Cuánta necesidad de atención en un «me gusta» de Facebook
Autor: Jorge Enrique Mújica, LC | Fuente: www.religionenlibertad.com
Por la mañana del 4 de octubre de 2012 Facebook superó los mil millones
de usuarios registrados que utilizan activamente esa red social al menos
una vez al mes.
En un lapso menor a diez años Facebook se ha
convertido en un ambiente de socialización que ha derivado en el
nacimiento de una nueva «clase social»: la de los mendigos digitales.
Es
sabido que la dinámica del compartir es el punto de partida y éxito no
sólo de Facebook sino, en general, de todas las redes sociales. El
contenido que las personas cargan en los espacios digitales suele ser
una ocasión para mostrar a los otros la propia vida y, en torno a eso,
despertar una conversación que posibilite conocer impresiones sobre lo
compartido. En ese sentido, compartir implica sopesar la relevancia de
lo mostrado que, en definitiva, supone calibrar también una forma de
aprecio hacia la persona que comparte.
En las relaciones sociales que internet facilita, un "me gusta" equivale
a una muestra de aprecio e interés y, en consecuencia, eso se convierte
en un objetivo indirectamente buscado al momento de compartir
fotografías, pensamientos, videos, etc. En no pocas ocasiones, el deseo
de ser tomado en cuenta termina por convertir a la persona en un
limosnero de "me gusta"; los "me gusta" acaban convirtiéndose en un
alimento de la propia vanidad y, en realidad, importa poco quién los
haga mientras sean muchos. De esta manera, la vanidad degenera en gula:
los "me gusta" serán siempre pocos y el hambre de ellos será siempre
mayor e insaciable.
Como se puede advertir, ya no es la relación
interpersonal la que importa ni la que está al centro, sino la
«necesidad» de ser tomado en cuenta y a toda costa. ¿Qué es eso sino la
búsqueda de popularidad a cualquier precio? Evidentemente, en no pocos
casos, el anhelo de relevancia supondrá no sólo ingentes inversiones de
tiempo para conocer al segundo quién o cuántos dieron el último "me
gusta" sino también el exponerse más y más en el afán de conseguir más
reacciones que alimenten el propio ego.
El ser humano está hecho
para la relación. En antropología filosófica se habla de «alteridad»,
de ese deseo del hombre de salir al encuentro del otro, del ser acogido y
acoger. En el fondo, tal vez las personas que han pasado a engrosar esa
nueva y creciente «clase social digital» están manifestando una
inquietud interior más grande que, en realidad, compartimos todos los
seres humanos: el deseo de aprecio y el hambre de trascendencia.
En
la visión cristiana del mundo hay un plus que ayuda a encauzar esos
grandes y profundos anhelos: quien medita en la propia existencia, en
su condición de creatura, puede reconocer que la propia vida supone un
"me gusta" por parte de Dios. ¡Somos amados y en consecuencia la vida
tiene un horizonte! El amor que no acaba ha hecho una opción por
nosotros y la vida es una muestra de ello. Es ese mismo Dios-Amor el que
mantendrá indefectiblemente esa opción por nosotros y la traducirá en
la vida diaria en un amor continuado, en un interés por sus criaturas.
Los
usuarios de Facebook tienen la vocación de desarrollar un estamento
social emergente: el de los «multimillonarios de sentido» que saben que
su vida tiene un porqué, independientemente de la cantidad de "me
gusta"... Su riqueza es precisamente saber que son importantes para Dios
y que así su vida se convierte en misión: en la misión de compartir ese
amor a más personas. Sí, los «multimillonarios de sentido» están
llamados a
redistribuir esa riqueza.
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