la generosidad con que compartiste con nosotros el reino de tu Padre, por la entrega total que nos hiciste a través de la Eucaristía, por el sacrificio de una muerte cruel, que aceptaste por nosotros, por la promesa feliz contenida en tu resurrección.

Pero gracias, especialmente, Señor, porque te conozco y te amo. Gracias por haber nacido una helada noche de diciembre, en la más humilde de las condiciones, sólo para traernos una luz de verdad, que no habrá de apagarse nunca, en tanto haya una sola alma que evoque el mensaje de los Ángeles a los pastores la noche de tu nacimiento.

Gracias Señor, por mis brazos perfectos, cuando hay tantos mutilados, por mis ojos sanos, cuando hay tantos sin luz, por mi voz que canta, cuando hay otras que enmudecen, por mis manos que trabajan, cuando tantas mendigan, por tener un hogar donde regresar, cuando hay tantos que no tienen a donde ir, por sonreír, cuando hay tantos que lloran, por amar, cuando hay tantos que odian, por soñar, cuando hay tantos que se revuelven en pesadillas, por vivir, cuando hay tantos que perecen antes de nacer, y sobre todo, Señor, por tener poco que pedirte y tanto que agradecerte, porque me has dado HOY lo necesario para vivir.

Gracias Señor.
Gracias Señor.

Señor. ¿Qué me traerá el año que empieza?

Lo que Tu quieras Señor, pero te pido fe para mirarte en todo, esperanza para no desfallecer, y caridad para amarte cada día más, y para hacerte amar entre los que me rodean.

Dame paciencia y humildad, desprendimiento y generosidad, dame Señor, lo que tu sabes que me conviene y yo no sé pedir.

Que tenga el corazón alerta, el oído atento, las manos y la mente activas, y que me halle siempre dispuesto a hacer tu Santa Voluntad.

Derrama Señor, tus gracias sobre todos los que amo y concede tu paz al mundo entero.

Así sea
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viernes, 25 de diciembre de 2009

RECUERDOS DE UNA NAVIDAD


No lo creí. El Niño Jesús tenia cosas más importantes que hacer con su tiempo que observar si yo era un niño bueno o malo. Aún con mi limitada sabiduría de un niño de siete años, había decidido que, en el mejor de los casos, sólo podía vigilar a dos o tres muchachos a la vez. Y, sin embargo, mamá, que sabía todo, me había repetido una y otra vez que? sabía, veía y evaluaba todas nuestras acciones y que no podíamos compararlo con cualquier cosa que pudiéramos entender nosotros, los seres humanos.

En esta Época navideña en particular, mi comportamiento de un niño siete años era todo menos ejemplar. Mis hermanos y hermanas, todos mayores que yo, por lo visto nunca causaban problemas. En cambio yo siempre estaba en medio de todos los problemas. En pocas palabras, era un niño malcriado.

Cuando menos un mes antes de la Navidad, mamá me advertía: "Te estás portando muy mal, Felice. De modo que me amonestaba, más vale que cambies tu comportamiento. Yo no puedo portarme bien por ti. Sólo tu puedes optar por ser un buen niño".

"¡Que me importa!", contestaba yo - . De todos modos el Niño Jesús nunca me trae lo que quiero.

Mis amigos recibían bicicletas, rompecabezas, bastones de caramelo y guantes de béisbol, yo recibía manzanas, naranjas, nueces surtidas y algunas castañas, tan duras como las piedras. Durante las siguientes semanas hacía muy poco para mejorar mi comportamiento.

Como sucede en la mayoría de los hogares, la Nochebuena era mágica. A pesar de que éramos muy pobres, siempre teníamos comida especial para la cena. Como somos una familia católica, todos íbamos a confesarnos y después nos dedicábamos a decorar el árbol. La noche terminaba con una pequeña copa del maravilloso ponche de mamá. No importaba que tuviera un poco de frutas; la Navidad sólo llegaba una vez al año!

Fue cuestión de minutos, después de escuchar los primeros movimientos, para que todos nos levantáramos y saliéramos disparados hacia el patio donde estaban colgadas nuestras medias y debajo de éstas se encontraban nuestros brillantes zapatos recién lustrados.

Todo estaba tal como lo habíamos dejado la noche anterior. Excepto que las medias y los zapatos estaban llenos hasta el tope con los generosos regalos... es decir, todos excepto los míos. Mis zapatos, muy brillantes, estaban vacíos. Mis medias colgaban sueltas en el tendedero y también estaban vacías.

Alcancé a ver las miradas de horror en los rostros de mi hermano y mis hermanas. Todos nos detuvimos paralizados. Todos los ojos se dirigieron hacia mamá y papá y luego regresaron a mí.

- Ah, lo sabía - dijo mamá -. A Jesús no se le va nada. El sólo nos deja lo que merecemos.

Mis ojos se llenaron de lágrimas. Mis hermanas trataron de abrazarme para consolarme, pero las rechacé con furia.
Me dejé caer en los brazos de mamá. Ella era una mujer voluminosa y su regazo me había salvado de la desesperación y de la soledad en muchas ocasiones. Noté que ella también lloraba mientras me consolaba. También papá. Los sollozos de mis hermanas y los lloriqueos de mi hermano llenaron el silencio de la mañana.

Después de un rato, mi madre dijo, como si estuviera hablando con ella misma:

- No le quedó alternativa a Jesús. Tal vez el próximo año Felice decida portarse mejor.

De inmediato todos vaciaron el contenido de sus zapatos y medias en mi regazo.

- Ten, me dijeron -, toma esto.

- Felice, -me dijo , ¿entiendes por qué Jesús no pudo dejarte regalos?

- Si, respondí.

- Jesús nos recuerda que siempre tendremos lo que merecemos. No podemos evadirlo. Algunas veces resulta difícil entenderlo y nos duele y lloramos. Pero nos enseña lo que está bien hecho y lo que está mal y, así, cada año seremos mejores.

No estoy muy seguro de haber entendido en aquellos momentos lo que mamá quiso decirme. Sólo estaba seguro de que yo era amado; que me habían perdonado por cualquier cosa que hubiese hecho y que siempre me darían otra oportunidad.

Jamás he olvidado aquella Navidad tan lejana. Desde entonces, he llegado a comprender que he sido egoísta, malcriado, imprudente y quizá, en ocasiones, hasta cruel... pero nunca olvidé que cuando hay perdón, cuando las cosas se comparten, cuando se da otra oportunidad y amor sin límite, ¡Jesús siempre está presente y siempre es Navidad.!



Anonimo
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martes, 8 de diciembre de 2009

Su nombre era "Cubo de agua"‏


Su nombre era "Cubo de agua"
Se dirigió al hospital más cercano para abortar. Le dieron cita y hora. La operación sería al día siguiente. Sólo le pidieron algo: que llevara un cubo de agua.
Autor: Fernando Magallanes, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org





En 1997, Juan Pablo II visitó la ciudad de Sarajevo, flagelada por la fratricida guerra de los Balcanes. Celebró la santa misa en el estadio de la ciudad. Entre el frío y la capa de nieve, sumergidos entre la concurrencia, estaba presente una mujer con su hijito. Este niñito era especial. Su nombre, era “Cubo de agua”, en serbo-croata.

Este peculiar nombre era la coronación de la grandiosa hazaña de su madre. El niño fue concebido durante la etapa más dura del asedio de la ciudad. Cuando su madre se dio cuenta de que estaba embarazada, decidió abortar. Ya tenía 2 hijos ¿Para qué otro más? Todos los servicios públicos habían sido destruidos: agua, luz, teléfono. Esta pobre mujer, para atender a sus dos hijos, se jugaba la vida cada día. Salía diariamente de su casa, entre escombros y ruinas, para llegar a una fuente cercana, llenar un cubo de agua, y volver con él hasta su vivienda. Nunca era suficiente uno solo. Con él preparaba la comida y daba de beber a sus hijos, lavaba la poca ropa que tenían, atendía sus necesidades.

Literalmente se jugaba cada día la vida. Algún francotirador de los alrededores podía gastar su tiempo encuadrando en la mira de su arma a la mujer. Era común en su trayecto diario, escuchar disparos, sollozos, llanto, muerte.

Se dirigió al hospital más cercano para abortar. Le dieron cita y hora. La operación sería al día siguiente. ¿Tenía alguna razón para abortar?, ¿le preguntaron el motivo? Únicamente hacía falta mirar alrededor: sangre, angustia, horror. Bastaba con sólo ver la mirada aterrada y sin esperanza de las personas. ¿Para qué traer a la inclemente vida a un inocente? Las circunstancias parecían dar razón suficiente para justificar la amarga decisión.

Sólo le pidieron algo: que llevara un cubo de agua. Con éste se consumaría la operación, pues las condiciones sanitarias eran pésimas. Cada cual debía costear algo de su propia operación. Y volvió a su casa pensando en esto: - Este cubo de agua que necesitaré para la operación y que matará a mi hijo es el mismo con el que logro que vivan mis otros hijos. Un cubo de agua es la vida, un cubo de agua es la muerte un cubo de agua

¿Qué ocurrió? La madre decidió con valentía seguir adelante con su embarazo. No se presentó en el hospital. Y al cabo de unos meses, trajo al mundo a su pequeño hijo. Le dio el nombre de “Cubo de agua”, como coronado la inmensa hazaña de su corazón valiente. El pequeño y su madre, años más tarde, contemplaban al peregrino de la esperanza, que venía a traer el mensaje de paz y reconciliación a su desgarrada patria.

¡Cuántas madres hay que realizan tales hazañas de amor! ¿Quiénes son los beneficiados? Sus hijos. Tal vez las todas las madres no siempre se hallen en las mismas circunstancias, pero el corazón y el amor maternales son los mismos. Tal vez esa sea la hazaña de nuestras propias madres: amar a sus propios hijos con un corazón valiente, sin importar el coste o el dolor, en los momentos fáciles y en los difíciles. Y el acto heroico de la madre de “Cubo de agua” es una de ellas.

Con datos del libro ¡Adiós, Juan Pablo amigo!, de Paloma Gómez Borrero, (Plaza & Janes, 2005). Sigue leyendo