jueves, 3 de septiembre de 2009

El proyecto Blair


El antiguo primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair considera que «una sociedad, para ser armoniosa, tiene que dejar espacio a la fe». Al intervenir ante quince mil personas en el "Meeting por la amistad entre los pueblos", que organiza el movimiento eclesial Comunión y Liberación en la ciudad costera italiana de Rímini, reveló aspectos de su conversión al catolicismo. De hecho, confesó, cuando «se preparaba para entrar en la Iglesia católica, tenía la sensación de que estaba volviendo a casa». Esta conversión, añadió, ha sido facilitada por su mujer y que ha percibido que la Iglesia católica era su casa no «sólo por la doctrina o el magisterio sino por su naturaleza universal».


El fundador de la "Faith Foundation" citó a lo largo de su intervención en varias ocasiones la reciente encíclica Caritas in veritate de Benedicto XVI y aseguró que «merece la pena leerla y releerla, es un contraataque al relativismo». Subrayó asimismo el mensaje de la encíclica, en que se afirma que sin Dios el hombre no sabría adónde ir, por considerar que es de vital importancia para un mundo globalizado como el de hoy. Para que este mundo no se deje dominar por el poder, tiene que tener una fuerza de contrapeso que busque el bien común. En este sentido, explicó que la Iglesia universal, que es un modelo de institución global, tiene que entrar en juego para afrontar los problemas planteados por la globalización. Recalcó que en esta sociedad multicultural es necesario «respetar las raíces judeo-cristianas de los países de Europa, pedir respeto a la identidad de nuestros países, que se ha formado a lo largo de milenios».


Según Blair, «a menudo la religión es vista como fuente de conflicto y tenemos que demostrar que la fe se empeña en construir la justicia. De este modo, mostraremos el verdadero rostro de Dios, que es amor y compasión», aclaró. Una fe que no es una «forma de superstición, sino la salvación para el hombre. Una fe y razón que están aliadas, nunca en oposición, que se dan apoyo, se refuerzan y no que compiten. Por eso la voz de la Iglesia es escuchada, la voz de la fe siempre debe ser escuchada. Ésa es nuestra misión para el siglo XXI».


Por Salvador Nuño, L.C.

Con datos de Zenit, 27-08-2009

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