miércoles, 30 de junio de 2010

La vida es demasiado breve para ser mediocre

La vida es breve, para ti, para mi, para todos... ¿Cuál es tu prisa? es ahora o nunca.
Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net


Que la vida es breve, lo sabemos todos; quizá los jóvenes se imaginan que sí es larga, pero a la medida que pasan los años va penetrando en la mente la irrefutable sensación de que los años pasan, vuelan y no retornan.

Cuando una persona es abuelo por primera vez, es agridulce sorpresa, dulce por el nieto, agrio por lo de abuelo; pero... no hay más remedio que aceptarlo.

Ante esta realidad de la brevedad de la vida, muchos toman sus precauciones, se apresuran desde la juventud a sacarle jugo a la vida; creen con fe ciega que esa es la mejor forma de aprovechar la juventud; y en realidad hacen una sola cosa, dedicar los primeros años de la vida a hacer infeliz el resto de ella, hacen alianza con el vicio: la botella, la droga, el sexo, uno de ellos o los tres a la vez..., mejor los tres que uno; se triplica el placer.

No es infrecuente en estos jóvenes la pereza y el abandono en el estudio, la ligereza e inmadurez en el amor con toda clase de experiencias y el abandono de los restos de fe y valores morales de la infancia. La "ley", es el "placer"; a más placer más vida. Si uno es avanzado en años suele apresurarse aun más que los jóvenes, porque piensa: Estoy haciéndome viejo y no he disfrutado lo suficiente; comamos y bebamos, que mañana moriremos´, en el famoso adagio latino "Carpe diem": "Sácale jugo a la vida"... Y dicho y hecho, se dan prisa en apurar las copas, porque la fiesta se acaba.

Pero algunos piensan que la vida es demasiado breve para ser pequeña, para ser mediocre; ellos también tienen prisa, pero otra clase de prisa y afán, y por eso, desde la misma juventud ponen las bases para hacer constructivo el resto de esa vida. No esperan a ser adultos para sentar cabeza y así: Aprietan en el estudio, aunque les llamen mataditos; no juegan con el amor, porque saben que se queman; no dan un puntapié a sus valores morales, porque saben que los necesitan. Si al llegar a la madurez se percatan de que van rezagados, aprietan el paso porque les queda menos tiempo para hacer algo grande en este mundo.
Y si han llegado a la tercera edad, y ven su tarea bastante incumplida en esta vida, se apresuran a hacer y completar lo que no hicieron en la juventud y en la madurez, porque saben, porque ven que ya no tendrán más tiempo y que, ahora o nunca.

Cuando llegan al final de la vida lo que se dieron prisa en divertirse y nada más, y los que se dieron prisa en cumplir su misión, ambos, miran hacia atrás; uno para decirse a sí mismo: Más me valiera no haber nacido, el otro para decir: Valió la pena vivir´

La vida es breve, para ti, para mi, para todos... ¿Cuál es tu prisa? ¿"Carpe diem" o "aprovecha el tiempo" porque la vida es demasiado breve para ser mediocre.?

Si la vida es breve y además la maltratas, eres un pobre hombre. Se vive una vez, se cumplen quince años sólo una vez. Tu sabrás lo que haces con esa pequeña vida.
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lunes, 7 de junio de 2010

La felicidad cuesta

Hay pocas personas felices porque pocas son las que quieren luchar por la felicidad, pocas las que creen en el esfuerzo, en los grandes ideales.
Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net


Nuestra civilización materialista ha inventado una fórmula de felicidad barata que consiste poco más o menos en esto: En alejar de la vida, a como de lugar, todo sufrimiento, todo sacrificio, todo esfuerzo, y disfrutar lo más posible de cuántos placeres, diversiones, pasatiempos, dinero, etc. se puedan lograr.

Hay mucha gente que cree de verdad en esa fórmula y la prueba una y otra vez, y se les ve, sobre todo a la gente joven, a la búsqueda cada vez más intensa y atrevida de placeres, pasatiempos, etc. Pero los resultados no son muy halagadores: Más que personas felices, estamos viendo cada día mayor número de desesperados, incluso de suicidas; si uno cuenta como dato estadístico que en un centro educativo, hay un suicida cada semana ¿lo crees? Dices que no puede ser verdad, pero así es.

Muy pocos hablan de que para ser felices hay que luchar duramente. Ser feliz es posible, pero cuesta bastante esfuerzo; la felicidad cuesta y mucho. Por eso, los hombres profundamente felices son pocos. La mayoría se conforma con esa otra felicidad barata que no llena, que no puede llenar el corazón del hombre.

¿Por qué cuesta ser felices? Si el hombre fuera un simple animal, un cerdo, un chango, para hacerlo feliz bastaría llenarle el estómago de buena comida. Si el hombre tuviera solamente cuerpo, comer, beber, abandonarse a la furia del sexo, a las alucinaciones de las drogas, etc., podría hacerlo feliz; pero, muchos se entregan apasionadamente a esto y sienten que no son precisamente felices.

Hemos olvidado que, tenemos no sólo cuerpo sino espíritu. A este espíritu por lo general lo tenemos flaco y hambriento y le damos al cuerpo todo lo que pide. El espíritu se alimenta con otras cosas, tiene hambre, sed de otras realidades, que no son materiales sino espirituales, como son la búsqueda de la verdad y el bien, la búsqueda de Dios y el cumplimiento de sus leyes, sobre todo aquella de "amar al prójimo como a uno mismo".

Está búsqueda de la verdad y el bien, este aceptar a Dios y sus leyes no es nada fácil, pero siempre hay gente que se aventura a seguir por esta senda.

Y esta gente dice que sí es feliz, tanto más feliz cuando más esforzadamente vive esa ley. Por citar a solo dos gentes felices, una mujer decía: "Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene, nada le falta. ¡Solo Dios basta! Su autora: Santa Teresa de Ávila.
Otro, decía: "Nos has hecho para tí, Señor, y nuestro corazón estará insatisfecho hasta que descanse en ti" Su autor: San Agustín de Tagaste. Este segundo, sacó la conclusión anterior después de buscar durante más de 30 años la otra felicidad barata de la que hablamos al principio. Por ello es un testigo muy digno de crédito. Lo malo del caso, es que por lo general, uno se convence de esto hasta que como él, ha experimentado con todas las fuerzas la felicidad barata y no tiene más remedio que reconocer que no le satisfizo del todo.


Hay pocas personas felices porque pocas son las que quieren luchar por la felicidad, pocas las que creen en el esfuerzo, en los grandes ideales.
La felicidad tiene poco que ver con el dinero, el alcohol y la riqueza, y mucho que ver con el amor.
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