viernes, 30 de abril de 2010

Contra la dictadura del conformismo

Muchos cristianos quisieran que la Iglesia llegara a algún tipo de compromiso ´progresista´ con el mundo
Autor: Francisco Rodríguez Barragán | Fuente: .forumlibertas.com

Ha recordado el Papa que padecemos la sutil dictadura del conformismo, que nos obliga a pensar como piensan todos y a actuar como actúan todos.

Que se trata de una verdadera dictadura, salta a la vista cuando se busca silenciar y agredir a la Iglesia porque no comparte la propaganda de quienes quieren imponer su pensamiento único sobre lo políticamente correcto, sobre los ´nuevos derechos´, sobre el lenguaje manipulado, sobre la ideología de género, sobre la sexualidad como placer sin restricciones, sobre la naturaleza por encima del hombre, sobre la indisponibilidad de la vida.

Si los cristianos nos resistimos a esta dictadura del progresismo, seremos excluidos de todos los foros, motejados de inmovilistas, hasta de enemigos de la humanidad, carcas, fascistas, meapilas y otros insultos al uso.

Pero lo más grave es que muchos cristianos se asustan, quieren aparecer también como ´progresistas´ de no se qué progreso, y quisieran que la Iglesia llegara a algún tipo de compromiso con el mundo, pensando que así nos aceptarían en los más altos y manipulados organismos.

Por eso dice el Papa que "hoy tenemos miedo de hablar de la vida eterna. Hablamos de las cosas que son útiles para el mundo, mostramos que el cristianismo ayuda también a mejorar el mundo, pero no nos atrevemos a decir que su meta es la vida eterna y que de la meta vienen luego los criterios de la vida".

Efectivamente, apenas si se habla de la vida eterna a no ser en las homilías de las misas de los entierros. Hay cristianos que se esfuerzan en demostrar que trabajan por hacer un mundo mejor, pero no aclaran que su meta es la vida eterna y que la única forma de alcanzarla es amando a los demás como Dios nos ama, buscando activamente el bien de todo hombre y de todos los hombres y que este amor que recibimos de Dios para vivir en el mundo es el criterio que inspira nuestras vidas.

Es la vida eterna con Dios la que se ofrece a quienes vivieron amando a los demás y trabajando por la verdad y la justicia y es la vida eterna sin Dios, la que espera a quienes hicieron lo contrario. Esto es más serio que el Código Penal. Desgraciados quienes piensen que no se les pedirá cuenta de su vida.

No es posible para un cristiano, que quiera vivir como tal, el conformismo con el mundo cuyos valores son el placer y el tener, que cree que puede decidir sobre todo: el bien y el mal, la naturaleza y el hombre, con plena autonomía, para lo cual tienen que borrar a Dios del horizonte y elevar a instancia última y definitiva, el consenso de la inconstante mayoría y este consenso puede ser consenso para el mal, como dice el Papa.

El voto de la mayoría entrega el poder a un partido y el elegido se cree en posesión de la verdad para conseguir aprobar leyes que deciden quién debe vivir y quién no, cómo deben ser educadas las nuevas generaciones, cómo debe vivirse la sexualidad, en qué lengua tiene que hablar, cuál es su historia, cómo expresar sus sentimientos religiosos, etcétera. Todo apoyado por un enorme aparato de agitación y propaganda.

Por desgracia, no tenemos la seguridad de que si el voto de la mayoría entrega el poder a un partido distinto la situación cambie sustancialmente.

Ahora más que nunca los cristianos tenemos que hablar de la vida eterna, de que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres, de que no se puede construir un mundo fraterno sobre el egoísmo sino sobre el amor. No hay que colaborar con la dictadura del conformismo, sino proclamar en cualquier tiempo y lugar el mensaje de Jesús, cuya muerte y resurrección, es la única realidad que puede salvar al mundo. ¡No tengáis miedo!
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Heridas que ahogan el alma

No puedo permitir que esas heridas paralicen mi alma. Tengo mil horizontes que se harán realidad si empiezo a dar un nuevo paso.
Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net

Los golpes de la vida dejan heridas. Algunas, gracias a Dios, cicatrizan con cierta velocidad. Otras tardan en cerrarse. Otras siguen abiertas por semanas, meses, incluso años.

Las heridas del corazón tienen un comportamiento parecido. Una ofensa, una traición, un desengaño, un fracaso, pueden hacernos daño durante un tiempo breve, pero sin dejar grandes huellas en la propia vida. Otras veces tardan más tiempo, pero al final cicatrizan. Pero existen heridas del alma que sangran durante un tiempo largo, muy largo, casi asfixiante.

Esas heridas ahogan el corazón y lo sumergen en depresiones intensas, en miedos que aturden, en odios que destruyen, en sospechas hacia todos y hacia todo, en desesperanza, en agonía interior.

Es casi imposible evitar los malos momentos, los golpes fuertes en el camino de la vida. Pero es importante saber afrontarlos con un corazón sano y con un realismo sereno. Sobre todo, con la esperanza puesta en Dios.

En el mundo no todos son buenos, pero tampoco todos son malos. No todas mis decisiones llevan a buenos resultados, pero no todas están condenadas al fracaso. Entre mis amigos no todos son fieles y sinceros, pero gracias a Dios no son todos traidores y miserables.

Las heridas forman parte de la vida, constituyen un ingrediente inevitable entre quienes emprenden un camino. A veces, porque uno mismo es torpe y no supo prever dónde estaba el peligro. Otras veces, porque los otros, con o sin culpa, obstruyen nuestra vida, provocan heridas en el cuerpo o en el alma, cortan nuestros mejores sueños o también (gracias a Dios) impiden que llevemos a cabo planes absurdos.

No puedo permitir que esas heridas paralicen mi alma. Tengo entre mis manos mil horizontes que se harán realidad si empiezo a dar un nuevo paso. Hay ojos y corazones amigos que piden, que suplican, que me levante de mi pena, que deje mis angustias, que supera ofensas, que pida perdón a Dios y a quien he dañado de algún modo, que ponga en marcha mi inteligencia y mi voluntad para conquistar metas buenas.

Hoy es un día en el que mi corazón puede recibir una terapia profunda, intensa, desde las manos de un Dios que no dejará nunca de amarme, porque soy obra de sus manos. Basta simplemente que le dé permiso para que limpie, para que cosa, para que le deje hablar en lo más íntimo del alma, para que consuele mi dolor, para que perdone mi pecado, y para que me lleve, suavemente, a perdonar a todo aquel que me haya provocado alguna herida en este camino misterioso del existir humano.
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martes, 13 de abril de 2010

La liberación de la mujer no es lo que prometía

Muchas mujeres descubren cuánto han perdido con el feminismo
Autor: Ignacio Peyró | Fuente: albadigital.es

La clásica proclama del feminismo rezaba: “Una mujer necesita un hombre lo mismo que un pez necesita una bicicleta”. La atractiva escritora Lori Gottlieb, madre soltera y antigua feminista, es de las muchas que desmienten tal aserto: “Cada mujer que conozco -no importa el éxito o la ambición que tenga, ni su seguridad emocional y financiera- siente pánico (...) si llega a los treinta y ve que aún no está casada”.

Glosando la aludida frase, sin obviar su incorrección política, Gottlieb insiste: “Pregunta a cualquier mujer soltera de cuarenta años qué es lo que más desea en la vida, y seguramente no te dirá que lo que quiere es un trabajo mejor, una cintura más estrecha o un apartamento más grande. Lo más seguro es que te diga que lo que de verdad quiere es un marido y, por extensión, un hijo”.

Gottlieb confiesa que “es precisamente el no haberme casado lo que me hizo concluir que casarse es la mejor opción”. En una reunión casual con mujeres casadas, Gottlieb dice que “escucho letanías de quejas sobre sus maridos y me siento muy segura en mi decisión de esperar al hombre perfecto, sólo para darme cuenta de que ninguna de ellas se cambiaría por mí ni por un segundo”. Gottlieb no es sino una más de “esas mujeres solitarias que descubren cuánto han perdido gracias al feminismo”, según expresión de Tessa Cunningham.


El éxito antes que el hogar

Hoy, cerca de una de cada cinco mujeres que ronda los cuarenta años no tiene ningún hijo, una proporción que dobla la estadística de 1976. Las encuestas muestran que un setenta por ciento de mujeres se arrepienten de no haberlo tenido, y la familia ideal sigue constando de dos o tres niños, pero cada vez son menos las personas que viven en este tipo de familia.

El problema, según el sociólogo David Brooks, es que “las mujeres tienen más opciones sobre el tipo de vida que quieren llevar, pero no tienen más opciones sobre cómo secuenciar su vida”. “Las mujeres”, explica Cunningham, “adoctrinadas en la idea de que los hombres llevan vidas mejores, terminan valorando el éxito y el estatus sobre el hogar”, de modo que la decisión de tener niños se pospone indefinidamente, por presión laboral impuesta o voluntaria.

En La mentira de la maternidad tardía, una madre tardía, India Knight, señala que “el número de mujeres que tienen hijos más allá de los cuarenta años se ha doblado en tan sólo una década”, para desde este punto comenzar una larga diatriba “contra quienes piensan que la fecundación in vitro es algo así como inyectarse bótox”.

Es un modelo de embarazo para el que Knight -que lo ha probado- tiene palabras durísimas por ser una bomba hormonal. Pero la escritora inglesa va más allá: “A las mujeres de nuestra generación, el movimiento feminista nos ha colado una enorme mentira: que lo puedes tener todo -trabajo, éxito, dinero, estatus- y, después de conseguirlo, ponerte a tener tantos niños como quieras”.


Bolsas bajo los ojos

Ante la reciente ola de famosas como Madonna, que optan por la maternidad solitaria y tardía, Knight reacciona con crudeza, “opuesta a la consideración de que ser una madre mayor es una ambición maravillosa y fácil de conseguir (...) Están rotas, porque levantarte tres veces cada noche no es lo mismo cuando tienes cuarenta y tres años que cuando tienes veinticinco. Así logras grandes bolsas bajo los ojos y maridos que se dan cuenta y se preguntan qué fue de la mujer con la que se casaron”.

Por otra parte, los sacrificios de la maternidad son más amargos “cuando has tenido diez o veinte años de tiempo extra sólo para ti misma, y de pronto tienes que optar por la entrega absoluta”. De su propia experiencia, Knight tiene un consejo sobre marido e hijos que irritará a algunas feministas: “No esperes”.

Al hacer que las mujeres adopten una hoja de ruta para la vida más adecuada a los ritmos masculinos, son muchos los matrimonios que lamentan no tener niños o tener menos de los que hubieran querido. Pero, más allá de la natalidad, la revolución sexual ha tenido consecuencias imprevistas.

Pasados los treinta años de edad, y tras años de relaciones mejorables, la escritora Laura Nolan se pregunta: “¿Dónde están los hombres?”. Cunningham le da la respuesta: “El feminismo ha posibilitado que la mujer elija grandes carreras laborales, pero le ha robado la oportunidad de asentarse, ya que no han podido encontrar ningún hombre lo suficientemente ´masculino´ para estar preparado para el compromiso. La sociedad ya no otorga valor a los hombres que toman su responsabilidad”.

Así, de vuelta a Nolan, “lo que hay es una auténtica avalancha de ´hombres-niño´, que está dejando con un pasmo tremendo a toda una generación de mujeres solteras, de treinta y tantos años, que son sus parejas naturales”.

¿Es todo culpa de los hombres? Un hombre, Bernard Chapin, no lo cree así. Chapin considera que el modelo de mujer que encarna el Nuevo Orden Femenino (grandes trabajadoras, independientes, autónomas, consumistas) repele a los hombres por ser un modelo materialista y poco sensible a sus necesidades o las virtudes masculinas: “Cada vez más, las chicas buscan una amiga en su novio”, se queja otro comentarista.

Pero para tanta sorprendente soledad femenina hay más razones: la amenaza que los hombres sienten ante las leyes divorcistas o el hecho de que la liberación sexual desalienta el matrimonio con una múltiple oferta de sexo sin compromiso que alienta una “cultura de la inmadurez”, según define George Will.

Al igualar el papel de los sexos, concluye la citada Tessa Cunningham, “nos arriesgamos a producir hombres egoístas, irresponsables e infieles. Tal vez ayuden con la colada, pero no por ello van a respetar a la mujer ni a mostrar más compromiso”.

Así, “el hombre que se enamoraba y que pensaba que, al encontrar a una chica estupenda, lo que había que hacer era casarse con ella, se ha convertido en alguien que sólo busca un poco de diversión, y que afronta con enorme incomodidad cualquier relación de la que no pueda librarse con un sms”, dice la joven Nolan.
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lunes, 12 de abril de 2010

El hombre del escorpión

«Imposible pensar este fin y este pesar sin alabar a Dios que me tiene en estos momentos acá, reunido con todos ustedes».
Autor: Santiago Giraldo Valencia, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org

El 7 de diciembre de 1995, en un partido amistoso entre Londres y una selección conformada por los mejores jugadores de fútbol de América, se realizaría una jugada que daría la vuelta al mundo.

René Higuita, el portero de la selección “América”, en vez de atajar un tiro con las manos, se lanza de manera improvista hacia delante y en pleno aire golpea el balón con las plantas de los pies a modo de escorpión (de ahí el nombre de su jugada), logrando uno de los paradones más espectaculares en la historia del fútbol mundial.

Sin embargo, el espectáculo de esta jugada y su genio no se queda ahí. René Higuita también cobraba penaltis, metía goles de tiros libres y, de vez, en cuando le gustaba regatear a los delanteros adentrándose hasta la media cancha con el balón, poniendo a los hinchas con los “pelos de punta”.

Este hombre, al que le tocó una época “maravillosa” con los mejores del fútbol colombiano -el “pibe” Valderrama, Leonel Álvarez, Fredy Rincón, por mencionar algunos, así como con el asesinado Andrés Escobar- ha puesto fin a su carrera futbolística como profesional, saliendo por la puerta grande.

Fue el 24 de enero de 2010, en el estadio Atanasio Girardot de Medellín, ante más de veinte mil personas, que se reunieron para ver jugar por última vez a la que fuera una de las glorias del fútbol colombiano. En un partido amistoso con sus antiguos compañeros, en el que no faltó su afamado “escorpión”, así como un golazo de tiro libre, este hombre toma el micrófono y sin pena ni escrúpulos, y con lágrimas en los ojos, dice así:

«Imposible pensar este fin y este pesar sin alabar a Dios que me tiene en estos momentos acá, reunido con todos ustedes».

René comienza a llorar y una ovación se escucha por todo el estadio. Luego sigue:

«Recuerdo a las personas con dificultades, en las cárceles y en los hospitales, a los niños enfermos [...] Imposible olvidar a los que ya no están, los amigos y compañeros que se nos fueron: ellos están hoy siempre conmigo...».

Dice José Martí que la grandeza de un hombre, no se mide por el terreno que ocupan sus pies, sino por el horizonte que descubren sus ojos. Por eso, enhorabuena a René Higuita, que en vez de salir buscando honores, rinde honores a Aquél al que le debe su talento. Y en vez de buscar su vanagloria, agradece. Ahora sí que a René le salió bien su escorpión, y su aguijonazo nos inyectó el “veneno” de la humanidad.
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