miércoles, 8 de diciembre de 2010

¡Dime qué esperas y te diré quién eres!

Bueno... pues ahora es tiempo del Adviento... y que es el Adviento?? pues es simple... es la preparación que todo católico lleva para recibir al Salvador, al Hijo de Dios, para la Navidad del Señor, el nacimiento de Jesús, para la navidad...

ehhh esperense... aguanten... como que ya van de compras?? esperen... que "la cosa es calmadaaa!!"

hablamos de otro tipo de preparación, no tanto de comprar regalos, de preparar la cena de Navidad, de adornar el arbolito o el nacimiento, etc, etc....

de la preparación de mi persona, de mi corazón, de mi alma, de mi ser, de mi relación con los demás, de mi relación con Dios, esa es la preparación que todo católico lleva este tiempo de Adviento.

Nos han comercializado y materializado tanto la "navidad" que nos preocupamos mas por que vamos a regalar, que vamos a cenar, que si las esferas del arbolito ya están quebradas, que la serie ya se fundió, que nos olvidamos del festejado, decimos feliz navidad!! sin acordarnos del que ha nacido, porque?? porque en este tiempo de adviento no tuvimos la preparación para hacer que el milagro de la navidad se diera en nuestros corazones y es por eso que después salen frases como "amarga navidad", "esta navidad fue tan deprimente", "la época de navidad para muchos es la mas depresiva en el año", otros hasta se suicidan en navidad, porque?? por sienten ese vació en sus corazones, porque no dejamos que ese pequeño niño que nació hace 2010 años nazca en nuestros corazones, no le damos la oportunidad de que nos cambie, solo... solo dejamos que influencie en nuestras vidas de una manera muy superficial, en que sentido, en el sentido de que mientras dura "la época de la navidad" damos abrazos, sonreímos a otras personas, le hablamos aquel pariente que se encuentra lejos, damos regalos, para terminar pronto.. damos un poquito del amor que tenemos a los demás.. un poquito... pero que pasa después de "navidad"??, las sonrisas se van, porque ya se da uno cuenta de que: "no manches!!! gastamos mucho en regalos y cena de navidad" o ya no hay un pretexto "contagioso" para dar abrazos, sonrisas y buenos deseos a las personas, y todo porque?? porque nuestra "navidad superficial" se termino...

pues así es banda... creo que es mejor prepararse espiritualmente para recibir a nuestro Señor en nuestras vidas y en verdad ser testigos del Milagro de la Navidad recibiendo a Jesús en nuestros corazones y vidas...

los dejo con la siguiente reflexión...

cuídense y traten de ser felices!!

su amigo

JF Tavares




¡Dime qué esperas y te diré quién eres!
Recordar las maravillas de Dios en la historia
Autor: Fr. Thomas Rosica, C.S.B. | Fuente: zenit.org

La Iglesia ha entrado en el tiempo litúrgico de Adviento. Los cristianos proclaman que el Mesías ha venido realmente y que el reino de Dios está a nuestro alcance. El Adviento no cambia a Dios. El Adviento profundiza en nuestro deseo y en nuestra espera de que Dios realice lo que los profetas anunciaron. Rezamos para que Dios ceda a nuestra necesidad de ver y sentir la promesa de salvación aquí y ahora.

Durante este tiempo de deseo y de espera del Señor, se nos invita a rezar y a profundizar en la Palabra de Dios, pero estamos llamados ante todo a convertirnos en reflejo de la luz de Cristo, que en realidad es el mismo Cristo. De todas formas, todos sabemos lo difícil que es reflejar la luz de Cristo, especialmente cuando hemos perdido nuestras ilusiones, cuando nos hemos acostumbrado a una vida sin luz y ya no esperamos más que la mediocridad y el vacío. Adviento nos recuerda que tenemos que estar listos para encontrar al Señor en todo momento de nuestra vida. Como un despertador despierta a su propietario, Adviento despierta a los cristianos que corren el riesgo de dormirse en la vida diaria.

¿Qué esperamos de la vida o a quién esperamos? ¿Por qué regalos o virtudes rezamos en este año? ¿Deseamos reconciliarnos en nuestras relaciones rotas? En medio de nuestras oscuridades, de nuestras tristezas y secretos, ¿qué sentido deseamos encontrar? ¿Cómo queremos vivir las promesas de nuestro Bautismo? ¿Qué cualidades de Jesús buscaremos para nuestras propias vidas en este Adviento? Con frecuencia, las cosas, las cualidades, los regalos o las personas que buscamos y deseamos dicen mucho sobre quiénes somos realmente. ¡Dime qué esperas y te diré quién eres!

Adviento es un período para abrir los ojos, volver a centrarse, prestar atención, tomar conciencia de la presencia de Dios en el mundo y en nuestras vidas.

Nuestro Bautismo nos hace participar en la misión real y mesiánica de Jesús. Cada persona que participa en esta misión participa también en las responsabilidades regias, en particular, en el cuidado de los afligidos y de los heridos. Adviento ofrece la maravillosa oportunidad de realizar las promesas y el compromiso de nuestro Bautismo.

Benedicto XVI ha escrito que "el objetivo del año litúrgico consiste en recordar sin cesar la memoria de su gran historia, despertar la memoria del corazón para poder discernir la estrella de la esperanza. Esta es la hermosa tarea del Adviento: despertar en nosotros los recuerdos de la bondad, abriendo de este modo las puertas de la esperanza".

En este tiempo de Adviento, permítanme presentarles algunas sugerencias. Acaben con una riña. Hagan la paz. Busquen a un amigo olvidado. Despejen la sospecha y sustitúyanla por la confianza. Escriban una carta de amor.

Compartan un tesoro. Respondan con dulzura, aunque les gustara una respuesta brutal. Alienten a un joven a tener confianza en él mismo. Mantengan una promesa. Encuentren tiempo, tómense tiempo. No guarden rencor. Perdonen al enemigo. Celebren el sacramento de la reconciliación. Escuchen más a los otros. Pidan perdón si se han equivocado. ¡Sean gentiles aunque no se hayan equivocado! Traten de comprender. No sean envidiosos. Piensen antes en el otro.

Rían un poco. Ríanse un poco más. Gánense la confianza. Opónganse a la maldad. Sean agradecidos. Vayan a la iglesia. Quédense en la iglesia más tiempo de lo acostumbrado. Alegren el corazón de un niño. Contemplen la belleza y la maravilla de la tierra. Expresen su amor. Vuélvanlo a expresar. Exprésenlo más fuerte. Exprésenlo serenamente.

¡Alégrense porque el Señor está cerca!
Sigue leyendo

lunes, 6 de diciembre de 2010

El Papa y el condón

El Papa y el condón


Suena muy bien la frase que dice que la jerarquía eclesiástica (el Papa y los Obispos, por ejemplo) no deben inmiscuirse en asuntos terrenales, porque eso sería tanto como «meterse en política».

Pero hay que decir que uno de los peores modos de «meterse en política» sería que la Iglesia bendijese, por acción, omisión o complacencia, la intromisión del César en los asuntos que son de Dios, creador del hombre a quien le dio un detallado y maravilloso instructivo de funcionamiento para lograr su felicidad en la tierra, condición necesaria para alcanzar la eterna.

El día en que la Iglesia permitiera, sin más, la intromisión del César en los asuntos que son de Dios se habría convertido en esa «gran ramera que fornica con los reyes de la tierra» de la que nos habla el Apocalipsis. Esa iglesia farisaica y corrompida, puesta de rodillas ante el César, es la que anhelan ciertos ámbitos sectarios a los que muchos medios de comunicación conceden amplios espacios, deformando ordinariamente el pensamiento de aquellos que consideran sus opositores.

Somos muchos millones las personas que aplaudimos el coraje y la claridad de ideas del Papa Benedicto XVI.

¿Qué ha dicho el Papa en relación al condón? Todas las veces que se ha referido al preservativo lo ha hecho dentro de un contexto, insistiendo que hay que buscar una «humanización de la sexualidad», es decir, que la sexualidad entre personas debe ser una sexualidad humana que difiere en mucho de la meramente animal y que sería un error, contrario al querer de Dios, equiparar una a la otra.

En los últimos días muchos medios alrededor del mundo hicieron sonar las fanfarrias de sus grandes titulares anunciando con bombo y platillo, con palabras más o menos semejantes, que el Papa había aprobado el uso del condón. Pero, exactamente, ¿qué dijo el Papa?

El periódico del Vaticano, L’Osservatore Romano, presentó algunos párrafos, descontextualizados, del nuevo “libro-entrevista” de Benedicto XVI titulado “La luz del mundo” realizado por el periodista alemán Peter Seewald, que fue publicado en varias lenguas el pasado 23 de noviembre. El párrafo que desató el ruido y la confusión es parte de la respuesta que dio el Santo Padre a Seewald, ante la pregunta acerca del uso del preservativo en la lucha contra el sida. El párrafo publicado por L’Osservatore Romano, en su versión en español, dice así:

«Puede haber casos justificados singulares, por ejemplo, cuando una prostituta utiliza un preservativo, y éste puede ser el primer paso hacia una moralización, un primer acto de responsabilidad para desarrollar de nuevo la conciencia sobre el hecho de que no todo está permitido y de que no se puede hacer todo lo que se quiere. Sin embargo, este no es el verdadero modo para vencer la infección del VIH. Es verdaderamente necesaria una humanización de la sexualidad.»

En el texto original, en alemán, el Papa habla de «männliche Prostituierte»que significa “prostituto” (no prostituta) y vale puntualizar que el Santo Padre está hablando del preservativo como posible herramienta contra el sida y no del preservativo como medio de anticoncepción.

Bien se dice que traduttore, traditore pues el término «männliche Prostituierte» conserva el género masculino en la traducción que haceL’Osservatore al inglés, en donde se habla de «male prostitute», pero se cambia de manera arbitraria al femenino en las traducciones al español, italiano y francés. Sería interesante averiguar si hay malos traductores en ese periódico o si hay personas perversas que aprovecharon el viaje para ampliar conceptos y situaciones con animo de confundir aún más.

Lo que dice el Papa, si tomamos sus palabras originales en alemán, es simple y sencillamente que si un prostituto homosexual utiliza un condón, con el objetivo de no contagiar ni contagiarse de sida, esto podría ser señal de un inicio de moralización, puesto que se está dando cuenta, gracias a su conciencia, de que no puede hacer con su sexualidad lo que le venga en gana. El Papa no está justificando ni aprobando el uso del condón. Deja muy claro, además, que el preservativo no es la solución para frenar la trasmisión del VIH que se ha convertido en una pandemia.

Cuando un católico mira a un enfermo de sida lo ve, en expresión evangélica, como uno de esos «pequeños» sobre los que un seguidor de Jesús tiene la dulce obligación de quererlo, fundiéndose con su dolor. El neopaganismo reinante, en cambio, solo es capaz de ver en el sidoso una «tormenta de hormonas», y lo único que se le ocurre es regalarle un impermeable para que la tormenta no lo empape. Que es tanto como si a un pirómano se le obsequia un extintor, para que el fuego no lo abrase.

El sida tiene su origen, en muchos casos, en la promiscuidad sexual; y los santones laicos en lugar de combatir la promiscuidad sexual, la exaltan y aplauden, exhortando a sus súbditos a entregarse a ella sin recato y regalándoles luego un condón, para que actúe como salvoconducto de su promiscuidad. Si se promueve la promiscuidad, no puede extrañarnos que abunden personas promiscuas, aunque se hayan olvidado de meter un condón en el bolsillo, como el pirómano no puede renunciar a su pulsión aunque se haya dejado olvidado en casa el extintor.

Parece claro que hay amplios sectores de la sociedad que no están dispuestos a solucionar los males en su origen y se fijan solo en las consecuencias; consecuencias que, además, son incapaces de controlar. Ir al origen del grave problema del sida, por ejemplo, no se soluciona repartiendo condones a diestra y siniestra. Independientemente de que los condones garanticen o no un «sexo seguro», lo que es indubitable es que garantizan un sexo deshumanizado.

La actividad sexual es una unión física y afectiva tan radical pues supone la entrega de una buena parte de la intimidad, que sólo puede responder a una entrega total, sin reservas. Sólo esa unión es digna para ser sellada con una acción, que es en sí misma, y es la única, apta para generar una nueva vida. Buscar la manera de hacer imposible esa aptitud introduce una reserva que convierte el acto en una entrega que ya no es total, y que objetivamente abre la puerta para que el sexo no sea verdaderamente humano sino instintivo.

La verdad simple y llana es que la Iglesia católica proclama el querer de Dios para que las relaciones sexuales sean verdaderamente humanas, es decir con entrega total y estable, que solo son posibles con estas características en el verdadero matrimonio. La Iglesia denuncia abiertamente la falacia de quienes piensan que el uso del condón, da carta de bondad a la sexualidad, aún cuando argumenten, con otra falacia, que se trata de «sexo seguro».

Benedicto XVI cree en la «humanización de la sexualidad», que consiste en liberar al hombre de la esclavitud del sexo como mero instinto animal o el sexo como promiscuidad. Cree que la sexualidad debe contribuir a restituir al hombre su verdadera naturaleza, que no consiste en chapotear en una «tormenta de hormonas», aunque sea con impermeable, sino en buscar un sentido vital profundo en el que eros y ágape -amor carnal y amor como donación de afectos- formen una unidad liberadora del ser humano.
Sigue leyendo