miércoles, 8 de diciembre de 2010

¡Dime qué esperas y te diré quién eres!

Bueno... pues ahora es tiempo del Adviento... y que es el Adviento?? pues es simple... es la preparación que todo católico lleva para recibir al Salvador, al Hijo de Dios, para la Navidad del Señor, el nacimiento de Jesús, para la navidad...

ehhh esperense... aguanten... como que ya van de compras?? esperen... que "la cosa es calmadaaa!!"

hablamos de otro tipo de preparación, no tanto de comprar regalos, de preparar la cena de Navidad, de adornar el arbolito o el nacimiento, etc, etc....

de la preparación de mi persona, de mi corazón, de mi alma, de mi ser, de mi relación con los demás, de mi relación con Dios, esa es la preparación que todo católico lleva este tiempo de Adviento.

Nos han comercializado y materializado tanto la "navidad" que nos preocupamos mas por que vamos a regalar, que vamos a cenar, que si las esferas del arbolito ya están quebradas, que la serie ya se fundió, que nos olvidamos del festejado, decimos feliz navidad!! sin acordarnos del que ha nacido, porque?? porque en este tiempo de adviento no tuvimos la preparación para hacer que el milagro de la navidad se diera en nuestros corazones y es por eso que después salen frases como "amarga navidad", "esta navidad fue tan deprimente", "la época de navidad para muchos es la mas depresiva en el año", otros hasta se suicidan en navidad, porque?? por sienten ese vació en sus corazones, porque no dejamos que ese pequeño niño que nació hace 2010 años nazca en nuestros corazones, no le damos la oportunidad de que nos cambie, solo... solo dejamos que influencie en nuestras vidas de una manera muy superficial, en que sentido, en el sentido de que mientras dura "la época de la navidad" damos abrazos, sonreímos a otras personas, le hablamos aquel pariente que se encuentra lejos, damos regalos, para terminar pronto.. damos un poquito del amor que tenemos a los demás.. un poquito... pero que pasa después de "navidad"??, las sonrisas se van, porque ya se da uno cuenta de que: "no manches!!! gastamos mucho en regalos y cena de navidad" o ya no hay un pretexto "contagioso" para dar abrazos, sonrisas y buenos deseos a las personas, y todo porque?? porque nuestra "navidad superficial" se termino...

pues así es banda... creo que es mejor prepararse espiritualmente para recibir a nuestro Señor en nuestras vidas y en verdad ser testigos del Milagro de la Navidad recibiendo a Jesús en nuestros corazones y vidas...

los dejo con la siguiente reflexión...

cuídense y traten de ser felices!!

su amigo

JF Tavares




¡Dime qué esperas y te diré quién eres!
Recordar las maravillas de Dios en la historia
Autor: Fr. Thomas Rosica, C.S.B. | Fuente: zenit.org

La Iglesia ha entrado en el tiempo litúrgico de Adviento. Los cristianos proclaman que el Mesías ha venido realmente y que el reino de Dios está a nuestro alcance. El Adviento no cambia a Dios. El Adviento profundiza en nuestro deseo y en nuestra espera de que Dios realice lo que los profetas anunciaron. Rezamos para que Dios ceda a nuestra necesidad de ver y sentir la promesa de salvación aquí y ahora.

Durante este tiempo de deseo y de espera del Señor, se nos invita a rezar y a profundizar en la Palabra de Dios, pero estamos llamados ante todo a convertirnos en reflejo de la luz de Cristo, que en realidad es el mismo Cristo. De todas formas, todos sabemos lo difícil que es reflejar la luz de Cristo, especialmente cuando hemos perdido nuestras ilusiones, cuando nos hemos acostumbrado a una vida sin luz y ya no esperamos más que la mediocridad y el vacío. Adviento nos recuerda que tenemos que estar listos para encontrar al Señor en todo momento de nuestra vida. Como un despertador despierta a su propietario, Adviento despierta a los cristianos que corren el riesgo de dormirse en la vida diaria.

¿Qué esperamos de la vida o a quién esperamos? ¿Por qué regalos o virtudes rezamos en este año? ¿Deseamos reconciliarnos en nuestras relaciones rotas? En medio de nuestras oscuridades, de nuestras tristezas y secretos, ¿qué sentido deseamos encontrar? ¿Cómo queremos vivir las promesas de nuestro Bautismo? ¿Qué cualidades de Jesús buscaremos para nuestras propias vidas en este Adviento? Con frecuencia, las cosas, las cualidades, los regalos o las personas que buscamos y deseamos dicen mucho sobre quiénes somos realmente. ¡Dime qué esperas y te diré quién eres!

Adviento es un período para abrir los ojos, volver a centrarse, prestar atención, tomar conciencia de la presencia de Dios en el mundo y en nuestras vidas.

Nuestro Bautismo nos hace participar en la misión real y mesiánica de Jesús. Cada persona que participa en esta misión participa también en las responsabilidades regias, en particular, en el cuidado de los afligidos y de los heridos. Adviento ofrece la maravillosa oportunidad de realizar las promesas y el compromiso de nuestro Bautismo.

Benedicto XVI ha escrito que "el objetivo del año litúrgico consiste en recordar sin cesar la memoria de su gran historia, despertar la memoria del corazón para poder discernir la estrella de la esperanza. Esta es la hermosa tarea del Adviento: despertar en nosotros los recuerdos de la bondad, abriendo de este modo las puertas de la esperanza".

En este tiempo de Adviento, permítanme presentarles algunas sugerencias. Acaben con una riña. Hagan la paz. Busquen a un amigo olvidado. Despejen la sospecha y sustitúyanla por la confianza. Escriban una carta de amor.

Compartan un tesoro. Respondan con dulzura, aunque les gustara una respuesta brutal. Alienten a un joven a tener confianza en él mismo. Mantengan una promesa. Encuentren tiempo, tómense tiempo. No guarden rencor. Perdonen al enemigo. Celebren el sacramento de la reconciliación. Escuchen más a los otros. Pidan perdón si se han equivocado. ¡Sean gentiles aunque no se hayan equivocado! Traten de comprender. No sean envidiosos. Piensen antes en el otro.

Rían un poco. Ríanse un poco más. Gánense la confianza. Opónganse a la maldad. Sean agradecidos. Vayan a la iglesia. Quédense en la iglesia más tiempo de lo acostumbrado. Alegren el corazón de un niño. Contemplen la belleza y la maravilla de la tierra. Expresen su amor. Vuélvanlo a expresar. Exprésenlo más fuerte. Exprésenlo serenamente.

¡Alégrense porque el Señor está cerca!
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lunes, 6 de diciembre de 2010

El Papa y el condón

El Papa y el condón


Suena muy bien la frase que dice que la jerarquía eclesiástica (el Papa y los Obispos, por ejemplo) no deben inmiscuirse en asuntos terrenales, porque eso sería tanto como «meterse en política».

Pero hay que decir que uno de los peores modos de «meterse en política» sería que la Iglesia bendijese, por acción, omisión o complacencia, la intromisión del César en los asuntos que son de Dios, creador del hombre a quien le dio un detallado y maravilloso instructivo de funcionamiento para lograr su felicidad en la tierra, condición necesaria para alcanzar la eterna.

El día en que la Iglesia permitiera, sin más, la intromisión del César en los asuntos que son de Dios se habría convertido en esa «gran ramera que fornica con los reyes de la tierra» de la que nos habla el Apocalipsis. Esa iglesia farisaica y corrompida, puesta de rodillas ante el César, es la que anhelan ciertos ámbitos sectarios a los que muchos medios de comunicación conceden amplios espacios, deformando ordinariamente el pensamiento de aquellos que consideran sus opositores.

Somos muchos millones las personas que aplaudimos el coraje y la claridad de ideas del Papa Benedicto XVI.

¿Qué ha dicho el Papa en relación al condón? Todas las veces que se ha referido al preservativo lo ha hecho dentro de un contexto, insistiendo que hay que buscar una «humanización de la sexualidad», es decir, que la sexualidad entre personas debe ser una sexualidad humana que difiere en mucho de la meramente animal y que sería un error, contrario al querer de Dios, equiparar una a la otra.

En los últimos días muchos medios alrededor del mundo hicieron sonar las fanfarrias de sus grandes titulares anunciando con bombo y platillo, con palabras más o menos semejantes, que el Papa había aprobado el uso del condón. Pero, exactamente, ¿qué dijo el Papa?

El periódico del Vaticano, L’Osservatore Romano, presentó algunos párrafos, descontextualizados, del nuevo “libro-entrevista” de Benedicto XVI titulado “La luz del mundo” realizado por el periodista alemán Peter Seewald, que fue publicado en varias lenguas el pasado 23 de noviembre. El párrafo que desató el ruido y la confusión es parte de la respuesta que dio el Santo Padre a Seewald, ante la pregunta acerca del uso del preservativo en la lucha contra el sida. El párrafo publicado por L’Osservatore Romano, en su versión en español, dice así:

«Puede haber casos justificados singulares, por ejemplo, cuando una prostituta utiliza un preservativo, y éste puede ser el primer paso hacia una moralización, un primer acto de responsabilidad para desarrollar de nuevo la conciencia sobre el hecho de que no todo está permitido y de que no se puede hacer todo lo que se quiere. Sin embargo, este no es el verdadero modo para vencer la infección del VIH. Es verdaderamente necesaria una humanización de la sexualidad.»

En el texto original, en alemán, el Papa habla de «männliche Prostituierte»que significa “prostituto” (no prostituta) y vale puntualizar que el Santo Padre está hablando del preservativo como posible herramienta contra el sida y no del preservativo como medio de anticoncepción.

Bien se dice que traduttore, traditore pues el término «männliche Prostituierte» conserva el género masculino en la traducción que haceL’Osservatore al inglés, en donde se habla de «male prostitute», pero se cambia de manera arbitraria al femenino en las traducciones al español, italiano y francés. Sería interesante averiguar si hay malos traductores en ese periódico o si hay personas perversas que aprovecharon el viaje para ampliar conceptos y situaciones con animo de confundir aún más.

Lo que dice el Papa, si tomamos sus palabras originales en alemán, es simple y sencillamente que si un prostituto homosexual utiliza un condón, con el objetivo de no contagiar ni contagiarse de sida, esto podría ser señal de un inicio de moralización, puesto que se está dando cuenta, gracias a su conciencia, de que no puede hacer con su sexualidad lo que le venga en gana. El Papa no está justificando ni aprobando el uso del condón. Deja muy claro, además, que el preservativo no es la solución para frenar la trasmisión del VIH que se ha convertido en una pandemia.

Cuando un católico mira a un enfermo de sida lo ve, en expresión evangélica, como uno de esos «pequeños» sobre los que un seguidor de Jesús tiene la dulce obligación de quererlo, fundiéndose con su dolor. El neopaganismo reinante, en cambio, solo es capaz de ver en el sidoso una «tormenta de hormonas», y lo único que se le ocurre es regalarle un impermeable para que la tormenta no lo empape. Que es tanto como si a un pirómano se le obsequia un extintor, para que el fuego no lo abrase.

El sida tiene su origen, en muchos casos, en la promiscuidad sexual; y los santones laicos en lugar de combatir la promiscuidad sexual, la exaltan y aplauden, exhortando a sus súbditos a entregarse a ella sin recato y regalándoles luego un condón, para que actúe como salvoconducto de su promiscuidad. Si se promueve la promiscuidad, no puede extrañarnos que abunden personas promiscuas, aunque se hayan olvidado de meter un condón en el bolsillo, como el pirómano no puede renunciar a su pulsión aunque se haya dejado olvidado en casa el extintor.

Parece claro que hay amplios sectores de la sociedad que no están dispuestos a solucionar los males en su origen y se fijan solo en las consecuencias; consecuencias que, además, son incapaces de controlar. Ir al origen del grave problema del sida, por ejemplo, no se soluciona repartiendo condones a diestra y siniestra. Independientemente de que los condones garanticen o no un «sexo seguro», lo que es indubitable es que garantizan un sexo deshumanizado.

La actividad sexual es una unión física y afectiva tan radical pues supone la entrega de una buena parte de la intimidad, que sólo puede responder a una entrega total, sin reservas. Sólo esa unión es digna para ser sellada con una acción, que es en sí misma, y es la única, apta para generar una nueva vida. Buscar la manera de hacer imposible esa aptitud introduce una reserva que convierte el acto en una entrega que ya no es total, y que objetivamente abre la puerta para que el sexo no sea verdaderamente humano sino instintivo.

La verdad simple y llana es que la Iglesia católica proclama el querer de Dios para que las relaciones sexuales sean verdaderamente humanas, es decir con entrega total y estable, que solo son posibles con estas características en el verdadero matrimonio. La Iglesia denuncia abiertamente la falacia de quienes piensan que el uso del condón, da carta de bondad a la sexualidad, aún cuando argumenten, con otra falacia, que se trata de «sexo seguro».

Benedicto XVI cree en la «humanización de la sexualidad», que consiste en liberar al hombre de la esclavitud del sexo como mero instinto animal o el sexo como promiscuidad. Cree que la sexualidad debe contribuir a restituir al hombre su verdadera naturaleza, que no consiste en chapotear en una «tormenta de hormonas», aunque sea con impermeable, sino en buscar un sentido vital profundo en el que eros y ágape -amor carnal y amor como donación de afectos- formen una unidad liberadora del ser humano.
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lunes, 22 de noviembre de 2010

Señores periodistas: el Papa NO ha justificado el uso del preservativo

Para que el Papa pudiera aprobar el uso del preservativo, tendría primero que anular mediante un decreto magisterial (y no en una entrevista coloquial) la Humanae Vitae, la Casti Connubi, la Evangelium Vitae, el Catecismo de la Iglesia Católica y todo el magisterio anterior que habla sobre moral conyugal
Autor: Lucrecia Rego de Planas | Fuente: Catholic.net


Gran trifulca desataron en los medios los periodistas (siempre ávidos de escándalo), debido a un muy desafortunado artículo publicado en L´Osservatore Romano, que violando el periodo de embargo establecido por los editores, presentó algunos párrafos descontextualizados del nuevo “libro-entrevista” de Benedicto XVI titulado “La luz del mundo” realizado por el periodista alemán Peter Seewald y que saldrá a la luz el próximo 23 de noviembre.

Lo que desató el escándalo fue una parte sacada de contexto de la respuesta que dio el Santo Padre a Seewald, ante la pregunta acerca del uso del preservativo en la lucha contra el SIDA.

El párrafo publicado por L´Osservatore Romano dice así:

Puede haber casos justificados singulares, por ejemplo, cuando una prostituta utiliza un preservativo, y éste puede ser el primer paso hacia una moralización, un primer acto de responsabilidad para desarrollar de nuevo la conciencia sobre el hecho de que no todo está permitido y de que no se puede hacer todo lo que se quiere. Sin embargo, este no es el verdadero modo para vencer la infección del VIH. Es verdaderamente necesaria una humanización de la sexualidad

De estas palabras del Papa, los medios alrededor del mundo no tardaron en redactar grandes titulares que decían, con unas u otras palabras, que el Papa había aprobado el uso del condón.

Lo primero que hay que revisar es la traducción al español de lo que realmente respondió el Papa en alemán a la pregunta de Seewald.

En el texto original, en alemán, el Papa habla de "männliche Prostituierte" que significa “prostituto” (no prostituta) y vale puntualizar que el Santo Padre está hablando del preservativo como herramienta contra el SIDA y no del preservativo como herramienta de anticoncepción.
Misteriosamente el término "männliche Prostituierte" conserva el género masculino en la traducción en inglés, en donde se habla de "male prostitute", pero se cambia de manera arbitraria al femenino en las traducciones al español, italiano y francés. Ignoro si el error es de L´Osservatore o de las editoriales que publicarán el libro, pero creo que tendrán que arreglarlo.

Lo que dice el Papa, si tomamos sus palabras originales en alemán, es simple y sencillamente que si un prostituto homosexual utiliza un condón (con el objetivo único de no contagiar ni contagiarse de SIDA), esto puede ser señal de un inicio de moralización, de que el hombre se está dando cuenta (en su interior) de que no puede hacer con el sexo lo que le venga en gana.

L´Osservatore Romano no publica la siguiente pregunta-respuesta, en la cual el Papa aclara que la Iglesia jamás podrá aprobar el uso del condón como algo moral.

Seewald: ¿Quiere decir, entonces, que la Iglesia Católica en realidad no se opone en principio a la utilización de los condones?
Benedicto XVI: Ella [la Iglesia], por supuesto, no lo considera como una solución real o moral, pero, en este u otro caso, puede haber, sin embargo, la intención de reducir el riesgo de infección, como un primer paso hacia una forma distinta y más humana de vivir la sexualidad.


No quiero pensar que haya sido una omisión voluntaria de L´Osservatore Romano.

Pero, bueno, es tan ridículo lo que han publicado los medios, por el simple hecho de que no toman en cuenta que para que el Papa pudiera aprobar el uso del preservativo, tendría primero que anular mediante un decreto magisterial: encíclica, carta, bula, etc (y no en una entrevista coloquial) la Humanae Vitae, la Casti Connubi, la Evangelium Vitae, el Catecismo de la Iglesia Católica y todo el magisterio anterior que habla sobre moral conyugal.

En fin, señores periodistas, pues nada, que el Papa no ha justificado el uso del condón, ni para las prostitutas ni para nadie.
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miércoles, 17 de noviembre de 2010

Lo que casi no pensamos

Es mucho el bien que recibimos de Dios y muy poco lo que nos damos cuenta de ello.
Autor: Pedro Pablo Mesa, L.C. | Fuente: Virtudes y Valores

¡Mamá, mamá, me duele la cabeza, me siento mal! Tal vez sea una frase tan famosa como las pronunciadas alguna vez por Cicerón o Napoleón, sólo que sin tanta trascendencia y de gran familiaridad para todos. Ciertamente la respuesta de una mamá ante esto nunca ha sido: ¡pues entonces vamos al cine! o ¡come chocolate hasta que se te quite!, sino más bien: toma esta medicina o este jarabe.

Está claro que en la vida nos encontramos con muchísimas cosas que no son como quisiéramos, que salen al revés de como las hemos planeado o de como hemos soñado. Que las decisiones de nuestros papás cuando éramos pequeños no siempre las compartíamos y gustábamos, inclusive llegando a tomar actitudes de rebeldía o descontento.

Pero a veces no se trata ya de pequeñas cosas del vivir cotidiano, sino de verdaderas tragedias y dolores profundos. Seres queridos que ya no están más entre nosotros, la pérdida del trabajo justo cuando será difícil encontrar otro, el fracaso en la vida afectiva, tan doloroso y que toca tan hondamente el corazón, etc. Entre más grave es lo que sucede más común es que pueda brotar de nuestro corazón y llegar a la boca: ¿por qué Dios me hace esto? ¿Por qué a él que era bueno y la gente que hace el mal sigue tan contenta? ¡Que injusto!

Es aquí donde hace falta recordar que Dios es ese Padre que permite que las cosas sucedan porque sabe que eso será lo mejor para nosotros. Exactamente igual que en la mente del niño el jarabe o la inyección son como la condena capital pero para el papá son la cura de la enfermedad. Dios nos ama y permite que podamos disfrutar de una familia, de buenos y maravillosos amigos, permite que tengas un buen trabajo, que puedas comer todos los días y disfrutar de ello, permite la belleza del cuerpo y cuando no, al menos sí la del alma, y en el caso de que quieras abrir los ojos del corazón; te permite tenerlo a él.

Un sacerdote que fue de misiones como traductor acompañando un americano contó cómo este hombre, que tenía muchísimo dinero, quiso que le tradujeran a una familia pobre, o mejor dicho paupérrima, que él les daría lo que le pidieran. Estas personas habitaban en un espacio de poco más de dos metros cuadrados rodeado por tablas de madera y cubierto de cartón como techo. En su piel se podía ver la falta de higiene elemental e igual en su salud. Pues esta persona los vio así y les ofreció darles cualquier cosa; a lo que la señora respondió: no me hace falta nada, tengo a Dios y a mi familia, esto es suficiente para mí. Fue tanta la sinceridad con que se lo dijo que al final este hombre salió llorando por su superficialidad y modo de vivir.

Es mucho el bien que recibimos de Dios y muy poco lo que nos damos cuenta de ello. A veces también nos permite que pasemos malos momentos, pero es justo allí cuando debemos aprovechar para acercarnos a Él, cuando somos más débiles y menos podemos entender. Tanto es su amor hacia nosotros que aún cuando nos rebelemos y lo rechacemos en nuestra vida nunca habrá nada que podamos hacer para que Él nos deje de amar y deje de esperar nuestro regreso junto a Él.
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miércoles, 10 de noviembre de 2010

La paz es belicosa

La paz verdadera no es fruto de estructuras políticas u organismos internacionales. Nace en el alma de cada hombre y de allí se expande hasta permeabilizar toda la sociedad.
Autor: Jesús David Muñoz, L.C. | Fuente: Virtudes y Valores



La violencia y la inseguridad ha comenzado a ser un tema recurrente en países en los que el problema del narcotráfico empieza a cobrar víctimas inocentes y ajenas a este negocio; la paz encabeza la lista de muchas de las peticiones dirigidas a Dios, incluso en algunas personas alejadas antes de cualquier tipo de religiosidad.

Todos queremos la paz y la pregunta fundamental es: ¿cuál es la vía para llegar a la paz?

«He venido a traer fuego sobre la tierra y ¿qué quiero sino que arda?» (Lc 12,49). El entonces cardenal Ratzinger, comentando esta cita del Evangelio, opinaba que es quizá una de las sentencias más importantes pronunciadas por Jesucristo sobre la paz; en ella Jesús nos está enseñando una gran verdad: «que la verdadera paz es belicosa, que la verdad merece sufrimiento y también lucha. Que no puedo aceptar la mentira para que haya sosiego» (J. Ratzinger, Dios y el mundo, Círculo de Lectores, Barcelona 2005, p. 210)

Es común encontrar personas que piensan que alcanzaremos la paz cuando organizamos una estructura de seguridad confiable o establecemos un organismo de protección civil infranqueable, pero esto aún es poco. Podríamos contar con todas estas cosas, pero todavía estaríamos viviendo una paz de caricatura y postiza, que no ha llegado a la raíz del problema y al corazón de cada hombre de nuestra sociedad.

Hay que dejar claro que todos los medios que se pongan a nivel externo son necesarios y que se requiere una organismo que garantice la seguridad de los ciudadanos. Estas soluciones traerán seguramente estabilidad y quietud, pero no hay que ser ingenuos para pensar que con esto se llega a la concordia auténtica entre los hombres.

La paz verdadera no es fruto de estructuras políticas u organismos internacionales. Nace en el alma de cada hombre y de allí se expande hasta permeabilizar toda la sociedad. Es, por lo tanto, consecuencia de una elección personal.

¿Elección de qué cosa? Elección de la verdad. La paz genuina se logra con la aceptación de la verdad en la propia vida. Por esto mismo es belicosa, porque aceptarla y vivir de acuerdo con la ella muchas veces significa ir contra corriente y quedar mal ante los ojos de muchos.

No hay que pensar ahora en los delincuentes como la única fuente del problema. Cada uno debe entrar en sí mismo y preguntarse hasta qué punto ha pactado ya con la mentira y vive en el engaño. Y este pactar con la mentira puede ir de las cosas más simples como la famosa “mordida” al oficial de tránsito (que en otros términos es la acción de dar el dinero de la multa al policía para su uso personal) hasta una vivencia disfrazada o incluso traicionera de mi vocación como esposo(a), padre/madre, profesional, religioso(a).

En un futuro puede que los problemas de violencia y terrorismo desaparezcan, que cesen las fechorías y más hombres decidan dejar las armas a un lado, pero aún así muchas personas seguirán viviendo en la inseguridad, en la congoja y zozobra, ya que la paz efectiva no está fuera, está dentro del corazón. Se la encuentra en la medida en que se busca, se acepta, se vive y se defiende la verdad en la propia vida, que no es otra cosa sino coherencia entre lo que se es y lo que se profesa. Llegar a este nivel de paz requiere lucha, pues se trata de una conquista personal de quien acepta vivir en la verdad.

El Papa Benedicto XVI explica cómo aceptar la verdad es abrir la puerta para que entre Dios en nuestro corazón. De lo contrario, «cuando el hombre pierde de vista a Dios fracasa la paz y predomina la violencia, con atrocidades antes impensables, como lo vemos hoy de manera sobradamente clara» (Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, Planeta Colombiana, Bogotá 2007, p.114).


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jueves, 26 de agosto de 2010

Infiltran unas falsas conclusiones pro-familia y abstinencia sexual en la cumbre de la ONU

Autor: .Gilberto Pérez | Fuente: Religión en Libertad
Algunos aseguran que las conclusiones anti-vida y anti-familia habrían sido redactadas por los organizadores antes de la Conferencia


a infiltración ayer por la tarde de un documento que defendía la abstinencia sexual y los valores familiares entre los participantes de la Conferencia Mundial de la Juventud promovida por la ONU causó la alarma e indignación de sus organizadores que pidieron deshacerse de él inmediatamente.

Según narra Samantha Singson en un blog de la asociación norteamericana Catholic Family&Human Rights Institute (C-FAM) sobre dicha cumbre que se reúne en México, uno de los organizadores interrumpió un panel durante la plenaria con un «anuncio urgente» para denunciar que un «falso» proyecto de declaración estaba circulando entre los participantes.

«Según los organizadores, el no autorizado documento no refleja los puntos de vista o las discusiones que se están manteniendo. Los organizadores instaron a los participantes que habían recibido el falso documento deshacerse de él para prevenir confusiones antes de que los gobiernos comiencen sus deliberaciones mañana».

«El “ofensivo" documento no oficial incluye disposiciones que establecen la promoción de la "abstinencia sexual" y la promoción de "valores en la familia" porque es "la base fundamental de la sociedad"», relata Singson.

Finalmente señala que «un enfadado representante de la International Planned Parenthood Federation (IPPF) tomó el micrófono para exigir que los organizadores tomen el control de la conferencia y evitar la "infiltración". La IPPF es una de las organizaciones presentes en la cita y es ampliamente conocida por ser la multinacional del aborto más poderosa del mundo.

La Conferencia Mundial de la Juventud
El gobierno de México es el anfitrión de esta Conferencia Mundial sobre la Juventud en León, Guanajuato, México, del 23 al 27 de agosto.

Esta conferencia cuenta con el respaldo de la ONU y el apoyo de varias de sus poderosas agencias, entre las que se encuentran el Fondo de Población de la ONU (UNFPA); el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF); el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP); la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Todas estas agencias han formado parte de la agenda anti-vida de la ONU. Pero ninguna de ellas es tan activamente pro-abortista, tan peligrosa para los niños del mundo que están por nacer como el UNFPA.

Según informa C-FAM, el UNFPA ha pagado hasta los pasajes aéreos de «participantes selectos» de la conferencia en México y dice haber tenido acceso «a un documento elaborado en secreto que se espera que los gobiernos avalen en esta reunión».

«El documento en cuestión apunta directamente al corazón del vínculo padre-hijo. Exige autonomía radical y absoluta para la gente joven, al margen de sus padres. Ni siquiera hace mención de la aborrecida palabra «padre». Se espera que los países miembros de la ONU, incluida la Santa Sede, refrenden este grotesco manifiesto anti-familia», señala.

A juicio de C-FAM, «la conferencia de la ONU es la más grande y peligrosa desde la Conferencia de El Cairo sobre Población en 1994 y la Conferencia de la Mujer de Beijing en 1995. La ONU quiere que el mundo vea que esta conferencia es verdaderamente representativa de los jóvenes de todo el mundo».

«Año Internacional de la Juventud»
La Conferencia Mundial de la Juventud, que se reúne en la ciudad mexicana de León, se desarrolla en el marco del «Año Internacional de la Juventud» (IYY, por sus siglas en inglés).

El 12 de agosto la ONU lanzó oficialmente el IYY. El tema del año es el «Diálogo y el mutuo entendimiento» con una atención especial en la salud y el desarrollo, particularmente los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Sin embargo, algunos observadores temen que la agenda del IYY haya sido tomada por la UNFPA y sus aliados, que están usándolo para promover la educación y servicios en nuevos «derechos» sexuales y reproductivos entre la juventud.
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martes, 10 de agosto de 2010

Católicos acomplejados

No somos seguidores de una palabra muerta, sino discípulos del Dios vivo
Autor: Pablo Cabellos Llorente | Fuente: Catholic.net


Ruego disculpas por titular negativamente. Sólo es un intento de recabar la atención del lector. Es negativo, pero existe hoy día un catolicismo vergonzante, poco valiente, trufado de relativismo, deslumbrado por la ciencia experimental que en ocasiones sólo es base de una teoría no demostrada; dudoso de si trata de vivir algo bueno pero aburridísimo; y arrinconado por un laicismo rampante y viejo, aunque expuesto como dogma imprescindible para la convivencia democrática. Algunos han logrado que en bastantes ambientes no se mencione a Dios ni para despedirse, ni se hable de las preguntas fundamentales en torno al hombre -de dónde vengo, adónde voy, el más allá, la muerte, el sentido de la vida-; muchos se han convencido con el pensamiento de que el cristiano no debe imponer sus ideas -cosa bien cierta-, pero aceptan como obligatorias las anticristianas, que acabamos viendo como lo moderno. Desean ser razonables, pero esconden a Dios o lo pretenden con cabida en sus mentes y actuando como ellos decidan. Nos citan a Galileo y nos callan.

Es imposible abarcar lo que nos acompleja; lo escrito anteriormente son unas pinceladas de lo que podríamos llamar el secuestro de Dios incluso en las mentes y vidas cristianas. Somos prisioneros de unos tópicos bien manejados y con algún fundamento en comportamientos inadecuados para un seguidor de Cristo, pero que en modo alguno invalidan su doctrina ni modo de ser. Podríamos preguntarnos qué es ser católico y cómo se debe mostrar; ir a buscar nuestra quintaesencia y no quitarle ni un pelo por más que seamos débiles. Frágiles, sí, pero sabiendo lo que somos y lo que hemos de vivir, aunque hayamos de rectificar en muchas ocasiones.

Como es sabido, las fuentes de lo revelado por Dios al hombre -ahí se contiene lo que somos- son la Sagrada Escritura y la Tradición custodiadas por el Magisterio de la Iglesia. Lo que Dios ha manifestado de Sí mismo, del hombre y de su destino está en esos dos manantiales, con el natural cuidado de la Providencia para evitar interpretaciones de parte o simplemente erradas. Eso es el Magisterio de la Iglesia: la custodia e interpretación del depósito de la fe, como lo llama muy adecuadamente san Pablo. El cristianismo no es una "religión del libro", sino la religión de la Palabra de Dios, "no de un verbo escrito y mudo, sino del Verbo encarnado y vivo", como afirmó san Bernardo.

Volvamos a la pregunta: ¿qué es ser cristiano? Y lo primero que permanece claro es que no somos seguidores de una palabra muerta, sino discípulos del Dios vivo, que por obra del Espíritu Santo son identificados con ese Verbo encarnado, con Cristo, para ser y actuar como hijos de Dios. Escribe san Pablo a los romanos: "los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios". Y poco más adelante añade que la creación espera ansiosa la manifestación de los hijos de Dios. Esto puede no entenderse o no creerse por carecer del don de la fe, pero un cristiano es otro Cristo -un hijo de Dios en Cristo por la fuerza del Espíritu- al que toda la creación espera con dolores de parto -dice gráficamente el Apóstol- hasta ver a Cristo formado y actuando en cada uno, para que, sin complejos, viva con la mayor honradez posible lo que en verdad es, algo no realizable sin la gracia de Dios y sin la libertad humana. Con esta fuerte razón teológica, afirmó el fundador del Opus Dei: "el que no se sabe hijo de Dios, desconoce su verdad más íntima". Ahí radica la identidad cristiana y de ahí deriva nuestro comportamiento apropiado. El mismo san Josemaría indicaba en una entrevista -recogida en "Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer"- que esa verdad de ser hijo de Dios en Cristo ha de penetrar la vida entera, ha de dar sentido al trabajo, al descanso, a la amistad, a la diversión, a todo. "No podemos ser hijos de Dios sólo a ratos, aunque haya unos momentos dedicados a considerarlo, a penetrarnos de ese sentido de nuestra filiación divina, que es la médula de la piedad". Conocer la verdad no quita libertad, la da. La libertad se pierde en la ignorancia.

Si volvemos a las consideraciones iniciales, comprenderemos que no tiene sentido vivir un catolicismo acomplejado; en todo caso, hemos de moderar el buen complejo de superioridad nacido de lo que realmente somos. Pero no por sentirnos más que nadie, sino por experimentar con sencillez la fuerza de saberse y ser hijo del Padre nuestro que está en los cielos, por la identificación con Cristo operada por el Espíritu Santo, cosa que no sucede de ningún modo mágico: se adquiere por el bautismo, se refuerza en la confirmación, se rehace en la confesión sacramental, se alimenta con la Eucaristía, se vive con las luces y el empuje de la oración, y requiere lucha, empeño constante para vivirlo en todo momento. "Hay que ser conscientes de esa raíz divina, que está injertada en nuestra vida, y actuar en consecuencia" (Es Cristo que pasa, n. 60).
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jueves, 22 de julio de 2010

Adán y Eva creados por amor

No te olvides quien te dio la vida y te mantiene en la existencia, no tienes más que hacer lo que Dios diga y verás todo lo que tiene reservado para ti.
Autor: Eduardo Carcausto Huamaní | Fuente: Catholic.net


Si alguno se preguntase que significa la palabra “pecado” estoy seguro que nos perderíamos en discusiones filosóficas sobre lo que es moralmente bueno y lo que es moralmente malo. Y es que después de Adán y Eva la humanidad no ha conocido mejor época que la actual para olvidar colectivamente la palabra “pecado”.

Una incertidumbre moral casi completa impera en todos. Pero, ¿cuál es el origen del pecado? Lo definiremos como una ofensa infinita al Creador, una bofetada al Amor y veamos porqué en el Libro del Génesis:
Dios en su infinito Amor, decide crear al hombre... lo podía hacer, lo quiso hacer y lo hizo... no ganaba nada con hacerlo. ¿Qué podría darle de nuevo una criatura a su Creador?... Mas Dios lo hace a imagen y semejanza de Él, con la capacidad de AMAR característica sin la cual no puede ser humano. Además le regala el don preciado de la Libertad, no como un fin a alcanzar sino como un medio para llegar al destino final del hombre que es en suma la Felicidad.

Y Dios Todopoderoso, Omnipotente y Eterno, da la libertad al hombre porque sabe que no hay amor más verdadero que aquel que libremente se da. ¿Por qué sino crea al hombre sino para que aprenda a amar? Cuando uno ama a alguien lo menos que espera es ser correspondido ¿Y Dios acaso no quiere también ser correspondido? Esto no podrían entender aquellos que piensan que Dios es una construcción mental producto de la necesidad del hombre de creer en algo.

Ciertamente el hombre necesita creer pero es Dios quien se revela al hombre. ¿O tú podrías acercarte siquiera un poquito al Cielo por ti mismo, con tus reducidas fuerzas? ¿Captaríamos algo de la vida divina, inmersas nuestras almas en la miseria que revolvemos todos los días cuando nos miramos al ombligo? En fin, Dios también ama y desea que el hombre le ame ¿no es todo un privilegio?.

De esta manera Dios pone amorosamente al hombre en un jardín espléndido, y le dice (para que no se olvide que es criatura): “Podrás comer de todos los árboles del jardín excepto de éste, pues si lo haces morirás” Que bien se interpreta como: “No te olvides quien te dio la vida y te mantiene en la existencia, no tienes más que hacer lo que te diga y verás todo lo que tengo reservado para ti”. Y Adán obedeció.

Pero la alegría no duró mucho tiempo, Eva, quien fue creada para acompañar a Adán sucumbió ante los engaños de la serpiente. El príncipe de la mentira (otro día hablaremos de este) astutamente se acerca a la mujer: “Porque no coméis de todos los árboles del jardín”....”De todos comemos menos del árbol de la ciencia del bien y del mal, si lo hacemos Dios ha dicho que moriremos”... “No moriréis, si comen seréis como dioses”. Inmediatamente brillaron los ojos de la mujer, y pensó que no era mala idea comer del árbol. Comió y de dio de comer a Adán insinuándole que ellos podían vivir sin Dios, que no lo necesitarían y tendrían la sabiduría infinita de la noche a la mañana... ¡Ja! ¡Comieron y esperaron a ser como dioses!

Imaginen la escena: una pareja que al margen de Dios decide hacer lo que le parece que es lo bueno. No serviré, no serviré... repiten miles de hombres en el mundo... No necesito a Dios ni deseo amarlo, menos todavía servirlo... No serviré, dijo Adán a Dios... No serviré, dijo el ángel más bello de todos y cayó eternamente al abismo... No serviré, dicen los hombres de hoy...

Y Dios infinitamente apenado no puede contradecirse, no, el no puede contradecirse ¡es perfecto!, ¿Cómo podría contradecirse?... “Por haber hecho esto, a partir de ahora comerás el pan con el sudor de tu frente, zarzas y espinas crecerán cuando ares la tierra y sus frutos te costarán la vida”... y sigue: “Hombre, polvo eres y en polvo te convertirás”.

Así entró la muerte al mundo y el hombre conoció el dolor y el sufrimiento. El pecado es ofensa infinita al Infinito. Rechazo de lo Eterno, negación de la existencia. Pero Dios nos amó tanto que entregó a su hijo unigénito por salvar a la humanidad.

Este día amigo, si todavía mantienes tu vista en esta hoja, métete en tu corazón y recuerda si alguna vez dijiste conscientemente o demostraste con tus acciones lo siguiente: No serviré (o también), no obedeceré (o mejor todavía), no amaré ni a ti Dios ni a mis hermanos.

Recuerda entonces que acabas de encarnar de nuevo el pecado de Adán y Eva. Y no te quejes.
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jueves, 15 de julio de 2010

La oración más difícil, la que más nos cuesta...

Dejar "nuestras cosas" a un lado, dejarlas por un momento y poniéndonos ante tu presencia, Señor, pedir por los demás.
Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net


A veces, Señor, cuando estoy ante ti, recorro mi alma en examen sincero preguntándome si solo vengo a ti buscando consuelo para mis penas y problemas...

¿Qué le falta a mi oración?

Señor, dame luz para comprender que la que tengo olvidada o que no me conviene es la "Oración de intercesión". Esa, que es el olvido de uno mismo, esa, que es "una petición en favor de otros". Es la que no tiene límites ni fronteras, ya que es la que puede alcanzar gracias hasta para los enemigos y es también la expresión de la Comunión de los Santos. Es la oración en que nos olvidamos de nosotros para pensar en los demás.

Es generosa, de una caridad sin límites cuando pedimos por alguien que no nos ama, por alguien que no nos hace caso o que tal vez nos hizo o hace mucho daño. Es acercarnos realmente a la forma de orar que tu oraste por nosotros a tu Padre, Señor.

Tu, Señor, siempre estuviste y estás presto a interceder por nosotros ante el Padre, en favor de todos los hombres, especialmente por los pecadores. En favor... de mi.
Y te quedaste con nosotros en este Sacramento, estás con nosotros cada momento del día en la Eucaristía para seguir intercediendo por nosotros, nos escuchas y te llevas nuestras peticiones al Padre.

Vale la pena hacer la prueba. Olvidarse de uno por un momento, desasirse de todos los problemas que nos agobian, de esa pena.... que llevamos colgada del corazón, de esa enfermedad, de ese malestar, de esa inquietud, temor o disgusto que no nos deja dormir...

Dejar "nuestras cosas" a un lado, dejarlas por un momento y poniéndonos ante tu presencia, Señor, pensar en los demás...y así, como una letanía de incienso, perfumada por el más grande amor, ese que nos cuesta tanto porque no es para nuestro beneficio personal, pedir, por todos los seres del mundo, por las autoridades que manejan el destino de los países, por los que sufren, enfermos o desamparados, por los que en este día morirán e irán a la presencia del Padre, por los sacerdotes, por los misioneros por los no nacidos y por los jóvenes, pero sobretodo por tal o cual persona, esa que nos hace sufrir, esa que no nos "cae bien", esa que no nos quiere...que siempre sabe cómo mortificarnos.... ¡esa es la oración que tu está esperando, Jesús mío, esa es la que más me cuesta pero... esa es la que tu quieres!.

Y cuando logramos hacerla, el alma y el pensamiento se van aligerando y un rocío de paz moja nuestro corazón, antes reseco por el rencor, tal vez por el egoísmo de vivir absortos en "nuestro pequeño mundo" tan solo con nuestras preocupaciones.

Si, Jesús Sacramentado, yo necesito que me escuches porque me agobian muchas cosas y tengo el alma triste pero con esta oración, he sentido el dulce consuelo de tu abrazo lleno de misericordia para mi y para todos aquellos por lo que te he pedido. ¡Gracias, Señor!.
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miércoles, 30 de junio de 2010

La vida es demasiado breve para ser mediocre

La vida es breve, para ti, para mi, para todos... ¿Cuál es tu prisa? es ahora o nunca.
Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net


Que la vida es breve, lo sabemos todos; quizá los jóvenes se imaginan que sí es larga, pero a la medida que pasan los años va penetrando en la mente la irrefutable sensación de que los años pasan, vuelan y no retornan.

Cuando una persona es abuelo por primera vez, es agridulce sorpresa, dulce por el nieto, agrio por lo de abuelo; pero... no hay más remedio que aceptarlo.

Ante esta realidad de la brevedad de la vida, muchos toman sus precauciones, se apresuran desde la juventud a sacarle jugo a la vida; creen con fe ciega que esa es la mejor forma de aprovechar la juventud; y en realidad hacen una sola cosa, dedicar los primeros años de la vida a hacer infeliz el resto de ella, hacen alianza con el vicio: la botella, la droga, el sexo, uno de ellos o los tres a la vez..., mejor los tres que uno; se triplica el placer.

No es infrecuente en estos jóvenes la pereza y el abandono en el estudio, la ligereza e inmadurez en el amor con toda clase de experiencias y el abandono de los restos de fe y valores morales de la infancia. La "ley", es el "placer"; a más placer más vida. Si uno es avanzado en años suele apresurarse aun más que los jóvenes, porque piensa: Estoy haciéndome viejo y no he disfrutado lo suficiente; comamos y bebamos, que mañana moriremos´, en el famoso adagio latino "Carpe diem": "Sácale jugo a la vida"... Y dicho y hecho, se dan prisa en apurar las copas, porque la fiesta se acaba.

Pero algunos piensan que la vida es demasiado breve para ser pequeña, para ser mediocre; ellos también tienen prisa, pero otra clase de prisa y afán, y por eso, desde la misma juventud ponen las bases para hacer constructivo el resto de esa vida. No esperan a ser adultos para sentar cabeza y así: Aprietan en el estudio, aunque les llamen mataditos; no juegan con el amor, porque saben que se queman; no dan un puntapié a sus valores morales, porque saben que los necesitan. Si al llegar a la madurez se percatan de que van rezagados, aprietan el paso porque les queda menos tiempo para hacer algo grande en este mundo.
Y si han llegado a la tercera edad, y ven su tarea bastante incumplida en esta vida, se apresuran a hacer y completar lo que no hicieron en la juventud y en la madurez, porque saben, porque ven que ya no tendrán más tiempo y que, ahora o nunca.

Cuando llegan al final de la vida lo que se dieron prisa en divertirse y nada más, y los que se dieron prisa en cumplir su misión, ambos, miran hacia atrás; uno para decirse a sí mismo: Más me valiera no haber nacido, el otro para decir: Valió la pena vivir´

La vida es breve, para ti, para mi, para todos... ¿Cuál es tu prisa? ¿"Carpe diem" o "aprovecha el tiempo" porque la vida es demasiado breve para ser mediocre.?

Si la vida es breve y además la maltratas, eres un pobre hombre. Se vive una vez, se cumplen quince años sólo una vez. Tu sabrás lo que haces con esa pequeña vida.
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lunes, 7 de junio de 2010

La felicidad cuesta

Hay pocas personas felices porque pocas son las que quieren luchar por la felicidad, pocas las que creen en el esfuerzo, en los grandes ideales.
Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net


Nuestra civilización materialista ha inventado una fórmula de felicidad barata que consiste poco más o menos en esto: En alejar de la vida, a como de lugar, todo sufrimiento, todo sacrificio, todo esfuerzo, y disfrutar lo más posible de cuántos placeres, diversiones, pasatiempos, dinero, etc. se puedan lograr.

Hay mucha gente que cree de verdad en esa fórmula y la prueba una y otra vez, y se les ve, sobre todo a la gente joven, a la búsqueda cada vez más intensa y atrevida de placeres, pasatiempos, etc. Pero los resultados no son muy halagadores: Más que personas felices, estamos viendo cada día mayor número de desesperados, incluso de suicidas; si uno cuenta como dato estadístico que en un centro educativo, hay un suicida cada semana ¿lo crees? Dices que no puede ser verdad, pero así es.

Muy pocos hablan de que para ser felices hay que luchar duramente. Ser feliz es posible, pero cuesta bastante esfuerzo; la felicidad cuesta y mucho. Por eso, los hombres profundamente felices son pocos. La mayoría se conforma con esa otra felicidad barata que no llena, que no puede llenar el corazón del hombre.

¿Por qué cuesta ser felices? Si el hombre fuera un simple animal, un cerdo, un chango, para hacerlo feliz bastaría llenarle el estómago de buena comida. Si el hombre tuviera solamente cuerpo, comer, beber, abandonarse a la furia del sexo, a las alucinaciones de las drogas, etc., podría hacerlo feliz; pero, muchos se entregan apasionadamente a esto y sienten que no son precisamente felices.

Hemos olvidado que, tenemos no sólo cuerpo sino espíritu. A este espíritu por lo general lo tenemos flaco y hambriento y le damos al cuerpo todo lo que pide. El espíritu se alimenta con otras cosas, tiene hambre, sed de otras realidades, que no son materiales sino espirituales, como son la búsqueda de la verdad y el bien, la búsqueda de Dios y el cumplimiento de sus leyes, sobre todo aquella de "amar al prójimo como a uno mismo".

Está búsqueda de la verdad y el bien, este aceptar a Dios y sus leyes no es nada fácil, pero siempre hay gente que se aventura a seguir por esta senda.

Y esta gente dice que sí es feliz, tanto más feliz cuando más esforzadamente vive esa ley. Por citar a solo dos gentes felices, una mujer decía: "Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene, nada le falta. ¡Solo Dios basta! Su autora: Santa Teresa de Ávila.
Otro, decía: "Nos has hecho para tí, Señor, y nuestro corazón estará insatisfecho hasta que descanse en ti" Su autor: San Agustín de Tagaste. Este segundo, sacó la conclusión anterior después de buscar durante más de 30 años la otra felicidad barata de la que hablamos al principio. Por ello es un testigo muy digno de crédito. Lo malo del caso, es que por lo general, uno se convence de esto hasta que como él, ha experimentado con todas las fuerzas la felicidad barata y no tiene más remedio que reconocer que no le satisfizo del todo.


Hay pocas personas felices porque pocas son las que quieren luchar por la felicidad, pocas las que creen en el esfuerzo, en los grandes ideales.
La felicidad tiene poco que ver con el dinero, el alcohol y la riqueza, y mucho que ver con el amor.
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martes, 18 de mayo de 2010

El valor de rebelarse contra el mal

Yo, sobreviviente a 15 abortos
Autor: José Armando Vargas, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org


Irene es un nombre griego que significa portadora de paz, pacífica. Pero hacer honor a este nombre no debe ser cosa regalada.

Irene Vilar tiene 42 años, es una atractiva mujer americana de origen puertorriqueño, famosa columnista en el Texas Tech University Press y escritora de diversos libros en el New York Times, el último de los cuales, su autobiografía, ha resultado indiscutiblemente un best-seller.

Ella es, pues, una de esas «Irenes» cuya vida podemos resumir como la búsqueda, dolorosa y prolongada, del sentido verdadero hasta tener por fin la anhelada paz con Dios, con los demás y -lo que es más difícil aún- consigo mismo.

Las vueltas que le deparó la vida al inicio no fueron nada halagadoras. Su madre se suicidó ante sus ojos, víctima de la depresión de haber sido esterilizada sin saberlo; le había negado, además, su afecto y cercanía desde que Irene era pequeña. «Fue la lenta muerte de Dios para mí», comenta Irene. Su padre, alcohólico e irresponsable, «nunca le dijo un “no”»; Irene dice sucintamente que era como un niño.

Tuvo un amante desde sus 17 años, un profesor suyo de 51 años, quien la hizo convertirse en feminista radical y la empujó a una absoluta liberación, instigándola a abortar «quince veces en sólo diez años», por más que los primeros embarazos la llenaran de una inexplicable esperanza. Irene reconoce: «Lo paradójico es que, creyendo vivir un proceso de liberación, me convertí en esclava de aquel hombre».

«Nadie nunca me ha guiado... He tenido que leer, estudiar, trabajar sobre mí misma para comprender, para dar un nombre a las cosas...Yo, ex drogada de aborto, digo que sólo quien sabe llamar a las cosas por su nombre escapa a la esclavitud del mal». Son palabras sentidas de Irene, ahora felizmente casada y madre de dos graciosas niñas; palabras pronunciadas con la convicción y valentía de quien ha conquistado con sangre la paz interior, la auténtica libertad.

Ni las dramáticas experiencias de su niñez, ni el esplendor de su carrera o paseos en barcos y en salones de alta sociedad la han apartado un instante de su propósito en encontrar el sentido de su vida.

Hoy, la paz que Irene experimenta no se la arrebata nadie. Antes «mi imagen de la libertad era falseada», afirma. Declara también: «sí, yo elegía, sabía qué era el bien y no lo hacía», hasta que tuvo el valor de rebelarse contra el mal y romper con él.

«Por ello, para ser buena madre sigo queriendo comprender más sobre quién soy yo y lo que tengo a mi alrededor. Para que mis hijas no tengan que buscar toda la vida a su madre y a su Dios en lugares y modos equivocados».

Con datos de la Revista Tempi, 12 de Mayo de 2010
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jueves, 13 de mayo de 2010

¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?

No te cansas, no abandonas, no te rindes. Porque quieres que te abramos y puedas entrar para entregarnos tu Corazón lleno de amor.
Autor: Ma. Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net


Una vez más estoy ante ti, Señor, Jesús Sacramentado. Ante el milagro y misterio de tu gran amor por todos los seres de este mundo sin distinción de clases sociales, de colores, razas y credos.

Tu amor abarca a todas las criaturas, santos y pecadores.... ¡Qué misterio tan profundo y qué poco pensamos en él!.

Con ese amor, con ese deseo de ser correspondido, llamas a nuestra puerta, a la puerta de nuestro corazón para que te abramos, y llamas siempre a lo largo de todo el día, en todos los instantes, en los momentos que menos podemos imaginar... siempre llamas, siempre estás. No te cansas, no abandonas, no te rindes. Porque lo único que persigues es que te abramos y puedas entrar para entregarnos tu Corazón lleno de amor.

¿Y qué nos pasa?. Tal vez tenemos miedo de que si te "dejamos entrar" nos vas a pedir que cambiemos nuestro modo de vivir, que nos apartemos de esa persona que...., que dejemos ese rencor que hasta nos parece que lo necesitamos para así, no perdonar..., que nos vas a "obligar" a cosas que... ¡nos cuestan tanto!

Somos cobardes, Jesús, cobardes y acomodaticios. Tal vez nos asusta ese amor tuyo tan inmenso, tan desbordado, tan auténtico, ¡tan loco, casi diría yo, porque entregaste tu vida y te quedaste encerrado en ese "trocito de pan y en ese vino" para ser nuestro alimento!. El Papa Juan Pablo II nos decía siempre: "¡No tengaís miedo, abirdle las puertas a Cristo!".

Y pensando en estas cosas, ahora que estoy frente a Ti, mi Señor, voy recordando las palabras del gran poeta Lope De Vega, en su verso que hace que el corazón duela porque habla de nuestra ingratitud para ese tu gran AMOR, por todos,...por mi.

Deja que te lo diga, Señor, de rodillas y con el corazón contrito porque esas palabras son mi verdad....

"Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío
que a mi puerta, cubierto de rocío
pasas las noches del invierno oscuras?

¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí!
¡Qué extraño desvarío si de mi ingratitud el hielo frío secó las llagas de tus plantas puras!

Cuántas veces el ángel me decía:
"Alma, asómate ahora a la ventana;
verás con cuánto amor llamar porfía"
Y cuántas, hermosura soberana,
"Mañana le abriremos", respondía
para lo mismo responder mañana!".


Si, Jesús, "mañana"... porque hoy estoy muy ocupada...
Porque hoy ... así como que "no me late".
Porque... no se lo que me vas a pedir...
Porque la verdad es que me asusta un poco ese TU AMOR POR MI y yo ...no se querer así...

Bueno...tal vez mañana... si, mañana si.
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martes, 11 de mayo de 2010

El miedo al fracaso

La vida es un combate, pero sólo quienes luchan y tienen esperanza la viven en plenitud.
Autor: Santiago Casanova, L.C. | Fuente: Catholic.net


“Es mejor perderse que nunca embarcar, mejor tentarse a dejar de intentar, aunque ya ves que no es tan fácil empezar”. Estas palabras del tema musical “Color esperanza” del cantante argentino, Diego Torres, nos ponen en guardia contra uno de los peores enemigos de nuestra vida. Tenemos muchos propósitos, nos gustaría emprender grandes proyectos, y quisiéramos superarnos en muchos aspectos, pero siempre hay algo que nos paraliza: el miedo al fracaso.

Parece ser que el lema de nuestra vida es: “ser sobresaliente o nada”, y ante los primeros síntomas de una derrota, nos desanimamos y dejamos todo a la deriva.

Este es el verdadero fiasco, dejar todo a la deriva, no emprender nada por temor a fracasar. Las caídas son algo normal en el ser humano que está luchando por alcanzar algún objetivo en su vida. Perder una batalla no significa perder la guerra.

¿Qué hacer para vencer el miedo al fracaso que tantas veces nos paraliza?

En primer lugar debemos tomar consciencia de que la lucha es algo connatural a nuestra condición humana. Ya nos lo decían las escrituras: “Militia est vita hominis super terram”. Somos hombres, no ángeles, podemos equivocarnos.

En segundo lugar debemos confiar, “pintarnos la cara color esperanza” diría en la misma canción el cantante anteriormente citado. Pero ¿en quién o en qué debemos confiar?

Nosotros necesitamos tener esperanzas -más grandes o más pequeñas- que día a día nos mantengan en camino. Pero sin la gran esperanza, que ha de superar todo lo demás, aquellas no bastan. Esta gran esperanza sólo puede ser Dios, que abraza el universo y que nos puede proponer y dar lo que nosotros por sí solos no podemos alcanzar (Benedicto XVI, Spe Salvi, nº 31).

Necesitamos tener motivaciones humanas precisamente porque somos humanos, y fácilmente nos cansamos si seguimos únicamente motivaciones sobrenaturales, pero ellas no pueden superar a la esperanza en Cristo. Siguiendo únicamente esperanzas pequeñas podemos llegar a hacer cosas muy buenas, pero limitadas como nuestras propias fuerzas, en cambio, con nuestra Gran Esperanza, podemos alcanzar incluso aquello que sobrepasa nuestras fuerzas. Necesitamos esperar en algo o en alguien para alcanzar frutos en nuestra vida, quien en nada espera, nada consigue.

Podemos ver ejemplos de personas de todo tipo que, a lo largo de la historia, han luchado y han tenido esperanzas -más grandes o más pequeñas- y han salido triunfantes.

Albert Einstein era considerado por sus padres un deficiente mental cuando era niño. A los tres años todavía no había aprendido a hablar. En la escuela fue un estudiante no destacado. Sin embargo, no se dejó llevar por esas limitaciones que podrían asustarlo, y por medio de un gran esfuerzo y de una esperanza en sus cualidades que parecían estar ocultas, salió adelante. Hoy, quien era tenido por deficiente mental, es considerado un genio.

El cura de Ars tuvo muchas dificultades en sus estudios. No conseguía aprender el latín. Teniendo 20 años de edad, era aventajado ampliamente por sus compañeros de 12 y 13 años. Reprobó exámenes en varias ocasiones, después de haber estudiado días y noches enteras, y fue aconsejado por sus superiores a abandonar la vocación sacerdotal debido a su limitada capacidad intelectual. El Cura de Ars confió en la Gran Esperanza, siguió luchando, y obtuvo de Dios la gracia de ser ordenado sacerdote (algo que no podía alcanzar con sus propias fuerzas), aunque sus capacidades intelectuales no crecieron en lo más mínimo, y hoy es el patrono de los sacerdotes.

Después de estas sencillas reflexiones tenemos que volver a nuestras ocupaciones ordinarias del día a día, al mismo ambiente que nos rodea, afrontando los mismos problemas de siempre. La vida parece una historia repetida y aburrida. Ofrece siempre lo mismo y nunca cambia. Nosotros podemos hacer más divertida nuestra vida, haciendo extraordinarias nuestras cosas ordinarias, con lucha y esperanza. Cuando nos cueste el estudio, hay que seguir luchando, confiando que en el día de mañana nos será útil en nuestra vida. Cuando nos cueste repetirle a nuestros hijos por décima vez lo mismo, hay que confiar que el hacerlo les ayudará a ser personas educadas en el futuro. Cuando nos parezca inútil continuar un proyecto emprendido y pensemos que ya no podemos, ahí debemos confiar en que Dios sacará de ello un fruto abundante, y seguir trabajando.

La vida es un combate, pero sólo quienes luchan y tienen esperanza la viven en plenitud.


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lunes, 3 de mayo de 2010

Gracias por dejarme nacer

Gracias por haber tenido la valentía de aguantarme siete meses y no haberme abortado
Autor: Andrés Ocádiz, L.C. | Fuente: www.buenas-noticias.org


Su grupo de Facebook se llamaba «busco a mi mamá». Su historia comenzó a ser conocida en Argentina y con rapidez se fue extendiendo a otros países. Le llegaban mails de apoyo de países como Inglaterra y Suiza, entre otros.

La historia de Mauricio comienza a los pocos días de nacido, cuando fue abandonado por su madre. Sólo había tenido siete meses de gestación cuando le llegó el momento de nacer, por lo que fue internado en el Hospital Misericordia. Allí, una señora se hizo cargo de él, pero al poco tiempo tuvo que ser enviado a otra ciudad. Una familia de Córdoba (Argentina) lo adoptó como su hijo. Hoy Mauricio tiene 23 años.

Desde hace algunos años, Mauricio comenzó a buscar a su mamá biológica y tuvo la buena idea de usar la red social Facebook para lograr su objetivo. Su grupo comenzó a crecer según se iba conociendo su historia, pero sin el éxito que él deseaba.

Pero hace unas semanas, mientras viajaba en coche, su celular sonó... y del otro lado de la línea estaba su mamá.

¡Cuántas preguntas se agolparían en la mente de Mauricio! Habría tantas cosas que decir. «Lo único que atiné a decirle -cuenta él- fue que estaba todo bien y que la perdonaba». Mauricio había sido un “accidente” en la vida de su madre y por eso lo abandonó. Sin embargo, él tenía muy claro lo que tenía que decirle: «gracias por haber tenido la valentía de aguantarme siete meses y no haberme abortado».

Valentía, ésa es la palabra que describe con exactitud la actitud de esta madre que decidió seguir adelante con su embarazo. Su «accidente» pudo haberse solucionado fácilmente con un aborto, pero no fue así. Por eso «necesitaba agradecerle que me dejó nacer», dice Mauricio, porque su madre, al tomar la decisión correcta, le dio la mejor de las oportunidades: vivir. Y para agradecer esto no hay palabras.

El encuentro entre la madre y el hijo estuvo marcado por lágrimas, abrazos, perdón y gratitud. Su historia tuvo un final feliz y ahora Mauricio, para usar sus mismas palabras, se siente pleno. Su vida acaba de cambiar, y, en medio de su felicidad, ha cambiado también su grupo de Facebook, que a partir de ahora se llama «ya la encontré».

Con datos de “El Clarín”


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viernes, 30 de abril de 2010

Contra la dictadura del conformismo

Muchos cristianos quisieran que la Iglesia llegara a algún tipo de compromiso ´progresista´ con el mundo
Autor: Francisco Rodríguez Barragán | Fuente: .forumlibertas.com

Ha recordado el Papa que padecemos la sutil dictadura del conformismo, que nos obliga a pensar como piensan todos y a actuar como actúan todos.

Que se trata de una verdadera dictadura, salta a la vista cuando se busca silenciar y agredir a la Iglesia porque no comparte la propaganda de quienes quieren imponer su pensamiento único sobre lo políticamente correcto, sobre los ´nuevos derechos´, sobre el lenguaje manipulado, sobre la ideología de género, sobre la sexualidad como placer sin restricciones, sobre la naturaleza por encima del hombre, sobre la indisponibilidad de la vida.

Si los cristianos nos resistimos a esta dictadura del progresismo, seremos excluidos de todos los foros, motejados de inmovilistas, hasta de enemigos de la humanidad, carcas, fascistas, meapilas y otros insultos al uso.

Pero lo más grave es que muchos cristianos se asustan, quieren aparecer también como ´progresistas´ de no se qué progreso, y quisieran que la Iglesia llegara a algún tipo de compromiso con el mundo, pensando que así nos aceptarían en los más altos y manipulados organismos.

Por eso dice el Papa que "hoy tenemos miedo de hablar de la vida eterna. Hablamos de las cosas que son útiles para el mundo, mostramos que el cristianismo ayuda también a mejorar el mundo, pero no nos atrevemos a decir que su meta es la vida eterna y que de la meta vienen luego los criterios de la vida".

Efectivamente, apenas si se habla de la vida eterna a no ser en las homilías de las misas de los entierros. Hay cristianos que se esfuerzan en demostrar que trabajan por hacer un mundo mejor, pero no aclaran que su meta es la vida eterna y que la única forma de alcanzarla es amando a los demás como Dios nos ama, buscando activamente el bien de todo hombre y de todos los hombres y que este amor que recibimos de Dios para vivir en el mundo es el criterio que inspira nuestras vidas.

Es la vida eterna con Dios la que se ofrece a quienes vivieron amando a los demás y trabajando por la verdad y la justicia y es la vida eterna sin Dios, la que espera a quienes hicieron lo contrario. Esto es más serio que el Código Penal. Desgraciados quienes piensen que no se les pedirá cuenta de su vida.

No es posible para un cristiano, que quiera vivir como tal, el conformismo con el mundo cuyos valores son el placer y el tener, que cree que puede decidir sobre todo: el bien y el mal, la naturaleza y el hombre, con plena autonomía, para lo cual tienen que borrar a Dios del horizonte y elevar a instancia última y definitiva, el consenso de la inconstante mayoría y este consenso puede ser consenso para el mal, como dice el Papa.

El voto de la mayoría entrega el poder a un partido y el elegido se cree en posesión de la verdad para conseguir aprobar leyes que deciden quién debe vivir y quién no, cómo deben ser educadas las nuevas generaciones, cómo debe vivirse la sexualidad, en qué lengua tiene que hablar, cuál es su historia, cómo expresar sus sentimientos religiosos, etcétera. Todo apoyado por un enorme aparato de agitación y propaganda.

Por desgracia, no tenemos la seguridad de que si el voto de la mayoría entrega el poder a un partido distinto la situación cambie sustancialmente.

Ahora más que nunca los cristianos tenemos que hablar de la vida eterna, de que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres, de que no se puede construir un mundo fraterno sobre el egoísmo sino sobre el amor. No hay que colaborar con la dictadura del conformismo, sino proclamar en cualquier tiempo y lugar el mensaje de Jesús, cuya muerte y resurrección, es la única realidad que puede salvar al mundo. ¡No tengáis miedo!
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Heridas que ahogan el alma

No puedo permitir que esas heridas paralicen mi alma. Tengo mil horizontes que se harán realidad si empiezo a dar un nuevo paso.
Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net

Los golpes de la vida dejan heridas. Algunas, gracias a Dios, cicatrizan con cierta velocidad. Otras tardan en cerrarse. Otras siguen abiertas por semanas, meses, incluso años.

Las heridas del corazón tienen un comportamiento parecido. Una ofensa, una traición, un desengaño, un fracaso, pueden hacernos daño durante un tiempo breve, pero sin dejar grandes huellas en la propia vida. Otras veces tardan más tiempo, pero al final cicatrizan. Pero existen heridas del alma que sangran durante un tiempo largo, muy largo, casi asfixiante.

Esas heridas ahogan el corazón y lo sumergen en depresiones intensas, en miedos que aturden, en odios que destruyen, en sospechas hacia todos y hacia todo, en desesperanza, en agonía interior.

Es casi imposible evitar los malos momentos, los golpes fuertes en el camino de la vida. Pero es importante saber afrontarlos con un corazón sano y con un realismo sereno. Sobre todo, con la esperanza puesta en Dios.

En el mundo no todos son buenos, pero tampoco todos son malos. No todas mis decisiones llevan a buenos resultados, pero no todas están condenadas al fracaso. Entre mis amigos no todos son fieles y sinceros, pero gracias a Dios no son todos traidores y miserables.

Las heridas forman parte de la vida, constituyen un ingrediente inevitable entre quienes emprenden un camino. A veces, porque uno mismo es torpe y no supo prever dónde estaba el peligro. Otras veces, porque los otros, con o sin culpa, obstruyen nuestra vida, provocan heridas en el cuerpo o en el alma, cortan nuestros mejores sueños o también (gracias a Dios) impiden que llevemos a cabo planes absurdos.

No puedo permitir que esas heridas paralicen mi alma. Tengo entre mis manos mil horizontes que se harán realidad si empiezo a dar un nuevo paso. Hay ojos y corazones amigos que piden, que suplican, que me levante de mi pena, que deje mis angustias, que supera ofensas, que pida perdón a Dios y a quien he dañado de algún modo, que ponga en marcha mi inteligencia y mi voluntad para conquistar metas buenas.

Hoy es un día en el que mi corazón puede recibir una terapia profunda, intensa, desde las manos de un Dios que no dejará nunca de amarme, porque soy obra de sus manos. Basta simplemente que le dé permiso para que limpie, para que cosa, para que le deje hablar en lo más íntimo del alma, para que consuele mi dolor, para que perdone mi pecado, y para que me lleve, suavemente, a perdonar a todo aquel que me haya provocado alguna herida en este camino misterioso del existir humano.
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